Francisco Gómez Maza
• ¿Usted les cree? Yo nomás no
• Pero el miedo no anda en burro
Nadie puede olvidar este refrán: “Cuando las barbas de tu vecino veas afeitar, pon las tuyas a remojar”.
O sea que, si ves que a tu alrededor ocurre algo relacionado con algún evento en el cual estás involucrado, prepárate porque también a ti le puede pasar. También a ti puede ocurrirte lo que le pasó a tu socio o correligionario.
Desde que apareció en los noticiarios de todos los medios informativos, no sólo de México, sino del mundo, la noticia de que Genaro García Luna fue detenido por la justicia estadounidense, bajo la acusación de ser aliado, socio, beneficiario, o como usted crea exacto llamarlo, del Cártel de Sinaloa, los más connotados panistas pusieron sus piochas a remojar.
Vicente Fox, el agringado al que le gusta que sigan llamándolo “presidente”, como lo hacen en Estados Unidos, desapareció de la escena pública; los tuiteros preguntaron con sarcasmo que dónde estaría el guanajuatense. Simplemente se esfumó. Dicen en mi tierra que “el miedo no anda en burro”.
El veterano “neopanista”– del grupo de los llamados Bárbaros del Norte- como algunos periodistas vendidos (nadie me pida nombres porque no los voy a dar; ustedes los conocen), invertía su tiempo atacando, burlándose, ofendiendo a López Obrador. Hizo de Twitter la caja de resonancia de sus exabruptos. Hasta que vio que tenía que poner sus barbas a remojar porque se las pueden afeitar también como a su colaborador García Luna.
Pero bueno. No se aguantó el autoostracismo y pronto retornó a las andanzas tuiteras. Pero ahora para hablar bien de su dolor de cabeza. Ahora no le llamó López, ni Lopitos, sino “Andrés Manuel López Obrador”. Y ¡lo felicitó por la firma del acuerdo comercial con Canadá y EU! Al fin, maestro, mago, de “agachonismo”. El miedo no anda en burro. Quien tiene la conciencia tranquila no tiene por qué rendirse ante el miedo.
El joven que funge como El Jefe del partido, el michoacano “Marko” Cortés, también enmudeció. Ya no dijo que la ley de amnistía, aprobada recientemente en la Cámara, sólo beneficiaría a la delincuencia organizada.
Y los fans del PAN quedaron sin pastores.
Juan Carlos Romero Hicks, quien pastorea a los diputados panistas en San Lázaro, puso también toallitas hirviendo sobre sus barbas. Exactamente a las 08:01 horas de este domingo, en mi bandeja de entrada hallé un comunicado de prensa de la Dirección General de Comunicación Social del Grupo Parlamentario del Partido Acción Nacional con las barbas del diputado en remojo.
“Reconocemos lo difícil que ha sido entendernos con el Gobierno Federal, pero si no ha habido una parálisis legislativa es porque somos una oposición constructiva y abierta a la razón; consciente de que el presidente López Obrador podrá tener enemigos, pero él no puede ser enemigo de nadie y tiene que acercar a los sectores del país; aquí estamos los diputados panistas de la LXIV legislatura para dialogar y entendernos mejor.”
¡Chanfle!, como exclamara el Chapulín Colorado.
El primer “sorprendido”, obviamente, fue Felipillo, como siempre yo le había moteado, “de cariño”. (de veras, soy sincero, de cariño porque lo cubrí desde el desaparecido El Financiero cuando fue “El Jefe” del partido, y fui amigo de su maestro, Carlos Castillo Peraza, quien estaría muy avergonzado de su discípulo, si resucitara uno de estos días. Volvería inmediatamente al hoyo, el emeritense, al saber que su alumno es un malagradecido, porque el yucateco podría ser de las derechas, pero era derecho.
Pero qué barbaridad. Felipillo dijo en twitter que no estaba enterado de que Genaro anduviera en malos pasos y con malas compañías. Por Dios. Hágame el favor. Que te lo crea Mago, Felipillo. Por supuesto que sabías. En este país, no se mueve la hoja de un árbol si el tlatoani no lo permite. Así son las cosas en las presidencias imperiales, ligadas con lo peor del infierno de mi maestro Dante. Ahora confirmo que “la guerra contra el narcotráfico”, declarada por Calderón fue una diabólica fantasía que le costó a México cientos de miles de secuestrados, desaparecidos, ejecutados, viejos, jóvenes, y ¡niños!, por Dios.
Y la película negra aún no termina…