La insoslayable brevedad
Javier Roldán Dávila
Debido a que ‘levita’, no se da cuenta que ya perdió el piso
El presidente López Obrador, está fuera de sí, no entiende que, como mandatario, es un hombre público y, por lo tanto, es sujeto de la observancia de los medios de comunicación, además, del grueso de la ciudadanía.
Es claro que, en ocasiones, los reportajes sobre su persona y acciones, pueden ser tendenciosos, sin embargo, existen mecanismos, como el derecho de réplica, que permiten, a cualquiera, esgrimir su versión de los hechos. Denostar es resentimiento.
Por otro lado, las reglas comunitarias de las redes sociales son precisas y, al ejecutarse, no distinguen el cargo o poder económico del usuario, basta que le pregunten a Donald Trump.
Divorciado del principio de realidad, el tabasqueño se asume predestinado (lo de mesías tropical de Krauze, es una definición exacta), supone que toda crítica o norma aplicada a sus actos, es un hecho sinrazón por un simple argumento: él, no se puede equivocar.
Faraón involuntario, lanza asertos descabellados: ¡me hacen lo que el viento a Juárez! ¿Qué decir?
En su interpretación monográfica de la historia, no viene explicado el concepto ‘memento mori’, es obvio. El crujir de dientes, será tremebundo.