Documental Político
Emilio Trinidad Zaldívar
Con la fuerza destructora de un huracán categoría 5 -de comprobarse que es el responsable-, caerá sobre sus hombros su brutal desplante de poder, de intolerancia, de autoritarismo, de arrogancia, de prepotencia, que exhibirían a un Presidente acorralado, desesperado, debilitado, muy enojado y fuera de sí, que como fiera herida suelta su resto, su ira para defenderse y sobrevivir, para acabar con todo lo que no le cuadra.
Así sería el inevitable resultado de su osadía de exigir y lograr la renuncia de la valiente periodista Azucena Uresti del noticiero estrella de Milenio televisión, quien venía siendo sumamente incisiva sobre temas que el que se cree dueño de México no podía ocultar.
¿Será porque su pecho no es bodega y porque no es partidario ni amante del odio, el rencor y la venganza?
¿O será porque no quiso quedarse atrás del ridículo y berrinche que hizo el aún líder del PAN, Marko Cortés, que mostró su impericia política y estupidez para hacer públicos acuerdos que siempre se habían mantenido en privado?
¿O Andrés Manuel López Obrador midió bien y prefiere sacrificarse él antes de sacrificar a Claudia Sheinbaum y distraer la atención luego de la balconeada que les propinó Sanjuana Martínez, a la que Luisa Alcalde, secretaria de Gobernación, le exigía un moche de 50 millones de pesos de Notimex para la campaña de la ex jefa de Gobierno?
Con este Presidente de dislates, de incongruencias, todo lo que niega es, y lo que garantiza se hará, será o habrá, jamás sucede o se logra. Esa es la historia de un farsante, de un manipulador, de un chantajista, de un hombre que hace todo lo contrario a lo que dice.
Es Andrés Manuel López Obrador reflejo y descripción exacta de todo ello y el mayor fraude a la nación y a su pueblo; ese pueblo que dijo que serenaría, que uniría, que sacaría del fango de la corrupción, al que le daría estabilidad, seguridad, paz, crecimiento, salud, justicia y educación.
Ese pueblo al que le ofreció cero impunidad, transparencia, rendición de cuentas, respeto a su Constitución y a los Poderes Legislativo y Judicial; sí, ese pueblo que hoy ha sido objeto del mayor fraude al que pudiera ser sometido por un Presidente estafador y enfermo de Poder, hundido en su desesperación por saberse fracasado en su intento por ser mejor que Juárez, que Medero, que Cárdenas; por tener claro y no reconocer que carece del talento, serenidad y preparación que se requiere para ocupar una silla que le quedó demasiado grande.
El error del presidente de exigir -reitero si es que se comprueba su injerencia- para que quitaran a Azucena Uresti de la conducción de un noticiero que se había convertido en el mejor espacio a la hora estelar de la noche, como antes lo hizo con Televisa para retirar del aire a Joaquín López-Dóriga y a Carlo Loret de Mola, habrán de ser parte del epitafio que caerá sobre su tumba política cuando entregue la banda presidencial que quisiera para permanecer, coser a su cuerpo.
El tabasqueño va derechito al basurero de la historia y dejará un país deshilachado, carcomido por sus odios, dividido por su insensatez; un país que incendia todos los días empeñado en convertirlo en su imperio, en su monarquía, para que haya súbditos y no ciudadanos.
Sea cual sea el lado al que se cargue el voto el 2 de junio del presente año, lo cierto es que quien le suceda, Sheinbaum o Gálvez, tendrá una titánica labor de recomponer, de apaciguar, de llamar a la concordia, a la pacificación, a la unidad, a la coincidencia por un México y futuro mejor.
Lo malo es que para muchos no hay hacia dónde hacerse. Las pruebas de corrupción de los hijos, los hermanos y la prima del Presidente, dañan a Claudia Sheinbaum Pardo, tanto como la inseguridad, las masacres, la farmaciotota sin medicamentos, los muertos de la Línea 12 del Metro, los fallecidos en el colegio Rébsamen, el incremento a las gasolinas, Dos Bocas, el huachicol, el AIFA, el Tren Maya, los migrantes muertos quemados. Los asesinados, los desaparecidos, los niños con cáncer olvidados.
Con todo eso cargará una candidata atada a López Obrador, obligada a no hacer señalamientos, a guardar silencio, a aplaudir lo que millones repudian; pero del otro lado también hay manchas o prietitos en el arroz que no le permitirán a Xóchitl Gálvez caminar con certeza, con solidez y seguridad.
Deberá la hidalguense tragarse sus palabras que hoy utiliza estratégicamente el partido Morena para desacreditarla, para dañarla, cuando hace algunos años decía que en el PRI había ladrones y que eran lo peor de la política, cuando son parte de los que la impulsan.
Lejos está Xóchitl Gálvez de ser una maravilla y una estadista a la que le nacieron de un día para otro todo tipo de virtudes, como la quiere hacer aparecer Kenia López Rabadán.
Encadenarse en el Senado y disfrazarse de botarga en ese recinto legislativo en plena sesión, serán parque para que le tundan un día sí y otro también.
Claudia Sheinbaum tiene la enorme ventaja de ser la escogida del Presidente, de contar con recursos financieros ilimitados de Palacio Nacional, de los 23 gobernadores de Morena, de los Congresos locales en los que son mayoría, y de la delincuencia organizada que tanto han protegido.
A ella le dijo López Obrador que habría que obedecer y callar y lo está cumpliendo al pie de la letra.
La disputa es muy dispareja, pero en una de esas y gracias a que tiene hasta hoy poca cola que le pisen, Xóchitl Gálvez podría dar la sorpresa y comenzar a crecer en el ánimo ciudadano aunque en las encuestas pagadas desde el Poder la sigan colocando a más de 15 o 20 puntos por debajo de la doctora Sheinbaum Pardo.
El tiempo y la voluntad ciudadana irán poniendo las cosas en su lugar.
Pronto lo sabremos.
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