• Dice Robles que la Cruzada no es electorera
• Pero que estará bajo el escrutinio del Congreso
Rosario Robles Berlanga, la izquierdista secretaria de Desarrollo Social del gobierno del priísta Enrique Peña Nieto, fue ayer miércoles a convencer a los legisladores integrantes de las comisiones unidas de desarrollo social y asuntos indígenas, de la Cámara de Diputados, de que la Cruzada Nacional contra el Hambre no es de ninguna manera electorera. Que no se aparearán el hambre de millones de mexicanos con la necesidad de votos del partido gubernamental.
Pocos le creyeron, los del PAN y el PRI, obviamente. Los de las izquierdas – PRD, PT, MC – por supuesto que se quedaron con la duda, a pesar de que doña Rosario juró y perjuró que el gobierno no lucrará electoralmente con el hambre.
Robles Berlanga aclaró que, de los 1,432 municipios que cambiarán sus cuadros de gobierno en julio venidero, sólo 213 están seleccionados para recibir los beneficios de la cruzada, y de estos sólo 100 tendrán elecciones, por “usos y costumbres”, mayoritariamente en el estado de Oaxaca, donde la pobreza se enseñorea ancestralmente. Muy difícil ahí de comprobar si se juntarán el hambre con la necesidad.
La llamada Cruzada Nacional contra el Hambre, uno de los más mediáticos programas “sociales”, lanzado por Peña Nieto el 21 de enero pasado en el municipio de Las Margaritas, una de las puertas de entrada a la Selva Lacandona, territorio mayoritariamente en poder del Ejército Zapatista de Liberación Nacional, intenta atender a 7.400,000 mexicanos que sobreviven en condiciones de pobreza extrema y carencia alimentaria severa en 400 municipios del país. La cruzada está movilizando a todo el aparato gubernamental, en sus tres niveles de gobierno, a través de 70 programas sociales focalizados, bajo la coordinación de Robles Berlanga.
Claro que la Cruzada no llegará a todo el universo en pobreza extrema; es imposible. No hay presupuesto que alcance. El INEGI reporta un aumento de pobreza alimentaria a 4.2 millones para llegar a 28 millones de mexicanos, de los cuales 16 millones padecen inseguridad alimentaria moderada, y en grado extremo la sufren 12 millones más o menos.
La funcionaria defendió la política social del presidente Peña Nieto y rechazó tajantemente que sea electorera, a favor del partido que dirige el mandatario – el PRI -. Les dijo a los diputados de las comisiones legislativas, que la cuestionaron en el salón Verde del búnker de San Lázaro, que “no queremos el menor pretexto para desacreditar un programa que tiene un fin social; que atiende a millones de desamparados. Todos queremos que la Cruzada funcione”.
Sería imposible la manipulación electorera del programa, dijo Robles Berlanga, porque sólo llega a entre el 5% y el 8% de las poblaciones de los 213 municipios en donde habrá elecciones municipales.
Muy difícil de comprobar si en esos 213 municipios no se intercambiará comida por votos. Muy difícil. Y más difícil en los cien oaxaqueños, en donde los indígenas eligen a sus alcaldes por los llamados “usos y costumbres”, que en muchos de ellos son “abusos y costumbres” de los poderes caciquiles.
Vamos a creer que la señora Robles Berlanga es honesta de toda honestidad y que les dijo la verdad a los diputados, porque estamos hablando de hambre y, en muchos casos, de hambruna. Ella prometió ayer que ha estado llegando a acuerdos con los gobiernos estatales, donde hay municipios que serán atendidos por la Cruzada, para que no se revuelvan las cosas electorales y la necesidad de los hambrientos; y que el respeto a la veda electoral será absoluto. También dijo que la Cruzada se someterá al escrutinio de las comisiones legislativas y de la llamada opinión pública.
Vamos a confiar en ella…
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