FRANCISCO RODRÍGUEZ
Desde que hace 130 años, en septiembre de 1890, Federico Engels dirigió aquella carta histórica a Joseph Bloch, cualquier dirigente o estratega político en el mundo entendió el concepto del paralelogramo de fuerza necesario para tomar decisiones de cambio. El paralelogramo emblemático era producto de las condiciones objetivas de la sociedad.
Nada ha variado un centímetro. La intuición y la lógica, los dos elementos que separan a los homínidos de los primates, han prevalecido en las decisiones certeras para saber cuáles son los momentos en que deben tomarse. Engels, un filósofo y activista que hablaba y escribía con fluidez en casi todas las lenguas vivas, sabía algo de esto.
Si la historia del mundo es necesariamente dialéctica, los procesos se someten a las condiciones que resultan de fuerzas que se contraponen constantemente y producen los vectores de cambio que se requieren para llevar las cosas a buen puerto. Las formulaciones políticas, la comprensión del tiempo, no están separados de estas consideraciones.
La estrategia se deriva de esto. No hay nada nuevo bajo el sol. Pero cuando no se conoce, la estrategia es sustituida por el capricho, el cinismo se convierte en el estilo universal de todos los fascismos. Los caudillos se creen autónomos y no pueden pensar más allá de sus narices. La vida se convierte en un mercado persa, que es atizado por el paralelogramo de fuerzas, superior a la fuerza del capricho.
Se engañan con las encuestas a modo
La militarización creciente que abruma al país, el espionaje político y las persistentes masacres en el territorio indican que algo o todo anda mal. Que hasta las encuestas patito ya no tienen el morro para sostener que más del 35% de la población apoya las medidas que se están tomando en estos momentos, como sucede en Baja California Sur, Yucatán, Jalisco y muchas entidades más, según sostiene hasta el oficialista Mitofsky.
Brincos dieran en las cabinas de mando si esto fuera verdad, pues desde hace tiempo se sabe que estas mediciones cucharean en favor de Palacio Nacional, simplemente porque ahí es donde cobran las empresas demoscópicas, enriquecidas a base de truculencias. Y el engaño sólo produce engaño, en el mejor de los casos.
Prebendas y obras para el Ejército, incontables
No hay paralelogramo de fuerzas, no hay norte posible, no hay estrategia, ni hay sentido del cambio favorable al país. Las masacres se incrementan en el Bajío, el sistema Pegasus de espionaje político sube como la espuma y se aplica a discreción para que opere la Unidad de Inteligencia Financiera, las prebendas al Ejército son imparables.
La última decisión, la de construir con dinero que hace demasiada falta en cuestiones importantes y urgentes el nuevo aeropuerto de Tulum a cargo de la tropa inconforme es tan descabellada como la construcción encargada a los entorchados de la central avionera de Santa Lucía. Llevan todo el camino de los elefantes blancos.
El mismo que los cuarteles regionales para los elementos de la Guardia Nacional, las dos mil sucursales territoriales del banquito de Bienestar, los proyectos que se encargaron a la soldadesca sustrayendo los fondos que estaban programados para el sector salud. Los caprichos para destinar dinero ahí donde no hace falta y descobijar las obligaciones esenciales del Estado.
El Ejército regular, dedicado a funciones de milusos
A falta de apoyo popular, el apoyo indispensable de las mismas Fuerzas Armadas que, paradójicamente, fueron desarmadas para armar la fantasiosa Guardia Nacional, un esperpento inservible que debe ocupar las funciones de un Estado Mayor personalísimo que se dedique a cuidar al “caudillo”, a hacerlo parecer el hombre fuerte del régimen fracasado. Un Estado fallido, apoyado por un ejército mercenario, en el que sus cúpulas se dedican a acumular el dinero que sirve para amortiguar el golpe institucional.
Aparte de los negocios de las aduanas, puertos y aeropuertos, aparte de intervenir en cuanto bisne se ocurra, el Ejército regular está dedicado a esas funciones de milusos que no tienen llenadera. Son albañiles, vistas aduanales, carpinteros, plomeros y azafatos. Además, deben escoltar las caravanas de los capos del narcotráfico.
En la tropa hay inconformidad creciente. No alcanzan a entender cómo los viejos conceptos del honor, la disciplina y el pundonor profesional han sido cambiados por mentalidades de comerciantes y engaña bobos. Los entorchados, unos cuantos que han aprovechado la ocasión, capitalizan ganancias y contribuyen al malestar de los verdaderos insustituibles, los soldados de la fajina.
La seguridad pública ya no tendrá límites ciudadanos
Ameritados mandos medios han preferido adelantar su retiro, se sienten lastimados en su moral. Lomas de Sotelo es un auténtico batidillo. El problema es que los vacíos le chocan a la realidad política, y han sido llenados por los otros ejércitos: los de El Mencho, los de los capos de Sinaloa, los de los Zetas. También están al servicio mientras los dejen hacerse de mulas Pedro.
En los pasillos de la Secretaría de la Defensa se comenta la inminente llegada del recomendado Sergio Alberto Martínez Castuera, secretario de seguridad pública en Zacatecas, como nuevo Secretario de Seguridad Ciudadana, o lo que eso quiera decir, en lugar del defenestrado Alfonso Durazo, enviado oportuno a perder la gubernatura de Sonora.
Si esto se concreta, aumentará la influencia insoslayable de ese Richelieu autóctono que es Audomaro Martínez, el encargado del Cisen, un general de fajina venido a más, el que recomendó al actual general Secretario. La militarización exacerbada toca los dinteles de otro fracaso, de otro capricho. Más aeropuertos, más represión, ahora sin límites “ciudadanos”.
¿“Por encima de cualquier ley está el pueblo”?
Al mismo tiempo que esto ocurre, el Fondo Monetario Internacional, el último gancho del que pueden colgarse, advierte que Pemex es un barril sin fondo, que chupa recursos de actividades esenciales de salud, y exige que la refinería de Dos Bocas se cancele indefinidamente, hasta que el gasto sea oportuno, hasta que sea rentable hacerlo. Nunca.
En la “mañanera”, lo más preocupante. El “caudillo” dice que “por encima de cualquier ley, está el pueblo”, un pronunciamiento dictatorial puro, que lo convierte de mazazo en el intérprete único de la voluntad popular. Lo único que faltaba para darle la razón a cualquiera que se le oponga, en cualquier terreno de la res publica.
No se irá… y, si lo hace, seguirá mandando desde Palenque
Un periodista bien informado, Alejandro Aguirre, relata la conversación privada que el “caudillo” habría sostenido con varios de sus paniaguados cercanos, y éstos la dan a conocer porque también están hasta la madre de desesperados. Dice el “caudillo” que no le incomodan las gentes (si) que se manifiestan en su contra, pues todavía le alcanza para conservar la mayoría en la Cámara de Diputados.
“Más sabe el diablo por viejo que por diablo, dijo. Ya deberían tener claro que no me iría por ninguna manifestación, y tampoco pasará con la revocación de mandato, porque no la voy a perder, ya tengo armado todo… pueden juntar cien mil o más, pero no le hacen ni cosquillas a todo el pueblo pobre que me apoya…
… al que recibe su beca, al adulto mayor que tiene su pensión, al joven sin experiencia que ahora tiene un pago y antes le decían nini, al del campo, jejeje, con todos ellos fácilmente los rebaso. Les vamos a ganar todas las gubernamental que se disputan, que sigan los adinerados con sus marchas, el pueblo pobre está de mi lado… puedo dejar una persona que aconseje desde mi rancho en Palenque…”
El Presidente no es presidente. El que manda es el capricho
Para el “caudillo” esas son las condiciones objetivas de la sociedad. Ese el paralelogramo de fuerzas, y ésa la estrategia. Sobran comentarios.
Por eso estamos como estamos, y podemos estar peor.
Aquí se acabó el baile, para la concepción histórica del hombrecillo de Tepetitán. Nada existe más allá de sus narices.
Por eso ya encabronó a sus patrones.
Así no se puede.
El presidente no es presidente.
El que manda es el capricho.
¿No cree usted?
Índice Flamígero: Jorge Zepeda Patterson, un periodista que ha mostrado más filias que fobias a la 4T, describe así la relación: “El Ejército lo ama y él ama al Ejército. Las fuerzas armadas se han convertido en el mayor aliado del Gobierno de López Obrador, para beneficio de los objetivos de la 4T y para preocupación de muchos, estén de acuerdo o no con su Gobierno. No solo se trata de que el Presidente se ha apoyado cada vez más en los militares para todo lo que tenga que ver con los proyectos que le resultan entrañables, también por la profunda empatía que parecen compartir y va más allá de una mera alianza política…”
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