Francisco Gómez Maza
• No hay que comer ansias; éstas matan
• El coronavirus se irá; ténganlo seguro
Muy feliz cumpleaños, Ivonne Olivia
Lo que imaginaba cuando las autoridades de salud dieron luz verde para que se reiniciaran, con supremo cuidado, las clases en las escuelas primarias de Campeche y Nayarit, en virtud de que todos los signos apuntaban a que estas dos entidades progresaban en su avance hacia la desaparición del peligro de contagios de covid-19.
Ya habían sido declaradas ambas, entre otra decena de entidades estatales, en semáforo verde, el indicio de que la pandemia de coronavirus estaba cediendo. Campeche ya llevaba meses en relativa tranquilidad.
Sin embargo, el coronavirus que nos ataca a los seres humanos es traicionero. Cuando parece que su acción mortífera amaina, engañando a los expertos más acuciosos, no duda en reaparecer con mayor intensidad y fuerza, tanto que advierte que no hay que comer ansias para reintegrarnos a la vida que vivíamos antes de la pandemia, con la plena confianza de que no moriremos de covid-19, sino de lo que los humanos hemos dado en llamar muerte natural, recostados en nuestra cama hogareña, o en cualquier lugar, pero sin esos espantosos momentos de ansiedad y angustia y ahogo, que causa el SARS-Cov-2.
Este viernes que pasó estaba leyendo un boletín de prensa que me enviaron de la representación en Ciudad de México del Gobierno del estado de Nuevo León, dando “muy buenas” noticias a los estudiantes de nivel medio superior y nivel superior, a quienes anunciaba que las clases en preparatorias y universidades se reanudarán el 31 de este mayo. Y me dije: hay gobiernos estatales desesperados por satisfacer a sus “gobernados”, tal vez por razones político electorales partidistas, para ganar votos a su favor o a favor de su partido, en la ya inminente jornada electoral del domingo 6 de junio, con la intención de aplastar a Morena.
Pero yo reflexioné y me dije que aún no es tiempo de abrir los edificios escolares, ni en Nuevo León, ni en Campeche, ni en Chiapas, ni el Sinaloa, ni en Nayarit, ni en ningún estado federado, y menos en la Ciudad de México, donde algunos y algunas comen ansias por pintar de verde un semáforo, que es posible que tuviera que estar encendido en rojo.
Ciertamente, en Ciudad de México, al parecer, han aminorado los contagios, las hospitalizaciones y los fallecimientos. Sin embargo, nadie ha reparado en que hay muchos hospitales que no están recibiendo contagiados. Hay muchos contagiados que se salvan, pero también hay muchos que mueren, no en un hospital, sino en casa. Y así las estadísticas fallan porque muchos de quienes fallecen de covid no son reportados como casos covid.
Así que a las autoridades de salud y a las autoridades gubernamentales ni se les ocurra abrir, encender con luz verde el semáforo en esta ciudad de por lo menos dos decenas de millones de habitantes.
Van a arrepentirse más temprano que tarde. No somos profetas ni creemos en las cartas de las brujas de la televisión, pero por elemental visión de cómo se comporta el virus, podrían arrepentirse de haber aflojado las medidas de prevención de los contagios. Lo hemos visto en otras regiones del mundo. En la India, por ejemplo, los indios aun no salen de esa ola macabra y mortífera que les sorprendió en medio de las intensas campañas de vacunación.
Es infinitamente más prudente que autoridades, tanto gubernamentales como de salubridad dejen que la pandemia fluya y choque con las medidas de prevención, de defensa, para evadir la acción del coronavirus. Como que se nos ha olvidado aquello de que la mejor defensa de la pandemia es la conciencia de que somos de carne y hueso y de que, si no nos cuidamos, y ya sabemos cómo cuidarnos, seremos víctimas de la enfermedad y, quizá, de la muerte.
Así que, señores de los gobiernos, aún no es tiempo de volver a la normalidad de la vida anterior a la covid-19. Nayarit y Campeche han tenido que echar marcha atrás. No era, ni es, ni será por buen tiempo, el momento de que los niños o los preparatorianos y universitarios retornen a la escuela.