· Un trimestre engañabobos
· Las elecciones, pura basura
Ya estoy viendo a los señores de hacienda y de Los Pinos salir a presumir, ante la televisión comercial, la de Chapultepec 18 y la del Ajusco, el crecimiento del producto, al impulso de la actividad agrícola, en 7 décimas de punto porcentual, dado como válido por el INEGI para el mes de abril.
Con todo, los analistas del gobierno ya no son tan optimistas como sus jefes, los señores Videgaray Caso y Peña Nieto, y sólo esperan que la economía mexicana, la segunda mayor de América Latina (cómo estarán las demás), crezca este año entre un 2.2 y un 3.2 por ciento. Ayer informamos que el IMEF daba un crecimiento de 2.7 por ciento.
Lo cierto es que el recorte del gasto público decidido por el secretario Luis Videgaray ante la caída de los precios del petróleo, así como la lentísima marcha de la economía de Estados Unidos están contribuyendo con su granito para el mal comportamiento de la economía mexicana.
Si no hay para gastar pues no hay para atizar el fuego del crecimiento. Y luego se atravesó la vida electoral y menos hubo dinero en circulación, salvo el financiamiento de los partidos que fue utilizado para pagar pura basura improductiva. Caída de los precios del petróleo, caída de las exportaciones de productos petroleros a Estados Unidos, caída sustancial, por tanto, de ingresos de divisas, y échele la reducción presupuestal. Cómo va a crecer el producto interno bruto. Imposible.
Y en esas estamos. Lo reconocen los mismos analistas de la banca más influyente del sistema financiero mexicano, como el BBVABancomer. Para este grupo bancario, una mayor caída en el precio del petróleo y la lenta recuperación de la economía estadounidense seguro que afectarán el comportamiento de la economía mexicana.
Y la economía de Estados Unidos, la más grande del planeta, se contrajo en el primer cuarto del año. El duro invierno del año pasado y de principios de éste hizo que disminuyera el gasto de los consumidores estadounidenses porque los mantuvo alejaos de los centros comerciales y concesionarios de automóviles.
Así, la economía del país vecino se contrajo en los tres primeros meses del año a tasa anual ajustada de 0.2 por ciento y el déficit comercial se disparó, afectando el crecimiento que s había logrado ya que las exportaciones cayeron y las importaciones aumentaron.
En ese contexto, más los galimatías en que se meten los diseñadores de la estrategia de política económica, asentados en la Secretaría de Hacienda, el producto mexicano no tiene mucho margen de maniobra.
Había sido el sector automotriz el que venía dando la cara por toda la economía. Ahora, en abril pasado, fue la actividad agrícola y el vasto sector servicios. Pero las actividades llamadas secundarias, conformadas principalmente por el vital sector industrial, sufrieron una contracción importante.
De veras, quisiéramos creerles a los adoradores del mercado, a los ministros de la religión del neoliberalismo. Esa expectativa va en el sentido de que se concreten muy pronto las inversiones en el sector de la energía, particularmente del petróleo. No es que queramos contribuir a esa política traidora de vender Pemex a los extranjeros. Pero sí, una vez dado el palo de la privatización, pues que en realidad rinda sus frutos. Y esto se ve, como dicen los campesinos de mi tierra, en la cola de un venado. O sea, muy lejos, porque este animalito no corre, sino vuela.
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