Francisco Gómez Maza
• En Chihuahua aún es un “buen” método de investigación
• Es una infame práctica policiaca para fabricar culpables
Soñé con un país en donde se había terminado con la injusticia.
La injusticia es la madre de todos lodos los delitos.
Y la tortura es el más nefasto de sus diabólicos hijos.
Desde que yo me inicié en la actividad periodística, una vez terminados mis estudios en la Escuela Carlos Septién García, allá por el año de 1968, el año fatídico, los policías mexicanos torturan a los detenidos, cualquiera que sea. Entonces yo cubría las fuentes policiacas. Recorría desde las 2 horas las nueve delegaciones policiacas que había en la ciudad, y en todas, en todas, el principal método de investigación eran los actos de tortura. Los detenidos quedaban como santos cristos después de todas las sesiones de “investigación”. Los policías gozaban maltratando con saña a las personas hubieran o no cometido un delito. Generalmente los detenidos eran inocentes. Creo que como ahora.
Recuerdo allá por la década de los años 60 que hasta algunos periodistas que cubrían la fuente policiaca torturaban a los detenidos “para sacarles la sopa”. Y lo hacían con más saña que los propios agentes policiacos. Había uno, cuyo nombre se me borra de la memoria, o no quiero acordarme de él, especialmente rudo para “entrevistar” a los presos. Le hacía la pregunta.
Y si el entrevistado se tardaba en contestar, le sorrajaba un cachazo con su pistola 30 especial en la cabeza, o le daba unas “patada” en los genitales.
La tortura, como les dije, era el principal medio que utilizaban los policías para hacer que los detenidos se declararan culpables, aunque no lo fueran. Y México fue uno de los países en donde el principal instrumento de investigación policiaca era la tortura, desde los “tehuacanazos”, el pocito, hasta los golpes, las amenazas, los choques eléctricos en los genitales y la violación sexual para hombres y mujeres.
Nunca voy a olvidarlo. La primera tarea que el jefe de información de un diario impreso, en aquella época le daba a un reportero (Esto hablando de los años 60 y antes) era “cubrir” las fuentes policiacas.
Y los periodistas de esa fuente éramos testigos o actores de la tortura. A veces los torturados se quedaban sin vida. Y bueno, esa era su salvación porque ya no tenía sentido que el torturador siguiera torturándolo. Era llevado al anfiteatro. Y unas horas después el cadáver era identificado por algún amigo o familiar y se lo llevaban a una funeraria. Y no pasaba nada. Los torturadores seguían tan campantes. La tortura era un método de investigación, simplemente.
Pues a estas alturas de la vida. Medio siglo después. Creí que se había acabado la tortura. Pero estaba equivocado. La tortura, aunque lo nieguen los gobernantes, continúa siendo práctica avalada en las estaciones de policía, en los ministerios públicos, a pesar de que han pululado los defensores de derechos humanos, quienes por cierto son odiados por los policías torturadores. Porque no les permiten hacer su trabajo como dios manda: torturando. Torturando sacan la verdad y la verdad es que el detenido se declare culpable con tal de no seguir sufriendo.
Creí que se había acabado la tortura. Pero precisamente ahora estoy leyendo un reporte de prensa del Centro de Derechos Humanos Miguel Agustín Pro Juárez, que mantienen desde décadas los padres de la Compañía de Jesús en defensa de los derechos humanos. Un texto, un reporte revelador:
Sorprenden a agentes de Chihuahua torturando a detenido
by Sididh_master
Ciudad de México, 28 de mayo de 2019. Defensoras del Centro de Derechos Humanos Paso del Norte de Ciudad Juárez, Chihuahua, escucharon cuando policías ministeriales torturaban a un detenido y fueron amenazadas con iniciar un proceso en su contra por “obstrucción de una investigación” al quejarse del hecho.
De acuerdo con el relato de las defensoras, el día 17 de mayo, aproximadamente a las 14:30 horas, dos de ellas se encontraban realizando una diligencia dentro de la Fiscalía General del Estado y observaron cómo agentes ministeriales trasladaban violentamente a un detenido. Al dirigirse a la Unidad de Control Interno, escucharon dentro de la Unidad Antiextorsión actos de tortura, tales como gritos y llantos de un detenido, además de golpes y amenazas con palabras altisonantes.
Las integrantes de la organización, ostentándose como defensoras de derechos humanos, confrontaron personalmente a los agentes por la flagrante violación de derechos humanos que estaban cometiendo, pero estos les exigieron que se retiraran ya que se encontraban en medio de una “investigación”. Ellas acudieron a la Unidad de Control Interno para advertir de lo que estaba sucediendo y ahí irrumpieron dos de los agentes involucrados, quienes se burlaron de ellas y las amenazaron con detenerlas.
“Cabe resaltar que de los 199 casos de tortura que la organización firmante ha documentado desde el 2011 hasta la actualidad, en 16 de ellos 42 personas han sido acusadas del delito de extorsión y han señalado como responsables a agentes ministeriales y ministerios públicos pertenecientes a la Unidad Antiextorsión de la Fiscalía General del Estado en la Zona Norte, y aun después de haber sido constantemente señalados en carpetas de investigación por el delito de tortura continúan laborando en la institución.”, denunció el Centro de Derechos Humanos.
Las defensoras consideraron preocupante que el Fiscal General del Estado, César Augusto Peniche Espejel, niegue constantemente la práctica de la tortura dentro de la institución argumentando que las alegaciones de tortura de personas imputadas se deben a una estrategia de defensa para buscar beneficios.
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