• Listos, tersos, domesticados, senadores y diputados
• Del 21 al 23, periodo extra, mientras cae la economía
Las dirigencias de los partidos políticos – PAN, PRI, PRD -, las que marcan la agenda legislativa del llamado Congreso de la Unión, amanecieron este domingo tersas, dispuestas, compactadas por el Pacto por México, y diciéndose listas para el segundo periodo extraordinario de sesiones en ambas cámaras – del 21 al 23 de agosto -, y probablemente para otro antes del primero de septiembre, cuando arrancará el segundo año de la LXII Legislatura, para “sacar las reformas estructurales para mover a México”.
Los asuntos pendientes son variopintos, pero para los priístas – Manlio Fabio Beltrones Rivera, líder de la mayoría, y César Camacho Quiroz – presidente del Comité Ejecutivo Nacional del partido – los primordiales son las reformas energética y hacendaria. Y que imponen el IVA, ya lo aseguró aquel, ahora poderosísimo, Ángel de la dependencia.
Para el PAN – José González Morfín, vicepresidente de la Mesa Directiva de los diputados, y Jorge Preciado, coordinador en el Senado – son muy importantes la reforma política y la electoral, la creación del Instituto Nacional de Elecciones, la reglamentación de candidaturas ciudadanas y la consulta popular; la transparencia para reforzar el papel del IFAI y “reconocerle más poder a los ciudadanos”.
Pero en el asunto en el que pondrán toda su capacidad de negociación los albicelestes es el del arranque del debate de la Reforma Energética – y más el de la reforma petrolera -, en la que han enfocado todas sus baterías para acabar de privatizar a Petróleos Mexicanos, haciendo a un lado a los trabajadores, como lo deja ver la iniciativa que presentaron, aunque lo nieguen ante micrófonos y cámaras. Los panistas tienen también presente las leyes secundarias en Telecomunicaciones y Educación.
El dirigente del PRD, Jesús Zambrano, se tomó el día domingo para asuntos personales – a la hora de redactar esta nota, más o menos al medio día, no había abierto la boca, pero ya sabemos que estará de acuerdo con sus socios en el Pacto por México (¿socios, o cómplices? -, aunque es de los perredistas que asegura que no va con ellos en el cuento de la privatización petrolera, pero su contraparte, el lopezobradorista Alejandro Encinas, senador, se metió en un callejón sin salida, al poner énfasis en “los derechos políticos de los ciudadanos”, proponiendo incorporar a la Constitución la facultad de los electores para revocar el mandato de los servidores públicos electos popularmente (No mencionó el caso del presidente de la república).
La revocación de mandato, que apostamos que no será tomada en cuenta en la agenda por las mayorías –PRI y PAN – es una figura de democracia directa, que se define como una de tantas formas de gobierno, en la cual el “pueblo” –los ciudadanos, pues- participa de manera continua en el ejercicio de poder, quitando a empleados públicos que no le convienen.
En honor a la verdad, esta llamada agenda legislativa de pendientes sólo les ocupa a los integrantes de la clase política, a los dirigentes de los partidos – ni siquiera a las bases de esas organizaciones -, a los diputados y senadores que tienen que justificar de alguna manera su suculenta dieta.
A la gente común le tiene sin cuidado si se aprueban o no reformas, leyes y reglamentos, que de todos modos no se cumplen, o se cumplen sólo para beneficio de las clases poderosas, no obstante que haya un sector de seguidores de la izquierda maldita, que dará “la batalla” en las calles para no “privatizar” la ya retequeteprivatizada Pemex.
Pero al grueso de la población, en pobreza no contabilizada por las agencias gubernamentales, lo que le preocupa es el magrísimo sustento diario, la lechita, el pan, los pañales y el rollo de papel sanitario.
Pero la vida corre como el raudal del río. Y ya llevamos cinco jornadas del octavo mes del año, el mes de los relámpagos del inolvidable Jorge Ibargüengoitia, cargando infortunios, malpasadas, enfermedades, dolores de cabeza, gripas pasmadas, empachos, inundaciones, asesinatos, desapariciones, aparte de la rémora de los empleados públicos que sólo se ocupan de hacerse propaganda regalada y de ahorrar para los tiempos que permanezcan en la banca. Los mexicanos, luego de ocho meses de haber estrenado nuevo y entusiasta equipo mexiquense-hidalguense, viven entre promesas y promesas. Y sólo cosechan vergüenzas.
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