Francisco Gómez Maza
• Junto al río Potomac, ambiciosas expectativas
• Más allá de los aranceles: economía boyante
Algo muy positivo tendrá que resultar de la cumbre de líderes de América del Norte, celebrada este jueves 18 de noviembre a la orilla del Potomac, en Washington, D. C. entre los presidentes Andrés Manuel López Obrador, Joseph Biden y Justin Trudeau.
Para los mexicanos obviamente que el mayor interés está en continuar apuntalando a la economía nacional con la cotidiana implementación del T- MEC (Tratado México, Estados Unidos, Canadá), el TLC en vigencia entre las tres economías. Hay expectativas positivas en diversos actores de la economía nacional.
El relativo optimismo tiene fundamentos. México es el primer socio comercial, en el planeta, de la economía de Estados Unidos: Por citar, quizá el dato más reciente, de acuerdo con la Oficina del Censo del país del norte: la relación entre las dos economías llegó a unos 263 mil millones de dólares en los primeros seis meses del año en curso. Un 30 por ciento más que en el primer semestre de 2020.
México le vende a la economía más grande del mundo alrededor del 80 por ciento de lo que le vende al mundo, con un comercio bilateral calculado conservadoramente en unos 1.6 mil millones de dólares diariamente.
Es vital, pues, la revisión que han realizado los presidentes en la capital de los Estados Unidos, junto al Río Potomac. El T-MEC, aun cuando está creado por el espíritu neoliberal de los gobiernos anteriores a la era AMLO-Biden, es un instrumento que da para impulsar la marcha de la economía mexicana, que marcha, si nos atenemos a los datos más recientes.
El T-MEC va más allá de la liberalización arancelaria; sus instrumentos comerciales son una gran oportunidad de profundización de la relación, por la vía del comercio de servicios y otros elementos para impulsar las inversiones, quitar los obstáculos técnicos al comercio, imponer buenas prácticas regulatorias, entre otras.
Independientemente del modelo económico-político de cada uno de los miembros del T-MEC – el objetivo es impulsar las economías y particularmente la que nos da casa, vestido, sustento, salud a los mexicanos. Y no puede negarse que el comercio internacional ha contribuido de manera determinante para que la economía local marche, pian pianito, a pesar de la crisis que hizo agua por la pandemia del coronavirus.
Un signo revelador es el reconocimiento que acaba de hacer la agencia calificadora Fitch, la cual ratificó la calificación crediticia para la deuda soberana de México en BBB- con perspectiva estable, ya que México maneja una deuda pública baja, comparada con la de economías similares, tiene finanzas públicas robustas, así como un marco de política macroeconómica sólido, amén del avance logrado en el programa de vacunación (84% de la población adulta estaba vacunada al 16 de noviembre con, por lo menos, una dosis), lo cual mitiga los riesgos asociados al desarrollo de la pandemia.
Esta situación ayuda a manejar la deuda con responsabilidad. Por ejemplo, el Gobierno incluyó una nueva referencia de Bonos M, a tasa de interés fija nominal con plazo de 3 años, que brindará profundidad al mercado y mejorará las condiciones de liquidez de las nuevas emisiones y de los mercados secundarios. Esta nueva referencia es parte de la estrategia del Gobierno de México para estabilizar el nivel de deuda a través de nuevos mecanismos de subastas que permitan diversificar la base de inversionistas.
Y los resultados son buenos frutos. Lo acaba de confirmar el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI): “El Indicador Oportuno de la Actividad Económica (IOAE) estima una variación positiva del Indicador Global de la Actividad Económica (IGAE) de 1.9% en octubre de 2021 respecto al mismo mes del año anterior”. Las series consideradas presentan sus respectivos intervalos de confianza al 95 por ciento.
Veremos en qué quedaron, qué resultados concretos tuvieron las conversaciones en la Cumbre de Líderes de América del Norte.