La insoslayable brevedad
Javier Roldán Dávila
Como opositor más que un faro resultó farol
Cuando el gobernador de Jalisco, Enrique Alfaro, publicó un video responsabilizando al gobierno de AMLO por los disturbios ocurridos en Guadalajara, sólo le faltó aparecer con una botella de tequila en la mano, un sombrero de charro y gritar: ¡pero sigo siendo el rey!
El lenguaje corporal del mandatario denotaba a un hombre muy lejano del cálculo político, estaba enojado y no esperó que se le pasara el berrinche para contestar, se atrabancó.
Le bastó un revire del tabasqueño, que en tono molesto le dijo que no se retractara, que presentara las pruebas si las tenía, lo que en términos prácticos significa: te acepto el tiro.
Desde luego, los aliados del jalisciense le deben haber dicho que era un pleito perdido, que mejor reculara, a lo cual Alfaro accedió, ahora busca una cita con el Tlatoani, circunstancia que de entrada le fue negada y no se ve para cuando.
Hay que reconocer que cuando el tabasqueño fue Jefe de Gobierno, discutió con Fox en términos poco civilizados, pero aunque el presichente intentó desaforarlo, no se amilanó.
Quizá don Enrique se lo pensó dos veces, porque debe estar claro que por ahí pueden existir expedientes secretos que lo involucran en pecadillos administrativos y ante ello, prefirió perder, que le arrebataran y rajarse. El que tiene cola de paja…que no se acerque al fuego. O como dijera el clásico: hay tiempos de sumarse y tiempos de sumirse.