Francisco Gómez Maza
• Un carbón encendido en manos del gobierno federal
• Como canta el cantor José Alfredo, la vida no vale nada
Las autoridades encargadas del cuidado de los derechos humanos, comisionadas por el presidente López Obrador, o sea la ministra Olga Sánchez Cordero, secretaria de gobernación, y Alejandro Encinas, subsecretario encargado de encabezar la búsqueda de alrededor de 40 mil desaparecidos, que eventualmente aparecen viviendo en fosas clandestinas y que cuesta mucho trabajo reconocer, porque son como una aguja en un pajar, tienen un carbón encendido en la palma de las manos.
El asunto de la desaparición de personas, la mayoría desapariciones forzadas, aunque hay muchos extraviados que no tienen que ver con la acción de la delincuencia, es quizá el síntoma más grave de la descomposición social del cuerpo de la república. Ya no hay respeto por la vida. Se hace realidad el poema que José Alfredo le dedicó a Guanajuato, al cantar que la vida no vale nada. Y en realidad, en un contra sentido, de un instante a otro, la vida humana deja de valer lo que vale inmensamente. Vivo vales más que lo más valioso de la naturaleza. Muerto eres bazofia, basura, carne podrida, Pero la memoria no puede dejar de buscar a sus muertos. La memoria y el corazón de un padre o de una madre, o de un hermano, o de una hermana, o de un hijo o de una hija, o de un amigo querido. No puedes vivir sin saber qué le pasó a Pedro, a Miguel, a María, a Elena. Dónde están. ¿Están vivos? ¿Están ya enterrados a flor de tierra en cualquier cementerio clandestino de los que está tapizado el campo mexicano y hasta el subsuelo de las grandes ciudades y los canales de aguas negras o el drenaje profundo.
De acuerdo con Ciudadanos en Apoyo a los Derechos Humanos (CADHAC), que dirige magistralmente la hermana, querida hermana, Consuelo Morales, una monja que decidió luchar por encontrar a los desaparecidos, con el apoyo de los familiares, hay en el subsuelo mexicano, principalmente, y si hay vivos en casas de seguridad de las fuerzas policiacas y militares, por lo menos unas 40.000 personas desaparecidas, pero tiene la esperanza de que, trabajando de manera coordinada, se podrá seguir abriendo caminos de esperanza para encontrarlos.
En estos días, tenemos la visita de la comisionada de los Derechos Humanos de la ONU, la doctora Miguel Bachelet, quien ha sido abordada por diversas agrupaciones de familiares y movimientos dedicados a la búsqueda de desaparecidos y apoyo a grupos vulnerables, que le han pedido su intermediación para ser escuchados por las autoridades mexicanas.
En un comunicado emitido desde Coahuila, familiares del Movimiento por Nuestros Desaparecidos en México informaron que plantearon a la alta comisionada la urgencia de crear y poner en marcha un plan nacional de búsqueda en vida de personas desaparecidas.
También solicitaron instrumentar registros, programas, protocolos y lineamientos para la búsqueda de manera coordinada entre las distintas instituciones; que se emprendan acciones para revertir la falta de confianza de las familias en las instituciones de búsqueda e investigación.
Un diario capitalino, por ejemplo, y estoy refiriéndome a Excélsior, divulgó una nota enternecedora: “Por favor ayúdeme a buscar a mi papá”, fue el clamor que le hizo un niño de 9 años de edad a la Alta Comisionada para los Derechos Humanos de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), Michelle Bachelet, durante su visita a la ciudad de Saltillo, Coahuila.
La expresidenta de Chile estuvo en Coahuila, donde sostuvo una reunión privada con familiares de desaparecidos de todo el país y en donde el pequeño le entregó una carta para pedirle su apoyo para localizar a su padre.
Michelle Bachelet se reunió en la ciudad de Saltillo con familiares de personas desaparecidas, no solo de Coahuila, sino del resto del país.
La reunión se llevó a cabo en Casa San José, ubicada en la calle de Hidalgo del Centro de Saltillo. La Alta Comisionada para los Derechos Humanos de la Organización de las Naciones Unidas no es ajena a la tragedia, ella misma lo vivió en su país con la política de Pinochet.
Escuchó a cada una de las familias, a quien les informó que se reuniría con el Estado Mexicano y dentro del ámbito de su competencia recomendarle que se implementen medidas para abordar esta tragedia humanitaria.
Una de las peticiones que hicieron de los colectivos de familiares a Bachelet es la de implementar el mecanismo forense, tanto en fosas comunes como clandestinas, “que se les de identidad a los cuerpos; es lo que estamos pidiendo con mayor urgencia”. Otro de los puntos es la búsqueda de los desaparecidos en puntos específicos; “tenemos la fe que se va a trabajar y no quitamos el reglón”.
Y vean este dato aterrador: el gobierno maneja una cifra de 40 mil fosas. Sin embargo, ellos como colectivo estiman una cifra siete veces mayor, a la del número de las autoridades. Es decir 280 mil fosas en todo el país.
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