Documental Político II
Emilio Trinidad Zaldívar
¿De qué se puede sentir orgulloso o satisfecho el presidente Andres Manuel López Obrador ya en su cuarto año de gobierno? ¿De que hoy sus hijos son prósperos y multimillonarios empresarios?
¿De las exitosas gestiones de sus hermanos para hacerse de dinero del erario sin ser sancionados? ¿De lo generosos que son sus colaboradores para darle sendos negocios a su prima Felipa en varias dependencias del gobierno federal, también sin castigo alguno? ¿De las millonarias adjudicaciones directas a empresarios amigos que les dan su respectivo 30 por ciento de comisión por hacerlos más ricos? ¿Será que está muy satisfecho, orondo por los más de 300 mil muertos por la pandemia mal enfrentada, en la que su gobierno ha sido ineficiente y criminal, sin empatía con el dolor humano?
¿Estará feliz y tranquilo por los miles de feminicidios? ¿Por los más de 170 mil muertos por los cárteles del narco y por todo tipo de bandas delictivas que en pleno día acribillan a quien quieren? ¿O por las comunidades que toman y gobiernan los grupos del crimen organizado?
¿Será por sus contradicciones? ¿Sus ocurrencias? ¿Sus conflictos con todos los que piensan diferente a él? ¿Por la monumental fortuna de Manuel Bartlett?
¿Estará orgulloso el presidente porque el lunes solo fueron asesinadas 68 personas y para él eso indica que no fue un día malo? ¿Qué pensarán los familiares de esos muertos con una declaración de esa naturaleza de quién mal gobierna?
¿Estará el tabasqueño alegre, muy alegre por la venta del avión que no vendió? ¿O vuelto loco de emoción por la falsa “austeridad republicana” cuando vive en un Palacio cual rey y lo alimentan de los más caros productos? ¿Estará sumamente satisfecho por la erradicación de la corrupción que dice se acabó pero se fue al alza? ¿O será su orgullo y satisfacción saber que los pobres y marginados se duplicaron antes de la mitad de su gobierno? ¿De la ofensiva riqueza de su Fiscal General Alejandro Gertz Manero? ¿O será por la histórica falta de todo tipo de medicamentos?, ¿o por los niños con cáncer que mueren al no contar con sus tratamientos? ¿Quizás de la impunidad de que gozan Enrique Peña Nieto y principales colaboradores? ¡Por Dios, cuánta alegría invade al presidente!
Sigo dándole vueltas y vueltas a mi cabeza para entender por qué su emoción, su serenidad, su alta vanidad. ¿Será ésta por los muertos en la Línea 12 del Metro? ¿O por los pequeños fallecidos del colegio Rebsamen? ¿Conocerá Andrés Manuel López Obrador el remordimiento de conciencia?
¿Estará gustoso de placer por los cientos, miles de migrantes que invitaba a México porque habría trabajo para todos y lo que han encontrado es la muerte? ¿Festejará el presidente además de la Navidad por su magnífica relación con la mamá del “Chapo” y por la exitosa protección que brinda a sus hijos que hasta hacen festejos a sus sicarios y cientos de trabajadores como reto a la millonaria recompensa por su captura?
Sea lo que sea que permita dormir al presidente, lo cierto, lo real, es que este país está peor que nunca. México se desgarra por una realidad que él no ve, por su ineptitud, su ineficiencia y su permanente engaño.
Pronto, muy pronto, su partido terminará así, partido, dividido, por su descarado apoyo a Claudia Sheinbaum; por el engaño de supuestas encuestas para elegir candidatos cuando él es el que decide quiénes deben ser los abanderados de Morena a los gobiernos de los estados. Los heridos, los engañados, los utilizados, los corridos de su gobierno, pronto se la cobrarán.