La insoslayable brevedad
Javier Roldán Dávila
El despecho es la suma del cuadrado de los agravios
Al cumplir dos años en la Presidencia, Andrés Manuel López Obrador, rindió un informe del tipo al que históricamente estamos habituados: pura autocomplacencia.
De igual forma que sus predecesores neoliberales, el tabasqueño ve un país que sólo existe en su mente y, desde luego, avalado por ‘otros datos’ ajenos a la realidad. En este sentido, podrá decir que es diferente, pero, al menos para dar cuentas, tiene los mismos ‘moditos’.
Sin embargo, a pesar de las múltiples crisis que tiene el país (de seguridad, sanitaria, económica, de apoyo a la ciencia y la cultura, etc.), en algunos casos provocadas por la pandemia y en otros por notables fallas en las políticas públicas de la 4T, el presidente sigue manteniendo una robusta popularidad (60% dicen las encuestas independientes, 70 y pico las oficiales), lo que puede parecer inusual ante la falta de resultados.
El tema es, haiga sido como haiga sido, que don Andrés trae (hasta el momento), la sartén por el mango y como él dice, con ese apoyo le basta para continuar con su proyecto, por lo que no se moverá un ápice de su forma ‘poco convencional’ de gobernar.
En junio próximo, tendrá lugar la jornada electoral, entonces veremos la real medición y constataremos si la profunda tirria social contra los regímenes idos, le alcanza a los morenos para conservar el control de San Lázaro y conquistar nuevas entidades federativas.
Así pues, aunque YSQ no sea la versión tropical de Churchill, le entiende requetebién a eso de medirle el ‘agua a los camotes’ del malhumor social y para ganar, le ha bastado.