Francisco Gómez Maza
• Gran descontento ocasionó en la oposición, el nombramiento de Xóchitl
• Marko Cortés, el Jefe Nacional, un mal político si esperanza de triunfar
Debería de avergonzar a los priistas Beatriz Paredes Rangel y Enrique de la Madrid, y al neopanista Santiago Creel Miranda, el haber actuado de comparsas de la Señora X. Xóchitl Gálvez será, en los primeros días del próximo septiembre, ungida por el Señor X, candidata de la oposición a suceder al Presidente Andrés Manuel López Obrador, cuyo partido político y, por tanto, su candidato o candidata tendrá el apoyo pleno de la inmensa mayoría de los votantes.
Por la voluntad de los señores del dinero, la candidata del llamado Frente Amplio por México (el PAN, pues) a la Presidencia de la República, Xóchitl Gálvez, encabezaría la última jugada de los perdedores; haría su más importante esfuerzo para que los Señores retornaran a Palacio Nacional, de donde fueron expulsados, hace cinco años, por 30 millones 113,483 votantes, el 53.19% de quienes entronizaron en La Silla presidencial, en aquella jornada electoral, al ya casi saliente inquilino de Palacio Nacional.
Difícil encomienda tendría la Señora X. El candidato del oficialismo -sea Claudia Sheinbaum, sea Marcelo Ebrard, sea Adán Augusto López Hernández o Ricardo Monreal Ávila- llegará con todo el background del fundador de Morena, el presidente López Obrador, quien mantiene un alto porcentaje de aprobación político electoral, quien sea designado candidato de Morena llegará a junio.
Y los tres aspirantes que confiaron inocentemente en el juego de los dueños del Frente Amplio por México, se quedaron milando como el chinito. Le entraron a la subasta y no pensaron que solamente eran considerados comparsas. La decisión estaba ya tomada por los patronos del Señor X. Xóchitl sería la candidata.
Santiago Creel no lloró ahora porque pudo controlarse. Aceptó el papel secundario dentro de su partido, el PAN. Otro panista fue conminado por Marko Cortés a “arrimarse” a Xóchitl para que le diera chamba, cuando era de esos panistas idealistas que trabajan intensamente para sacar a los comunistas y ateos del gobierno de México, donde sólo debe reinar Cristo Rey.
Xóchitl ganó la nominación de candidata presidencial sin esperanza de ocupar el Palacio Nacional. Sus padrinos, encabezados por el Señor X, quedaron en el limbo porque no sabían nada. A quién se enfrentaría su candidata. ¿A Ricardo Monreal, a Adán Augusto López Hernández, a Marcelo Ebrard Casaubón, a Claudia Sheinbaum Pardo?
La verdad es que la oposición, con la Señora X o con quien fuere, no tiene muchas esperanzas de triunfar, de “sacar de Palacio Nacional a Morena”. Con todas sus virtudes y con todos sus grandes errores, el partido Morena es preferido por la mayoría de los votantes. Llegará al día de las elecciones con cuando menos 15 puntos arriba del Frente opositor.
Dicen los panistas inconformes con la jefatura nacional de Marko Cortes que éste ya aceptó que el partido perderá las elecciones con Xóchitl Gálvez o con Santiago Creel. Se tardaron los potentados en organizarse en un gran partido de derecha, basado en Acción Nacional, el de más experiencia. Ya ganó en dos ocasiones la mismísima Presidencia de la República. Desgraciadamente para los opositores, en ambas ocasiones sus representantes se entregaron a la corrupción de la Tepocata y de la Estela de Luz. Y coquetearon con los amos del narcotráfico. Felipe Calderón fue más cínico. Su gobierno se casó con el Cartel de Sinaloa, razón por la cual está en una cárcel de Nueva York esperando su condena.
Los mexicanos irán a las urnas con la convicción de que el sucesor del presidente López Obrador sea el segundo dirigente de la Cuarta Transformación de la Vida Pública Nacional; el continuador de las políticas sociales de AMLO bajo la inspiración del axioma. “Para bien de todos, primero los pobres.”