FRANCISCO RODRÍGUEZ
Durante los primeros días de este enero, el nuevo régimen deberá abordar las asignaturas pendientes… y urgentes. Las cosas de Palacio avanzan a velocidad inusitada y deben reflejarse en algunos temas que no han podido ser abordados por la necesidad de la reflexión y de su aplicación inmediata, las dos al mismo tiempo.
En medio de la vorágine del cambio y en el centro de las grandes decisiones que han transformado el modo de andar del sistema, como el inicio de las investigaciones sobre el huachicoleo y las conspiraciones cotidianas, el anuncio de medidas contra la corrupción galopante, el alineamiento de fuerzas progresistas contra los instigadores, subyacen algunas decisiones urgentes y trascendentes.
Es necesario abordar el tema de los despidos de personal burocrático de las franjas inferiores de la administración con un criterio de equidad, para que no paguen los platos rotos quienes posiblemente desempeñan el trabajo que los estamentos dorados ni se atreven a abordar.
Habrá que hacer una revisión prudente y mesurada para que se haga justicia laboral entre esas capas diferentes de cuello blanco y las infanterías que al perder el trabajo pierden todo, dejan en la indefensión a sus familias y en el catatonismo a las dependencias.
Debe recortarse en las cúpulas, entre la burocracia dorada, no entre los trabajadores eficaces que desempeñan su labor siendo los ejes en los que gira todo el aparato administrativo. Es una cuestión de simple justicia rutinaria que no debe ser afectada por los enconos, ni desvirtuada por las oposiciones.
Deben definirse con urgencia los tramos de mando y de control entre las dependencias del gobierno federal y los supervisores de Palacio. En materia de adquisiciones de materiales, insumos y personal , jurídicas, comunicativas, administrativas del mayor nivel…
… para que las cabezas de sector no se pierdan en cuestiones insustanciales y permitan desempeñarse a los titulares de acuerdo a las necesidades de cada área funcional. El que mucho abarca poco aprieta y el que no abarca nada, peor.
Orden en los recursos estatales, antes de que los gobernadores culpen a AMLO
Los gobernadores entrantes de Morena en los estados de Tabasco, Veracruz, Chiapas y Morelos, por lo menos, deberán ser escrupulosos en la revisión de las nóminas de sus colaboradores de alto rango para evitar ser infiltrados por caciquillos locales que quieren abusar de su inexperiencia. Lo que se perdió por voluntad popular no puede ser recuperado en intrigas palaciegas en los estados.
Inmediatamente después, deben instalarse en sus funciones de revisión del gasto social etiquetado a los gobiernos estatales los delegados que no han podido hacerlo por falta del presupuesto acordado. Es importante que se ponga orden en esta cuestión, antes que los virreyes locales les echen la culpa de sus propios despropósitos y arbitrariedades.
La instalación adecuada e inmediata de los delegados estatales deberá ser el punto de arranque de la nueva visión del país: el reordenamiento del desarrollo regional equilibrado, los programas urgentes de empleo en el campo y las ciudades, la orientación del gasto social a las comunidades, la depuración de los padrones de beneficiarios, la eficiencia del destino de los impuestos.
El nuevo régimen no puede cargar con la cauda de corrupción del Poder Judicial
Asimismo, urge aclarar a la brevedad los términos y enfoques de los objetivos de la seguridad pública y nacional. Fijar las líneas de mando real en el campo práctico de los dos segmentos, para no volverlos a confundir como en el pasado. Separar, con visión de Estado, lo urgente y lo importante.
La nueva Fiscalía General de la Nación debe depurar sus cuadros. En materia de procuración de justicia deberán fijarse a la brevedad los viejos y los nuevos objetivos. La limpia en los aparatos regionales y oficinas o delegaciones debe ser a fondo. La nueva estructura no puede cargar sobre sus espaldas los anteriores compromisos y la cauda de corrupción que implican.
En materia de impartición de justicia, la Suprema Corta ¿de Justicia?, el Consejo de la Judicatura Federal, los magistrados unitarios y de circuito, los jueces de distrito, los presidentes de tribunales superiores de justicia y sus colaboradores deberán reencauzar sus funciones a la racionalidad que impone el estilo del nuevo régimen político.
Nada por encima de la ley. Se acabó la fiesta. Los objetivos superiores de la Nación y el interés público exigen aparatos de procuración e impartición de justicia apegados a la razón, por encima del tráfico de influencias y de los embutes a que nos tienen acostumbrados, desafortunadamente.
Esto debe reflejarse a la justicia de barandilla en ambos sectores. De ellos puede depender en grado sumo la confianza y la credibilidad de la población hacia el nuevo rostro del Estado. Si las cosas van en serio, estos aparatos deben ser el botón de muestra, el ejemplo indubitable.
Tranquilidad y confianza en las nuevas autoridades para salir de la crisis moral
No se debe perder de vista que el nuevo régimen está reconstruyendo el gobierno republicano, reinstalando la seriedad, ejerciendo un poder que se dejó morir, restaurando lo que quedó del tiradero salinista-atracomulquista. Es una tarea difícil y esforzada, estamos en medio de una crisis económica, política y sobre todo, moral.
El abandono de la pompa y de la faramalla va a ser indispensable. Los servidores públicos deben ser gente con puertas y ventanas abiertas. Escuchar las quejas y demandas de la población afectada, no relegar ninguna de las cuestiones que señalen anómalas en cualquier jurisdicción.
No olvidar que la seguridad estratégica de la Nación depende de asimilar al mercado productivo a los abandonados, de procurar e impartir justicia sin consignas, de atender con eficacia las necesidades urgentes de las comunidades. La seguridad nacional es producto directo de la tranquilidad y la confianza en los mandos.
Mostremos que México es un país decidido a modificar su entorno y sus principios
No olvidar que no puede haber gobernabilidad y credibilidad en medio de la corrupción y la molicie. Los mexicanos hemos sido sometidos a vejaciones interminables y a humillaciones colectivas que deben ser remediadas por gobernantes dedicados día y noche a lo imprescindible.
Atender las asignaturas inmediatas y de corto y mediano plazo puede ser un buen principio. Se puede mandar la señal de que los mexicanos no nos equivocamos el pasado primero de julio. Se puede mostrar al mundo que México es un país decidido a modificar su entorno y sus principios.
¿No cree usted?
Índice Flamígero: Antes que nada, presento una disculpa –¡la primera de 2019!–, pues el maestro Héctor Anaya hace ver al escribidor su equivocación en la columna publicada ayer aquí bajo el título En la Suprema “Corta”, casi nadie se salva. Todos están involucrados: ” Lamento tener que corregir tu información, pero no fue Confucio ni Napoleón el autor de la frase: ‘Los pueblos que no conocen su historia están condenados a repetirla’, sino un filósofo español, George Santayana, quien se desarrolló en Estados Unidos y tiene una vasta obra de pensador. Salió desilusionado de EU y no regreso a España pero se instaló en Europa. En el 68 fue muy citado, uno de nuestros guías teóricos, quien nos hizo entender también que ‘La libertad comienza después del desayuno’. Su frase es muy citada, pero no así a su autor. Alguna vez Fox la pronuncio, más o menos y luego la muy culta corredora Ana Guevara, que transita del PAN a Morena, se la atribuyó a ‘nuestro señor presidente Fox’.” Gracias, al novelista y literato Héctor Anaya. Corrección aceptada.
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