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Por lo menos de aquí a noviembre, los panistas de uno y otro redil andarán errantes como dicen que anda Caín, el asesino de su hermano Abel.
Y es que la guerra intestina entre calderonistas y anticalderonistas no acabó con el cese de Ernesto Cordero. Ahora se inicia la etapa más interesante del desmadre albiceleste, que tendrá que arreglarse en la asamblea fijada para el cambio de la dirigencia nacional, ahora en las manos férreas del sobrino nieto de Francisco I. Madero, el jefe de la Revolución Mexicana.
El lunes, el ex priísta y exempleado del presidente Ernesto Zedillo Ponce de León, y que como panista le dio el marrazo a la Compañía de Luz y Fuerza del Centro, en tiempos de la guerra inútil y el “Presidente del desempleo”, destapó al mismísimo presidente, y por tres meses, de la Mesa Directiva del Senado, para dirigente nacional del albiazul en lugar de Madero.
Felipe Calderón no se resigna a perder el partido, donde muy pocos son los que lo quieren. Otro felipista, el ex gobernador de Guanajuato y de la banda de los 24 que defendió a Cordero, Juan Carlos Romero Hicks, también se destapó como aspirante a la presidencia del Comité Ejecutivo Nacional del Partido y dio la bienvenida a todos los militantes que buscan dicho cargo, incluido el ex coordinador parlamentario.
Entrevistado en la Cámara Alta, el presidente de la Comisión de Educación – léase Romero Hicks – se mostró panista, independientemente de que sus quereres estén en los pasillos de Harvard, y declaró que el partido tiene tres retos: el primero es regresar a sus principios y doctrina; trabajar en alianza con la ciudadanía y construir gobiernos más eficaces y que tengan mejor resultados; o sea lo que no respetó ni respeta Calderón Hinojosa.
“El riesgo en el PAN en este momento es cómo mantener un partido unido, congruente e incluyente y esta unidad nos toca a todas las personas “, reiteró el guanajuatense.
Pero la crisis ya afectó al grupo parlamentario albiceleste – los reporteros que cubren las actividades del Senado bautizaron a los bandos como el G24 (Cordero) y los 13 apóstoles (Madero). El primero de septiembre venidero se inaugura el segundo periodo de sesiones y los panistas tienen que discutir y aprobar su agenda legislativa, para lo cual celebrarían su “parlamentaria” en la ciudad de Campeche, terruño del desaparecido Juan Camilo Mouriño, y ahora no tienen ni idea del futuro.
Mientras, el impuesto coordinador del grupo de senadores, el colimense ex de las juventudes priístas – obvio, el Colima quien no es priísta no es colimota que alguien pretendió llamar feamente a los colimenses -, Jorge Luis Preciado, no sabe cómo reunir al rebaño. Sólo cuenta con 13, aunque los 24 de Cordero irán regresando al redil uno por uno, porque no les quedará de otra.
Preciado intenta, y lo logrará con el apoyo de todo el aparato del Estado, porque Calderón es un apellido los hombres de presidente están mandatados a erradicar del léxico panista. Él dice que la intención es cerrar este capítulo. Ver hacia adelante con el interés de mover a México, frase panista adoptada por el presidente Peña Nieto.
Pero habrá que estar pendientes de la crisis del PAN. Porque es el partido que más le conviene al sistema político, ya que apoya sin reservas al PRI. Habrá más escaramuzas, pero al final de cuentas el partido saldrá airoso, sin Calderón, cuyas huestes tendrán que alinearse a lo que se decida en la cúpula del establecimiento.
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