Redacción
Noticias MX.– El pasado 26 de octubre, durante una gira de trabajo por la comunidad indígena de Etchojoa, Sonora, el presidente Andrés Manuel López Obrador de algún modo se comparó con Jesucristo por su trabajo en favor de los “más necesitados” y también adelantó que será el “cristianismo” la ideología que marcará el rumbo de la Cuarta Transformación.
A los indígenas mayos les dijo: “El propósito es que tengan mejores condiciones de vida y de trabajo los más necesitados; esto es humanismo, esto es justicia y es cristianismo. Me van a criticar pero lo voy a decir. Miren: ¿por qué sacrificaron a Jesús Cristo? ¿Por qué lo espiaban y lo seguían? Por defender a los humildes, por defender a los pobres. Esa es la historia real”.
Acompañado por la gobernadora de Sonora, Claudia Pavlovich, el mandatario prosiguió: “Entonces que nadie se alarme cuando se mencione la palabra cristianismo. Cristianismo es humanismo. Todas las religiones tienen ese propósito: el humanismo, el amor al prójimo. Esa es la justicia social, se le puede llamar solidaridad, se le puede llamar de distintas maneras, pero es realmente ser fraterno con los demás, que haya humanismo, que no se le dé la espalda al que sufre”.
Como lo preveía, su posicionamiento provocó polémica, porque al fin definió con claridad que su gobierno será de inspiración cristiana.
El investigador Guillermo Hurtado, exdirector del Instituto de Investigaciones Filosóficas de la UNAM y coautor del libro La filosofía y la Cuarta Transformación de México –en el que ya se analizan algunas directrices cristianas del actual gobierno–, comenta: “En su discurso de Sonora, López Obrador anuncia que la ideología del nuevo régimen es el cristianismo. Hace explícito algo que antes no había hecho, pero que ya dejaba entrever en discursos anteriores. Ahora nos aclara las cosas”.
Hurtado refiere que, con este posicionamiento, el tabasqueño retoma la “larguísima tradición del cristianismo político mexicano”, aunque ahora con una característica propia, a la que define como una “teología populista” por nutrirse del contacto directo entre López Obrador y el pueblo, sin ninguna mediación de las instituciones eclesiásticas.
Comenta al respecto: “López Obrador está implementando una teología populista porque hace a un lado a las instituciones eclesiásticas –de cualquier iglesia que sean– para tener una relación directa con el pueblo. En varias ocasiones él mismo se ha autodefinido diciendo: ‘Yo me hinco donde se hinca el pueblo’. Y así es, al grado de que ha participado en rituales prehispánicos porque le permiten tener contacto con la población indígena. Pero él nunca se va a hincar ante algún obispo católico ni tampoco ante la autoridad de otra Iglesia.
La figura de Jesucristo
En su oficina de la UNAM, el filósofo reitera que esta “concepción cristiana” de la política ha estado presente a lo largo de toda la historia de México, por lo que no es ninguna novedad que hoy, bajo la forma de una “teología populista”, esta vieja tradición sea retomada por el presidente en turno, un émulo más de Jesucristo.
Sobre este punto, Hurtado aclara: “Muchísimos políticos se han inspirado en Jesucristo, no es nada extraño. Y López Obrador, por lo que se ve hasta el momento, trata de seguir a la figura del Jesucristo hombre, histórico, maestro moral de la humanidad, dejando a un lado al Jesucristo divino, hijo de Dios. No se ha deslizado hacia esta dimensión sobrenatural.
“De esta manera, supongo, el cristianismo de la Cuarta Transformación será solamente de tipo moral. Aunque aquí debe tenerse muchísimo cuidado, pues el cristianismo moral y el religioso no están tan separados como se piensa. El moral suele abrirle las puertas al religioso y, por lo tanto, a las iglesias. ¿Cuál será la relación del cristianismo lopezobradorista con las distintas iglesias? Esa pregunta trae muy preocupados tanto a los liberales defensores del Estado laico como a los militantes de la vieja izquierda mexicana.”
Coincide en que, efectivamente, urge una transformación moral de la sociedad, por lo que considera plausible el combate emprendido por López Obrador contra la corrupción en la administración pública.
No lo convence, sin embargo, el reparto de la Cartilla moral con la que el gobierno intenta imbuir a la población de principios morales. “El reparto de la Cartilla moral servirá de muy poco; es como tirar la semilla en una tierra árida y sin abonar”, dice.
También ve con escepticismo la utilidad que pueda tener la llamada Constitución Moral, documento base para la renovación moral del pueblo y que –según prometieron los constitucionalistas que la están elaborando– deberá estar lista para finales de este año.