Documental Político
Emilio Trinidad
Sin lugar a dudas su desequilibrio mental, que lo impulsa a la insensatez, la bravuconada, la irreflexión, a la ira, al arrebato y al desquite -que como muchacho de secundaria pretende retar a todos, golpear a todos y ganar de todas todas-, seguirá provocando en Andrés Manuel López Obrador conductas antisociales y muy peligrosas, que lo llevarán a polarizar más el ya muy contaminado y descompuesto ambiente político-social de nuestro país.
Su odio manifiesto para todo aquel que disienta de él, que lo encare, que le diga que se equivoca, que exprese opinión distinta a la suya, alimentará más a las hordas de fanáticos insensibles, ignorantes, pendencieros y provocadores, para llevar a México en lo que resta de su terrible administración, a mayor división, confrontación y choque de frente con otras voluntades, con ciudadanos que dejaron el silencio en su casa, de voces libres que ya se hartaron de sus errores, torpezas, abusos, mentiras y fracasos.
Hay un México antes del domingo 13 y otro que nació, que despertó de su letargo, de su apatía ante el abuso del poderoso, para decir un ya basta a tanta locura, tanto rencor, tanto fracaso, tanta simulación, tanto engaño, tanta ambición de controlarlo todo.
El presidente -Jefe del Estado Mexicano- ha deteriorado, ha devaluado, ha demeritado la imagen de respeto que debiera tener quien porte sobre su pecho la banda tricolor, porque sus impulsos, su incongruencia, su bipolaridad, sus expresiones peyorativas y de constante descalificación para los que creemos en otro país muy distinto al que nos ha llevado, tienen a esta nación en un ambiente de crispación entre buenos y malos, según su retorcida mente.
Hoy ya hay una sociedad que hablará primero en las elecciones del año que viene en los estados de México y Coahuila, y esa sociedad que se mostró en la masiva, multitudinaria marcha de varias ciudades en el país y en otras naciones, se expresará también en las urnas el 2024 cuando se disputen la Presidencia, nueve gubernaturas, 500 diputados federales, 128 senadurías, mil 600 alcaldías aproximadamente y mil diputaciones locales.
México tendrá que hablar, tendrá la obligación de con su voto cambiar el rumbo y destino de la nación. Deberemos por educación cívica salir y acudir a las urnas para que con nuestro voto se pueda reorientar la ruta hacia nuestro crecimiento, hacia la unidad nacional, hacia la reconciliación de todos.
México necesita un presidente que gobierne para todos, no sólo para aquellos a los que les da pan y circo, a los que compra con despensas y regalando dinero que no le pertenece.
De aquí al 24 hay aún tiempo para que la sociedad y los partidos políticos de oposición se unan en torno a una figura que pueda dar la cara y la pelea para sacar de Palacio Nacional a un indigno presidente.
Las torpezas que día con día están cometiendo, los van a ir hundiendo en el fango que han provocado y crecerá el repúdio nacional hacia Morena y sus desacreditadas figuras.
La expresión ciudadana del domingo 13 pasado, marca el inicio de la caída de quien ha destrozado la respetabilidad de la investidura presidencial, de quien ha lastimado, ha dañado los principios elementales de la convivencia política y social de la nación y dejará -como se dice coloquialmente en el béisbol cuando hay casa llena sin outs- el rancho ardiendo.
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