Valentín Roschacher, jefe del departamento central suizo contra el narcotráfico, se encargó desde hace tiempo de analizar las actividades del mega negocio mexicano de la droga y de la delincuencia organizada. Éstas son sus palabras, sacadas del informe helvético sobre las acciones del trasiego y su incidencia en la política tenochca:
“Ya desde finales de la década de los setenta, los hermanos Carlos y Raúl Salinas de Gortari fueron introducidos en el negocio de las drogas por su padre, Raúl Salinas Lozano, quien hubiese visto con más agrado a Raúl a la cabeza del Estado en México; sin embargo, se decidió a darle todo el apoyo necesario a su hijo Carlos…”
Roschacher, una autoridad incuestionable en la materia, fue el fiscal designado para investigar el entramado del dinero depositado en bancos suizos por los mandarines mexicanos. La pesquisa, conocida mundialmente –menos aquí– señala a “una administración criminal trabajando para enriquecer a un pequeño grupo de políticos y empresarios”, como lo reconoció el propio Carlos Salinas en un artículo posterior en la revista gabacha Newsweek.
Tal parece, escribió el actual caudillo de los priístas en la revista estadounidense “que la investigación suiza podría generar una falsa imagen que concluiría que dedicamos el gobierno a conspirar para debilitar las instituciones y buscamos la alta responsabilidad que adquirimos sólo para este propósito”. Como boca de santo.
Saquearon las riquezas de México, a partir del narco-salinato
Numerosos documentos, sobre todo bancarios, que indicaron que durante el sexenio 1988-1994 la familia Salinas de Gortari y algunos allegados, Cabal Peniche, Carlos Peralta, Hank González, Margarita Nava y Paulina Castañón, ambas parejas de Raúl; Roberto González Barrera, los Ruiz Massieu y sus hijos, más los políticos de siempre, participaron movilizando enormes sumas de dinero de México al extranjero, en operaciones disimuladas con identidades falsas y empresas de membrete que son típicas de clanes criminales.
La investigación suiza invitó a las autoridades mexicanas a profundizar y desenredar el entramado negocio de las fugas de capitales y de la entrada de dinero a las campañas electorales provenientes de las mafias del narcotráfico. Pero ante la evidente complicidad con los carteles, la PGR y todas las barandillas nacionales tuvieron que callar.
Miles de testimonios, como el del teniente Antonio Chávez Ramírez, jefe de la escolta personal de Raúl Salinas, policías federales desaparecidos y militares de alto rango en chirona para asegurar su silencio, involucraron a grandes figurones de la industria regiomontana y del Estado de México, inodados en esos intríngulis.
Cooperacha para los dientes del padre de Carlos y Raúl Salinas
Y es que nadie se había podido explicar cómo es que un burócrata de medio pelo como Raúl Salinas Lozano, crecido al amparo del rifle sanitario de la imaginaria fiebre aftosa en el alemanismo y hecho secretario de Industria y Comercio por López Mateos, había logrado acumular el poder descomunal para meter a Carlos en las grandes ligas de la sucesión presidencial.
El mismo Edmundo Flores, de aquéllos economistas que sabían de lo que hablaban, relató en su libro Antesalas del poder el estado de necesidad terminal que tenía Salinas Lozano a mediados de los cincuenta, cuando sus viejos amigos del café de Sanborn’s de los Azulejos, en el Centro Histórico de la CDMX, se habían cooperado para cambiarle los puentes dentales en ese trance. Jodido, muy jodido estaba.
Entre ellos, el después banquero Carlos Abedrop, el que junto con Salinas Lozano fue designado por el exterminador del cebú mexicano de alto registro, Nazario Ortiz Garza, para encargarse de abrirle las puertas de su despacho. Ahí se trataban casos de millonarios en serio, temerosos de la extinción de sus ganaderías rurales.
Pero el negocio del narcotráfico les abrió otra realidad. En el mundo circulaban por aquel tiempo una cantidad inusitada de dólares, valuada en 12 billones de dinero líquido que buscaban puerto seguro, y el más seguro fue, precisamente, nuestro país.
El poder de Salinas Lozano se volvió descomunal. En el otro extremo del “bisnes”, el de Carlos Hank González, el hijo político de Isidro Fabela, el gran sicario de los imposibles. Amo y señor del Grupo Atracomulco. Los íconos del desarrollo estabilizador, aquél que sacrificó los salarios miserables de los trabajadores, ensanchó las fronteras de protección de las industrias ineficaces y las potencialidades de los agricultores nylon para forrarlos de dinero del pueblo, quitarles impuestos y alentar todos sus propósitos con dinero del presupuesto nunca se fueron .
Y ahora satanizan al desarrollo estabilizador, del que comieron
Ahora, Carlos Salinas de Gortari, convertido en gran timonel de la campaña priísta del pringado Meade, manda a decir al Ángel de la Dependencia, Gurria Treviño –el mismo que desde la OCDE supervisa los paraísos fiscales– que se opone a la llegada o a cualquier mínima propuesta de otro desarrollo estabilizador.
Han llegado al extremo de satanizar como un período fantasioso de crecimiento con desigualdad e injusticia, achacándole al modelo la creación de todos los males, aunque haya sido llamado como el milagro mexicano, del que sus papis comieron con manteca, en el que se hicieron de mulas, Pedro.
Los estrategas del desarrollo estabilizador, ése que logró sobrecogedores crecimientos del producto nacional bruto a niveles nunca vistos, sacrificando los reclamos de la base trabajadora, fue la atalaya desde la cual los economistas de todos los gabinetes chuscos hicieron su base de poder. El desarrollo estabilizador fue el período en que la economía mexicana se vio caracterizada por un alto crecimiento de la producción, bajas tasas de inflación y estabilidad en el tipo de cambio. El desarrollo dstabilizador fue sumamente exitoso en el sentido de alentar el máximo nivel de producción bajo estabilidad de precios.
Ahora dicen que ya no sirve. Porque hasta el mismo modelo de desarrollo estabilizador les queda chico, es incómodo para el nuevo modelo de arrase de tierra, de extinción de ingresos, de despiadada acumulación en boga. Es más, ahora ya nada les alcanza, porque han logrado la complicidad con la delincuencia de todos niveles, y se creen intocables e infalibles.
Se trata de sacrificar todo y a todos los miembros del clan en la esquizoide búsqueda de más privilegios y prebendas para los mandarines del sistema, un grupito de familias en verdadera Jauja, desde el desarrollo estabilizador, hace setenta años. Pueden gastar miles de millones en publicidad para apalear, perseguir, denostar al puntero, porque sus negocios valen mucho más que eso.
Ante la avalancha que les viene encima, la Ley de Seguridad Interior
Pero el pueblo quiere baraja nueva. Es el sistema social destruido en ebullición el que reclama superar los moldes del esquema político y económico fracasado por la ruindad y el perpetuo abuso a sus bolsillos, a su seguridad, educación, cultura y salud.
Pueden acusar con flagrancia de lavado de dinero, de crímenes políticos, de delincuencia organizada a todos sus adversarios, porque al fin y al cabo, es un caminito que de tanto recorrerlo acabaron por inventar en todas sus modalidades. Conocen el jueguito, donde acaba y termina. Los peores jueces son los mejores criminales.
Están fincados sobre el odio al populacho. Sobre una fobia que consume hasta sus pobres entendederas. Ante la avalancha política que constatan son capaces de vender el alma al diablo, siempre lo han hecho. Pueden, desde la dirección insensata del salinismo hasta irse al desfiladero, siempre y cuando demuestren su poder inconsulto.
Poseídos del odio y el miedo, aislados del pueblo, son capaces de recurrir a todo: hasta suspender las garantías individuales, decretar el estado de excepción y de sitio, fabricar criminales y sembrar pruebas de sedición en todo el territorio para tener la discutible legitimidad de imponer a rajatabla la represión que contiene la Ley de Seguridad Interior, buscando posponer la elección, hasta que ésta les ofrezca el triunfo.
Frente a la Mafia del Poder sólo queda el voto masivo e ineludible
Sembrar a México de cadáveres políticos, acabar con todo vestigio de oposición y quedarse con el cascarón del PRI, como nuevos Chuchos tricolores, expuestos a que nadie los vea ni los oiga, sólo los repudie y los sentencie. Esa es su ralea y su baja estofa.
Frente a eso, sólo queda el voto masivo e ineludible. No hay poder en el mundo capaz de remontar la voluntad popular, la única arma de resistencia frente al embate y la muerte civil. ¡Muera la dictadura!
¡Todos a votar!
Índice Flamígero: Las matemáticas no mienten. Cero más cero es igual a cero. Así, matemáticamente, el cálculo errado del PRI –¡ooootro!– al “sumar” a Armando Ríos Píter a la campaña de Meade. + + + Critican a la alianza Juntos Hacemos Historia por agregar a esa causa a personajes provenientes de partidos distintos a Morena, pero se mantienen callados, creyendo que así se ven más bonitos, cuando se les pega el impresentable Silvano Aureoles –el de los trajes de cientos de miles de pesos– a la campaña tricolor. El todavía gobernador de Michoacán, empero, ya enfrenta un juicio del partido que en mala hora lo llevó al poder. + + + De ser cierta la versión de que, por instrucciones del caudillo Carlos Salinas de Gortari, los priístas ya están considerando dar su apoyo a Ricardo Anaya –toda vez que el candidato pri-itamita sigue estancado en un lejano tercer lugar–, Jorge Castañeda ya lo confirmó al señalar, apenas, en entrevista con René Delgado de Reforma, un acercamiento entre el PRI y el Frente PAN-PRD-MC, ya que los números no favorecen a José Antonio Meade.
www.indicepolitico.com / pacorodriguez@journalist.com / @pacorodriguez