• Pre cocinero del Congreso
• El sexenio del pragmatismo
Aquel boxeador de barrio bravo, ídolo popular de la década de los 50, le debía todos sus triunfos a su manager y a la virgencita de Guadalupe.
Pasaron los años – aquellos años maravillosos, maravillosos para los políticos del partido de Estado; se acabó el reinado de poco más de 70 años del PRI en el 2000; vinieron a Los Pinos los gobiernos de la “alternancia”, aunque más bien del aquelarre y del agandalle – la Docena Trágica – Y, cansados los ciudadanos de tanta sangre y muerte, y desempleo, clamaron por los brujos del pasado, quienes, desde hace escasos 5 meses, están en el candelero, con un abanderado que se constituyó en Jefe de Estado, jefe de Gobierno y líder máximo del partido. Como la santísima Trinidad, tres en uno.
Enrique Peña Nieto ha dado pruebas de que el “pragmatismo” – ni socialismo, ni capitalismo, ni comunismo, ni neoliberalismo – le funciona. Ha logrado lo que ningún otro presidente, en menos de medio año. Reforma a la Ley Federal del Trabajo, la Ley de Amparo, La Reforma al Artículo Tercero, la de Telecomunicaciones, por mencionar unos cuantos.
Y todo, gracias al Pacto por México, concebido por él, e impuesto por él a las dirigencias de los partidos de la oposición, el PAN de la Docena Trágica, y el PRD, al que lo único que le queda es la deslavada etiqueta de izquierda. Pero Peña Nieto logró lo impensable. Borrar del mapa a su más aguerrido adversario, el insistente y porfiado tabasqueño, Andrés Manuel López Obrador, ahora opositor acérrimo del Presidente y del Pacto por México. Pero el líder del Movimiento de Regeneración Nacional no pinta en los medios impresos y electrónicos, que sólo enfocan su atención a Peña Nieto.
Con todo, en honor a la verdad, honor a quien honor merece. Como Raúl “Ratón” Macías, el mexiquense acumula triunfo tras triunfo, a pesar de que el cuadrilátero a veces pareciera que se incendia – manifestaciones populares, bloqueos carreteros, y un hoyo negro que parece no tener fondo en la violencia del crimen organizado y la inseguridad pública -. Más todo se lo debe a su manager, Coach, dicen ahora en los corrillos empresariales.
El manejador, el manager, el coach, se llama Manlio Fabio Beltrones Rivera, quien en la precampaña electoral hizo la finta de que iba por la candidatura priísta que ya tenía asegurada Peña Nieto. Pero el sonorense es la clave, el brazo fuerte del Presidente, no sólo porque muchos importantes funcionarios del gabinete presidencia obedecen a la inspiración del exgobernador de Sonora, sino principalmente porque él ha hecho hasta lo imposible porque las Cámaras del Congreso de la Unión vibren al unísono.
Así como todo lo que toca Carlos Slim se convierte en dólares o en euros, lo que toca Beltrones Rivera se convierte en leyes afines a los intereses presidenciales. El Pacto por México es el resultado de la negociación peñanietista con los líderes, pero el operador de la negociación es el sonorense, que logra las reformas en lo oscurito, hablando en plata con los coordinadores del PAN, Luis Alberto Villarreal; del PRD, Silvano Aureoles Conejo, y especialmente con el lopezobradorista, coordinador del Movimiento Ciudadano, Ricardo Monreal. Y también realiza cabildeos definitivos en el Senado.
Así, Manlio Fabio se ha convertido en el cocinero de Los Pinos; su trabajo consiste en lograr acuerdos precocidos entre las fracciones parlamentarias, argumentando con el Pacto por México.
Ha logrado grandes avances en la estructuración de un nuevo entramado constitucional y legal. Quizá, al presidente le ha faltado alguien como Beltrones, que logre negociaciones definitivas para acabar con la violencia y la inseguridad pública.
Pero los logros ya son muchos, gracias en buena parte al manager sonorense.
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