Héctor Calderón Hallal
Los llamados “momentos de quiebre” en la historia de toda sociedad, no obstante lo trumáticos que son, arrojan al final resultados positivos.
Hoy han servido para depurar eficazmente a algunos partidos y ofertas político-electorales, de malos elementos y perversas influencias.
Veamos porque:
En México, durante los últimos días, un sector de la llamada “clase política” tomó partido deliberadamente por uno de los dos bandos dominantes en el espectro político actual del país: el del “neopopulismo” instalado en el poder.
Este pasaje que a continuación se relata, se inscribe en el marco de una lucha político electoral que sostienen el referido bando “neopopulista”, integrado por una rara mezcla de los remanentes de la izquierda radical y marginada de México, a cuyos cuadros dirigentes y militantes, el viejo régimen de partido monopólico (representado por un bloque monolítico llamado PRI), les abrió la puerta a partir de una reforma constitucional que los incluyó en el reparto del poder formal.
Si esta acción, llamada también la “reforma reyesheroliana” de 1977 -en honor al gran pensador y humanista mexicano Jesús Reyes Heroles– no se hubiera dado, la presencia de este grupo “composta” de la política hoy dominante, jamás hubiera sido posible en el marco de la legalidad… o por lo menos habría tenido que batallar, una década más de segregación y persecusión, propias de su naturaleza clandestina como cuando iniciaron formalmente su participación en la década de los sesenta.
Los partidos que lo integran son: Morena (un movimiento de reciente creación –2014– formado para cobijar el arribo al poder del actual presidente supuestamente izquierdista, pero solo populista en la realidad, Andrés Manuel López Obrador); y los partidos satélites que giran siempre en torno al poder en turno, esta vez formalmente alineados –en la ideología y en la praxis- al poder consolidado: el Partido del Trabajo (PT), el Partido Verde Ecologista de México (PVEM)… y otros minoritarios y hasta con dificultades para el registro formal.
A ese grupo hoy dominante, ubicado en el “neopopulismo”, se le opone el grupo de centro, considerado moderado, que aglutina las manifestaciones centro progresistas y neoconservadoras que quedan en el país; aunque en una rara mezcla, pero siempre oscilando a distancia prudente del centro político ideológico. Sus partidos, el PAN, el PRI, el PRD.
Ante el descalabro en 2018 –y sus derivaciones locales en años posteriores- del bloque de fuerzas centristas, muchos actores otrora priístas, básicamente, mostraron su “pobreza” en su nivel de convocatoria, su mezquindad humana, su mercantilismo político y su nulo espíritu de lucha en el plano de la mecánica democrática, que implica siempre una honesta lucha de las ideas, así como una defensa leal de los principios que se poseen… y no una lucha fratricida por hacer prevalecer siempre los intereses económicos y de grupo a costa de “lo que sea”; y huyeron en tropel, cual manada de roedores a los brazos del bando opositor, instalado cómodamente ya en el Gobierno.
Muy vivos… ahora sí que como dijera el clásico, “creen que el pueblo es tonto”… que no tiene memoria o que no se percata de lo que sucede a su alrededor…
La gente está muy atenta a los movimientos de todos aquellos individuos que a lo largo del tiempo se han caracterizado por ser tránsfugas de la pala y el zapapicos; del marro y el yunque… de la hoz y el arado… en general de la gente que huye del trabajo esforzado y solo busca “acomodaticiamente” un lugar de privilegio en los mandos de dirección del poder profano que dá el Gobierno.
Hay un caso que ilustra plásticamente lo anterior: el caso de Alejandro Murat Hinojosa –la otrora gran promesa política del sureste-, exgobernador priísta de Oaxaca e hijo del también exgobernador priísta y exfuncionario público, José Murat Casab.
El novel político, miembro de una dinastía de gente que no sabe hacer otra cosa que no sea estar del lado del poderoso y representarlo ante el desposeído, quiso ser el presidente nacional del PRI y no pudo, de frente a un auténtico cuadro y dirigente priísta como lo es el actual diputado federal y exgobernador campechano, Alejandro ‘Alito’ Moreno Cárdenas –su antiguo amigo y “hermano”- un político de pies a cabeza, que conecta con los sentimientos y la ideología progresista de sus afiliados y simpatizantes y que tiene un claro sentido social del quehacer político; además, se ha consolidado en los últimos días, en un genuino proyecto de muchos priístas para recuperar el poder a partir de 2030.
Después quiso ser candidato del PRI a la Presidencia de la República, luego de haber mostrado una entrega febril a la gestión de López Obrador y, muy probablemente con el afán de “vender cara su derrota” ante el poder en turno (siempre los afanes mercantilistas corrientes)… pero tampoco pudo.
Y como se siente un “iluminado” del destino para la política, como si no hubiese más talento y capital humano en este país, una vez “entregada” la gubernatura –materialmente- en diciembre de 2022 al morenista Salomón Jara Cruz, Murat Hinojosa anunció su renuncia a la militancia priísta, bajo el señuelo ofrecido “desde Palacio Nacional” quizá de ser legislador de Morena por su natal Oaxaca en el próximo proceso electoral de junio… o quizá secretario de estado federal con la eventual presidenta de extración morenista, Claudia Sheinbaum.
El tiempo ha transcurrido desde aquel suceso y… nomás no le cumplen al vástago de ‘Pepe’ Murat Casab.
Más de un año ha transcurrido desde aquel señuelo puesto en operación por la “alta dirigencia morenista” y todo apunta a que al expriísta lo dejarán “chiflando en la loma”.
Anteayer lunes, en uno de sus últimos escarceos mediáticos, en el marco de su “sagrado derecho de patalear y de proyectarse a sí mismo”, como toda presa de caza que agoniza en las garras de su depredador, Murat Hinojosa hizo alusión involuntaria a su apellido materno y se puso materialmente “de hinojos” ante el poder formal del presidente López Obrador y su partido, ponderando para las cámaras de Milenio Televisión y el entrevistador Pedro Gamboa, una carretera inaugurada por el Presidente de la República en territorio oaxaqueño, que une a la capital del estado con Puerto Escondido.
“Un evento que marca historia… no es una carretera”… es el “puente al desarrollo, así hay que llamarle a este evento que marca historia” que acaba de encabezar el presidente López Obrador, dijo un enfático y jubiloso Alejandro Murat.
Cuando todo mundo sabe que en Oaxaca y en general en el país, a excepción de las obras del proyecto corredor interoceánico transístmico –que será transexenal-, este gobierno puede contar con los dedos de la mano las obras de infraestructura que ha entregado… y le sobran dedos.
En el lenguaje interpretativo de la política, Alejandrito dijo que en ese evento él “sí se sentía en casa”…. Y no como en el partido donde militaba (PRI), “donde lamentablemente ya se había vuelto apéndice de un partido de derecha”(…) “aquí en Morena, se encuentran los objetivos de pelear por el pueblo y por la justicia social; y eso es lo que representa la transformación”, dijo el oaxaqueño, palabras más palabras menos.
Refrendó “su apoyo incondicional a Claudia Sheinbaum” de quien será vocero según dijo y a pregunta expresa del periodista que lo increpó, nunca contestó con precisión si estaba contemplado como candidato pluri o uninominal al Senado de la República ni a posición alguna; contestó con ambigüedades y buscando las “entrelíneas”…. al modo viejo. Aunque también asumió que esta invitación al evento inaugural de la obra era un “espaldarazo” a su persona y a sus pretensiones políticas (por supuesto que no mencionó los abucheos que recibió en ese evento).
La gratitud y la lealtad son dos grandes virtudes en todo individuo… Alejandrito los desconoce y hasta parece renegar de estos.
Al joven vigoroso y leal de ayer, hoy se le aprecia inserto en comportamientos de los viejos políticos a los que en su tiempo criticó, por agachones, lambiscones, hipócritas y cuadrados.
Con zalamerías y grandilocuencias no se hace política, Alejandro… solo se hace simple “grilla”.
Para infinidad de televidentes, esa actividad de Alejandro Murat es vergonzosa y harto lamentable, porque a él se le consideraba como uno de los “buenos cachorros” del PRI de nuestros días y, penosamente, echó por tierra dignidad, prestancia y formación que por supuesto adquirió al amparo del Partido Revolucionario Institucional, con el impulso de su padre y de Enrique Peña Nieto, a la administración federal, al Sistema Mexiquense de Radio y TV, a la dirección general del Infonavit y a la gubernatura del Estado de Oaxaca.
El principal vástago de ‘Pepe‘ Murat se ha convertido en un mal ejemplo pata las nuevas generaciones de políticos mexicanos pues, por un imaginario plato de lentejas aun no recibido, se ha vendido y entregado mostrando que, lo que más lo interesa a él… es el poder por el poder mismo.
Su otrora hermandad con su tocayo Alejandro Moreno Cárdenas, quedó sepultada por sus actitudes tan abyectas y tan entreguistas.
¿Qué estarán diciendo las y los oaxaqueños de esta tan triste y vergonzosa actitud de su exgobernador?
Autor: Héctor Calderón Hallal
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