Norma Meraz
Nada es para siempre, es una frase que nos dice mucho.
Mexico con su régimen político de partidos, se está quedando sin partidos.
Luego de más de 70 años de haber gobernado nuestro país el mismo partido, el Revolucionario Institucional, PRI, en el año 2000 se dio la alternancia; gana las elecciones el Partido Acción Nacional, PAN y logra ocupar la Presidencia hasta el año 2012; primero con Vicente Fox y después con Felipe Calderón.
De 2012 al 2018, regresa el PRI al poder con Enrique Peña Nieto.
Amén de estos dos partidos de larga vida han surgido primero y desaparecido después otros como el Partido Comunista, el Partido Auténtico de la Revolución Mexicana (PARM), el Partido Mexicano de los Trabajadores (PTM), el de la Revolución Democrática (PRD), el Partido Nueva Alianza, el Partido Encuentro Social entre otros. El Partido Verde y Movimiento Ciudadano permanecen con lo que queda del PRD.
Por otro lado, el Movimiento de Regeneración Nacional (MORENA), “partido” a cuyo frente está el mismísimo Presidente Andrés Manuel López Obrador, es un ente político que no acaba de tener institucionalidad.
La permanencia prolongada en el poder tiene sus asegunes y así ocurrió con el PRI.
Un Instituto político que, a fuerza de gobernar a discreción, cometió muchos errores y se desgastó.
Confiado en contar con agrupaciones fuertes cuyos afiliados le daban certeza de un voto duro como el de los campesinos, con la CNC, de los obreros con la CTM y con la Confederación Nacional de Organizaciones Populares, CNOP, en donde cabían desde boleros, voceadores, profesionales, técnicos, empresarios e intelectuales, “se sentó en sus reales” y fue abandonando los compromisos con las distintas clases sociales que le daban sustento electoral.
El último gobierno priísta, encabezado por Enrique Peña Nieto, fue la gota que derramó el vaso. El abuso de poder, la corrupción, y la impunidad por encima de la ausencia de satisfacción de las necesidades ingentes de la mitad de la población del país, de los cuales el 50% de esos mexicanos viven en la pobreza extrema. hizo que cundiera el hartazgo en la sociedad y esta optara por otra corriente política, entregando su voto a Andrés Manuel López Obrador.
Al final del gobierno de Peña Nieto, el PRI no contaba en sus filas con un líder que enarbolará las banderas de justicia social que le habían valido antes y tuvo que echar mano de un tecnócrata apartidista para contender por la Presidencia de la República: José Antonio Meade.
El resultado era evidente, el PRI perdería de antemano.
La base social del Revolucionario Institucional emigró hacia otros lares, dejando endeble el músculo del partido tricolor.
Se sucedieron uno tras otro, dirigentes del Comité Ejecutivo Nacional.
Actualmente quien preside el CEN es un joven proveniente del Estado de Campeche donde se desempeñaba como gobernador, pero abandonó el terruño y a los votantes que lo habían llevado al gobierno para venir a ocupar la cabeza del PRI. Él es: Alejandro Moreno Cardenas , mejor conocido como “ Alito”.
Resulta que “Alito”, no resultó lo que de él se esperaba. Perdió 8 gubernaturas, otros tantos congresos locales y alcaldías; cerca de un millón de votos respecto a la elección
federal anterior.
¡El PRI quedó en los huesos!
Frente a tal desastre, los priistas de ”adeveras”, juraban que “Alito” renunciaría ante tal desastre, pero “Alito” se quedó y declara que se irá cuando termine su encargo en el 2023.
“Alito” es el virus que atacó al PRI.
La elección de gobernador de su tierra, Campeche, la entregó a MORENA.
Los afiliados románticos al Revolucionario Institucional se han constituido en una “Corriente Refundadora” del otrora partido “único” para luchar por el reposicionamiento de este en el país y, mientras esta corriente trabaja en la conformación de una plataforma política empática con la sociedad a reconquistar, “Alito” hace tratos con el dueño
de MORENA, o sea, el Presidente López Obrador para caminar junto a él, aportándole los votos que necesita para sacar adelante su reforma eléctrica en el Congreso.
Vale mencionar que otro “priista”, el gobernador de Oaxaca también cede ante los encantos del poder presidencial, se llama Alejandro Murat. Y está más que puesto para acompañar a López Obrador en sus empeños.
Y volviendo al sistema de partidos, estos, están más que “partidos”; no han logrado consolidarse como verdadera oposición y así sólo pavimentan el camino a López Obrador hacia el 2024.
Así, el PRI está en pandemia. ¡Lo atacó el virus de “Alito”!
¡Digamos la Verdad !