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El clamor del canciller mexicano no fue escuchado en la Colina. “Las bardas no unen. No son la solución al fenómeno migratorio y no son congruentes con una frontera moderna y segura. No contribuyen al desarrollo de la región competitiva que ambos países buscamos impulsar”, es el recado que les mandó José Antonio Meade a los miembros del Congreso estadounidense, el pasado martes 25 de junio. No lo escucharon. No lo quisieron escuchar. Quién es Meade para los senadores pastoreados por la “Banda de los 8”.
Ah, qué locura, Señor Meade. Pero cuando habla Washington hay que ponerse a temblar o a rezar, porque casi nunca anuncia nada bueno. Y nada bueno es lo que augura la reforma migratoria aprobada por el Senado de los Estados Unidos, que amurallará la línea divisoria para que los mexicanos – una fuerza de trabajo indispensable para los gringuitos – no puedan pasar sin documentos y con ella toda suerte de seudo terroristas y agentes de ventas de las grandes corporaciones de las drogas ilícitas, que las lícitas, pero más dañinas que las otras, nos las envían los laboratorios estadounidenses y a precios superinflados.
Ni hablar, don José Antonio. Ahora, a apechugar. Las verdad, hay que ser sinceros, a los políticos de Washington les importan un pito los acuerdos de Obama con el presidente Peña Niet5o. El gobierno de Obama tendrá que desembolsar por lo menos unos 30 mil millones de dólares, tanto para contratar 20 mil agentes adicionales de la Border Patrol (Patrulla Fronteriza), para llegar a 40,000, como para concluir la construcción de unos mil 126 kilómetros de muro a lo largo de la línea divisoria.
Además de una “oleada” de agentes fronterizos, el gobierno federal estaría obligado a comenzar a utilizar tecnología militar, incluyendo aviones no tripulados (drones, asesinos drones. Remember Afganistan?) para rastrear los pasos de los indocumentados.
La reforma, una vez puesta en vigencia, obligaría al Departamento de Seguridad Nacional a establecer un sistema de seguimiento datos biométricos de personas en los 30 aeropuertos más grandes del país y en las fronteras y puertos de mar, para atrapar a personas que intentan salir del país con visas caducadas.
Para satisfacer los requerimientos de la comunidad empresarial, que necesita de trabajadores inmigrantes, de acuerdo con la legislación las autoridades podrían aumentar el número de visas, pero para trabajadores altamente calificados, la mayoría de los cuales trabajan en los campos de la ciencia y la tecnología. Y las personas de baja calificación que se contratan en la construcción y la hotelería serían admitidas en virtud de un programa de trabajadores temporales.
Pero el proyecto de ley también impondría nuevas cargas a los empleadores, que serían necesarias para verificar el estatus legal de los solicitantes de empleo mediante el sistema E-Verify del gobierno. Un sistema casi casi fascista o estalinista.
Meade debe de estar muy enojado, porque los senadores gringos se fueron por la libre. Y eso a pesar de un acuerdo de México con la Administración de Obama de trabajar de manera integral, coordinada, en la compartida frontera, de modo que ésta sea una región próspera, segura, sustentable y promotora del desarrollo.
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