ESCUCHE PRESIDENTE
Por Guillermo C. Zetina
Miércoles 6 de febrero de 2019: Jesús Reyes Heroles, ex director de Pemex, abre la boca: “Tula, mejor opción para la refinería que Dos Bocas”. Lunes 11 de febrero de 2019: Manuel Bartlett, director de la CFE, lo señala como presunto culpable de varios ilícitos contra la paraestatal. En 4 días el hijo de don Jesús sintió todo el peso de la entelequia esa llamada 4T; mejor se hubiera quedado callado. Ahora, es el emblema de una batalla contra la corrupción que sólo está en buenas intenciones. Amlo dice que va contra los ladrones del erario; el mismo Amlo los perdona a priori; ¿cómo entender eso?
López Obrador es un político a la antigüita; desde sus inicios en la política (en el PRI tabasqueño) viró hacia la lucha social, siempre haciendo alarde de honradez y sencillez. Su paso por el Instituto Indigenista estatal lo ubicó del lado de los más olvidados, de los más jodidos. Después toda su carrera la haría con el pendón de las reivindicaciones. Así encabezó la toma de pozos petroleros en su tierra, porque Pemex saqueaba las comunidades, las destruía y devolvía migajas a cambio; así también encabezó un cuestionable levantamiento popular contra la CFE, con la cultura del no pago, que por cierto costó millonadas después al erario.
En su campaña dijo hasta el hastío que llamaría a cuenta a los rapaces, a las mafias, a los ladrones y eso fue vital para que 30 millones le creyeran. De pronto, como triunfador del 2 de julio del 18, el tabasqueño nos dejó atónitos: no habrá castigo contra ningún corrupto. Todos perdonados. Todos inocentes. Su escandalosa popularidad le permitió eso y más. Pero ya en el gobierno la cosa no la tiene tan fácil. Los corruptos deben ser enjuiciados, quiera o no el presidente. No es su atribución decir si se castiga o no a los pillos.
Han pasado 80 días de su presidencia y hay un mal sabor de boca de esa atribución que se tomó el presidente. México ocupa los primeros sitios en corrupción a nivel mundial y en el sexenio de Peña las cosas se salieron de control de una forma histórica y escandalosa. El mandatario sigue, como decimos en Tabasco, montado en su macho. Ningún político delincuente del pasado será llevado a tribunales. Tal parece, dicho en broma, que sólo deportando a EU hay castigo a los delincuentes; ahí está lo del Chapo. Porque aquí en México la impunidad parece que se sublimará en los años del de Macuspana. El costo político le tiene sin cuidado a López Obrador. Sus 30 millones le permiten eso y más. Lo malo es que los corruptos pueden volver a asomar en su propio gobierno sin que nadie los persiga. Palabra del señor.
¿Imaginaron alguna vez que el impresentable Bartlett fuese el inquisidor? ¿Se puede, desde la CFE, encabezar cualquier lucha contra los delincuentes, si el poblano tiene la cola más larga que su carrera política? ¿Qué tienen que decir de esto tanto Gertz como el propio Scherer? Que un malandro les dicte el paso a los procuradores de justicia sólo puede ocurrir en México.
Lunes 7 de febrero de 2019; frente a la Seido petroleros dicen que quieren la cabeza de Carlos Romero Deschamps a quien le cuelgan enriquecimiento ilícito por 150 millones de dólares. Una semana antes, (30 de enero) López Obrador dijo que ya hay una denuncia contra Romero por robo de combustible. Pero en el ambiente no se percibe que haya nada contra el rapaz petrolero. Es decir: el estilo del presidente es denunciar la corrupción…pero amnistiar de antemano a los corruptos. Difícil de entender.
Martes 12 de febrero de 2019: en Villahermosa, su tierra, la diputada priísta Katia Ornelas dice en el Congreso que el gobernador morenista Adán Augusto López debe denunciar ante la ley al ex gobernador Arturo Núñez, y cita un “saqueo” de 10 mil millones de pesos. Hasta hoy, el presidente no ha tocado este tema. Lo que sí fue sabido hace unos meses en Tabasco es que, oooootra vez, López Obrador le hizo al todopoderoso y exoneró “moralmente” a Núñez de cualquier ratería. Los tabasqueños se sintieron burlados. Pero los aplastó, ooooootra vez, el peso de los 30 millones de votos….
Con ese relajo que trae el presidente en cuanto a denunciar-perdonar a ladrones, ocurre otro suceso que parece irá al cesto: la revelación que sus dos secretarios “estrella”, Sánchez Cordero, Gobernación, y Jiménez Espriu, SCT, ocultaron sendos departamentos en Houston. Que se sepa, no han sido reprendidos; parece oírse por ahí la voz de Peña dirigiéndose a la Robles: “No te preocupes, Rosario”.
El pez gordo de la corrupción sin duda es Peña Nieto. Hasta los 30 millones pensaron que iba derechito al Reclu. Pero dice el presidente que hay que fraternizar y amarse los unos a los otros; perdonar, olvidar, cicatrizar. Aunque Peña haya subido la deuda más de 3 billones, hasta dejarla en un histórico 10 billones 550 mil millones de pesos. Y aunque sea más que del dominio público cómo la corrupción arrasó con todos los niveles históricos. Hay que perdonar, olvidar, fraternizar…
Peña Nieto, Romero Deschamps, Arturo Núñez Jiménez son recuerdos vivos de esa sacadera de dinero del erario que permanecen impunes. No entiendo a mi paisano, de plano. Si toda su vida dio muestras de pobreza inexplicable, franciscana (departamento en Copilco, el Jetta blanco, etc) me pregunto por qué ahora no quiere meterse con ellos. Se trata de que se queden con miles de millones de pesos de los mexicanos y tan tan. No entiendo a Andrés Manuel, sin duda un luchador de los de abajo.
Si tiene credenciales de honrado (salvo algunos episodios frívolos de sus vástagos) y no se le conoce mayor fortuna personal ¿por qué no quiere empezar a barrer desde arriba? ¿Por qué no recuperar lo que esos ladrones tienen en la buchaca y es dinero de los mexicanos, incluyendo a los 30 millones? ¿Hay pacto con esos raterazos?… ¿Lo ayudaron a llegar a la presidencia? Si les quitara el dineral que hurtaron, López Obrador tendría más dinero para repartirlo entre los pobres. ¿Qué lo detiene?