Joel Hernández Santiago
Por supuesto que la versión oficial trata de suavizar las razones y el tono en el que se dio el encuentro entre el presidente Andrés Manuel López Obrador y Jared Kushner, el yerno y mensajero permanente del presidente de Estados Unidos, Donald J. Trump.
Esta reunión ocurrió el martes 19 de marzo en una cena en la casa de Bernardo Gómez, vicepresidente de la empresa Televisa y a la que asistió, también y de última hora, el canciller mexicano Marcelo Ebrard.
Al encuentro se le avisó al presidente mexicana con muy poca anticipación y esto fue a través de una llamada del funcionario de Televisa para decirle que lo esperaba a cenar en su casa, con Kushner, para tratar asuntos bilaterales delicados. Marcelo Ebrard –dice una fuente reservada- no tenía conocimiento de la cena y fue avisado por el mismo presidente mexicano 90 minutos antes. No se invitó tampoco a la embajadora de México en Estados Unidos, Martha Bárcena.
Según el presidente de México, fue un encuentro “entre amigos para la reconciliación nacional e histórica”. Aunque en su conferencia mañanera del 20 de marzo (cuando ya se había filtrado a medios y redes y éstos habían dado cuenta del encuentro privado), dijo que se habló de un Plan de Cooperación Bilateral para una inversión de 10 mil millones de dólares para el país y Centroamérica a fin de estimular la economía y el trabajo y evitar la migración laboral…
Esto parece innecesario toda vez que hace semanas se había anunciado este plan de inversión millonaria para la zona ya que siguen llegando migrantes centroamericanos, a través de México, hacia los Estados Unidos y porque que el tema migratorio es parte de la agenda bilateral pública.
En todo caso el enviado vino a otra cosa. Vino para traer mensajes del presidente de los Estados Unidos que no tienen la intención de hacer públicos y que tienen que ver con el estado del proceso económico de México al que las calificadoras –precisamente internacionales- han calificado de riesgosa para la inversión ya que las políticas públicas y económicas del gobierno de México –dicen estas– son “erráticas e indefinidas”…
… Y que las soluciones para sacar de la crisis económica a Pemex son “insuficientes”… Lo mismo que han dicho las calificadoras Fitch y Standard & Poor’s. La primera de ellas apenas un día antes anunció una baja en la perspectiva de crecimiento económico de México de 2.1 a 1.6…
La advertencia sería que al gobierno de Estados Unidos no le gusta este proceso que pone en riesgo sus inversiones aquí. Kushner no vendría a México para reiterar lo que ya está en la agenda pública de ambos países: tema migratorio. Pero si vino para traer las preocupaciones del gobierno de su suegro en materias distintas, la económica, pero también…
México sigue siendo un país estratégico para Estados Unidos. Es su zona de riesgo e influencia. Y el gobierno de aquel país tiene a México de tal forma fichado, vigilado, controlado por los riesgos que ellos mismos han denominado “frontera porosa” a la del sur del país, pero también porque ven con enojo la posición del gobierno mexicano con respecto a Venezuela en contraposición a las decisiones del gobierno de Trump ahí.
México ha mantenido los principios de “libre autodeterminación de los pueblos y de no injerencia en los asuntos internos de otros países” como elementos rectores de la diplomacia de México. -–la Doctrina Estrada de 1930–. Esto que busca recuperar el respeto de un país hacia otro, también tiene que ver con el respeto que México exige de forma constitucional al gobierno de Estados Unidos: no injerencia en asuntos internos de México.
Sin embargo, al negarse México a formar parte del Grupo de Lima y no recurrir al discurso diplomático extremo para exigir la salida de Nicolás Maduro de la presidencia de Venezuela como requisito para la democratización de Venezuela, se interpreta que el gobierno de AMLO, de forma tácita, apoya al gobierno de Maduro…
Pero un mensajero de este nivel no viaja a otro país si no es por asuntos muy delicados.
Esta vez el enviado busca reunirse con el presidente López Obrador y lo llama para que acuda a su encuentro, no a la inversa. Como mandan las reglas de las relaciones internacionales y diplomáticas: que el mensajero deberá acudir a la casa oficial para tratar temas oficiales. No ésta vez. Llamaron al presidente mexicano y a su canciller: a “una cena de amigos”. Y fueron. La forma es fondo, diría un viejo político.
Muchos otros temas muy delicados debieron tratarse ahí, en la casa de un representante de una de las empresas de televisión más importantes de México. Y el permitir que éste escuchara las razones del viaje también significa la importancia que el gobierno de Estados Unidos otorga a Televisa. Muy malo es que éste empresario mexicano de medios, permita esta falta de consideración y respeto al gobierno mexicano y a los mexicanos.
Porque independiente de la naturaleza de los temas tratados esa noche ahí, y que escapan a la agenda pública, los mexicanos tenemos que estar informados de lo que se teje en las relaciones de México con Estados Unidos, con el mundo y con los intereses mexicanos en juego. ¿O no se dice que se gobierna con el pueblo y para el pueblo y que la transparencia es rigor?
Poco a poco, como ocurre siempre, iremos viendo qué más se trató en esa cena que quiso ser secreta y cuáles serán las consecuencias para nuestro país.
jhsantiago@prodigy.net.mx