Francisco Gómez Maza
• Adiós, don Agus. Ya váyase a los Alpes suizos. Se le hará tarde
• Aquí vemos qué hacemos; si también nos vamos o nos quedamos
Don Agustín Carstens Carstens está ya despidiéndose del Banco de México y de México y los mexicanos, y no se quiere ir a la gerencia del Banco de Pagos Internacionales en Suiza, sin antes no advertir, y públicamente, a las autoridades encargadas de las políticas monetaria y cambiaria que estén muy alertas porque los problemas de la economía no sólo no terminan, no se resuelven. sino que pueden agravarse, lo cual, indudablemente seguirá metiendo en problemas a la economía mexicana, sobre todo en sus partes más sensibles, como el crecimiento del producto y la creación de empleos, tan importante para crear un fuerte mercado interno que no dependa ahora de los caprichos y sueños guajiros del señor Trump.
Las economías, en particular estas economías de casino como la mexicana, como las de países emergentes (Brasil, Argentina, en donde el juego de la oferta y la demanda en realidad es un mito, porque lo que mueve son otras “leyes” de un capitalismo salvaje, enfrentan graves problemas si no cuidan áreas sensibles como un realista tipo de cambio, que responda a una realidad de repente insumisa por el espíritu chocarrero de quienes tienen el dinero y especulan con él en los mercados cambiarios, sin importarles cómo asuma la economía tales realidades, sin dar pasos en falso o caminar en direcciones totalmente adversas, contrarias al fortalecimiento del mercado.
En este sentido, el mismo Carstens ha pedido estar atentos al impacto del tipo de cambio sobre la inflación. La inflación es quizá la peor desgracia que puede ocurrirle a una economía. Y la de México está esperando un repunte bestial, con un crecimiento de los precios al consumidor que la propia economía no puede asumir, ni entender, ni esperar que los dioses del Olimpo griego vengan a salvarlo,
Pero estas advertencias no significarán la salida del atolladero si no se ponen muy abusados, no sólo para llevar y aplicar las políticas clásicas, sino para afrontar realidades que uno mismo no pudo modificar bajo las reglas de la ciencia económica. El gobernador del Banco de México reconoció que este año la inflación permanecerá alta. Ya lo sabíamos, ya lo habíamos advertido en este espacio, pero las autoridades son desleales con la realidad. Les cuesta mucho aceptar realidades que el hombre caminante, de a pié, tiene que sufrir, enfrentar y manipular desde que dios amanece.
En esta tesitura (capte el sentido de esta broma), 2017 será mejor pero que 2018 (seguirá agudizándose la crisis si los que serán encargados de aplicar las políticas económicas no se ponen las pilas). Una economía parada, movida sólo por sectores de coyuntura y dependientes de la voluntad de los consumidores, y del clima, como el turismo, que un día está por las nubes, pero se desatan las lluvias, los huracanes, las desgracias cíclicas en las hermosas playas mexicanas, y no avanza. Se derrota. Y me da la impresión que esto es lo que quiere evitar don Agustín, aunque en realidad le importa un comino lo que pase a la economía nacional que, al fin, él ya se tiene que ir a vivir en la molicie europea. Allá donde el mundo de los pobres se queda en las pesadillas, en los sueños pesados y parece un filme de Jodorovski. Un sueño enceguecedor, ensordecedor, pero que le quedará muy lejano.
Pero don Agustín aún sueña. Se siente el gobernador del banco central y a pesar de que el BPI lo va a hacer inmensamente rico, en el fondo no quiere abandonar su elegantísimo despacho en el mero centro de la ciudad de México; 2018 se colocará dentro del intervalo para converger a la meta; “No me pregunten cómo, pero sé que llegaremos a la meta, más me vale que así sea”, manifestó en tono de broma
Los bancos centrales, sobre todo de economías emergentes como México, que descuiden el impacto del tipo de cambio sobre la inflación, corren el riesgo de facilitar la contaminación acelerada y generalizada a los precios al consumidor, advirtió. Se refería don Agustín a los desafíos para la implementación de la política monetaria en México, en un evento organizado por el Instituto Brookings en el National Press Club de esta ciudad. Dijo que los movimientos del tipo de cambio pueden afectar las expectativas de inflación. Por eso consideró que los bancos centrales no pueden darse el lujo de no estar atentos. Hay que estar vigilantes dado que se trata de un canal importante de transmisión. Dijo que hay que estar preparados para actuar y ajustar la política monetaria, según corresponda, en especial cuando las expectativas se vean afectadas por la dinámica del tipo de cambio.
Carstens reconoció que este año la inflación permanecerá alta y en 2018 se colocará dentro del intervalo de variabilidad para converger a la meta. “No me pregunten cómo, pero sé que llegaremos a la meta, más me vale que así sea”, manifestó en tono de broma. Pero si pretender ser ave de mal agüerp, les puedo asegurar que no llegaremos a esa meta.
Que la inflación estará rebasando el crecimiento de 5 por ciento. Respecto al tema del Tratado de Libre Comercio, Carstens consideró que sería favorable una renegociación dado que en 23 años muchas cosas han cambiado en México y consideró que podría haber un mejor resultado en la medida en que se construya un diálogo. Pero ya Trump lo dijo a mitad de la semana: Que el TLC ha sido un total fracaso y que ha afectado a todos los sectores de la economía estadounidense. Que presentará grandes cambios al acuerdo, pero que si no se puede lo abandonará. Así de sencillo.
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