Claudia Rodríguez
Cada vez son menos los días para que de acuerdo a como se establece en la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, Andrés Manuel López Obrador deje de ser sólo el ganador de las elecciones presidenciales –con todas las de la ley y una aprobación importante de los mexicanos— y pase a portar la banda presidencial por un periodo de cinco años 10 meses; de acuerdo a lo que marca la reforma político-electoral de 2014, en razón de acortar el tiempo entre la elección, la calificación de la misma y la toma de posesión del Jefe del Ejecutivo federal.
Es cierto que López Obrador desde el primer día tras la elección, el 2 de julio, se vio tan activo como en campaña y fue semanas después que tomó un breve descanso; pero su dinamismo no sólo en la previa designación de más puestos de las mujeres y los hombres que lo acompañarán a partir del venidero primero de diciembre, sino incluso en distintos programas y proyectos que ya involucran de frente a la sociedad, ha dejado en un rezago involuntario el nulo quehacer del propio Enrique Peña Nieto aún en funciones, y de su propio equipo en el Gobierno.
Lo anterior pareciera un acto discrecional del mismo Peña Nieto, pero no facultativo con lo que incumple con su tarea constitucional de gobernar, como si por el sólo hecho de encontrarse su partido político, el Revolucionario Institucional en la lona y casi aniquilado, el mandatario nacional y responsable en muchos sentidos del quehacer nacional, estuviera noqueado, dejando no acéfala la Presidencia, sino dándole paso de antemano al en acción y mediáticamente a López Obrador, quien aún sigue siendo el líder de Movimiento de Regeneración Nacional (MORENA) y no ostenta ningún cargo en el Ejecutivo federal –aunque de facto ya esté instalado en el mismo.
Empero, hay que hacer notar, la forma en que la pre-Presidencia de López Obrador está conformándose, con integrantes exclusivos de quienes lo acompañaron en esta larga carrera a la Presidencia de 18 años, y está por mucho, olvidando llamar a su equipo a más mujeres y hombres con perfiles y militancia fuera de MORENA.
Es cierto que Andrés Manuel aún no es Presidente de la República, pero en cuanto entre en funciones lo será de todos los mexicanos, y tampoco será bien visto, como en Presidencias anteriores, que sólo lleguen los cuates, los del partido, los de los cuadros.
López Obrador debe ampliar sus miras, o el cacique que muchos critican es, tomará tintes reales.
Tiene que estar listo el líder de MORENA para dar el salto, y tomar la sana distancia tan exigible en otros tiempos, entre sus partido político y el Poder Supremo de la Presidencia.
Ya es tiempo de que Andrés Manuel se dé cuenta que no todas sus elecciones son las ideales y que es necesario rectificar en muchos aspectos. Cuando el ganador de la Presidencia lo note y actué en consecuencia; dejará de ser sólo el líder de un partido político.
Acta Divina… Andrés Manuel López Obrador ha dicho que gobernará para pobres y ricos.
Para advertir… La pregunta es si ampliara sus horizontes.
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