Francisco Gómez Maza
• México, a dos fuegos
• Y viene otro gasolinazo
Todo pareciera estar derrumbándose. La política del gobierno mexicano, mecida en la cuna de la corrupción y la impunidad, se ha contaminado por el odio racial de los Estados Unidos que, al fin, mostro su verdadero rostro. Una mayoría de ignorantes fascistas que entronizaron en la Presidencia a un loco de atar. Ni Hitler, que ya es decir mucho.
Pobre México. Tan Lejos de Dios y tan cerca de los Estados Unidos decía el general Porfirio Díaz, que se volvió un dictador que duró por lo menos tres décadas en la presidencia de la república. Y ahora diríamos: Pobre México, tan lejos de Dios y tan cerca de Peña Nieto y ahora de Donald Trump.
Las más recientes injusticias en contra del pueblo mexicano, perpetradas por su gobierno, como el encarecimiento de las gasolinas se magnificaron con la llegada de un personaje siniestro a la presidencia de los Estados Unidos, que ha anunciado deportaciones masivas de mexicanos que viven en territorio estadounidense y ha querido obligar a Peña Nieto a pagar la construcción de un muro por toda la inmensa frontera para detener el paso de inmigrantes ilegales hacia el país vecino.
Pero los mexicanos tienen con qué defenderse de la política agresiva del gobierno de Estados Unidos. No están mancos. Lo grave de la situación; en verdad, lo grave no son ni las deportaciones ni el muro. Lo grave es que el gobierno local, con la más desvergonzada impunidad, continuará con su política de “joder” todos los días a los mexicanos, a quienes les espera, en el inmediato febrero, otro incremento en los precios de la gasolina, gasolina que se la están comprando a compañías estadounidenses a pesar de la política fascista del señor Trump.
Peña Nieto, independientemente de Trump, seguirá vendiendo Petróleos Mexicanos a inversionistas extranjeros y principalmente estadounidenses. Y seguirá entregando la Comisión Federal de Electricidad y todo cuanto pueda vender. Todo el México que defendieron los héroes del pasado lo está poniendo en venta el gobierno de Peña Nieto. Llegaremos a ser, óigalo bien amigo, una estrella más en la bandera de los Estados Unidos. Eso es lo que quieren tolucrotas y pachucrotas.
Y otra cuestión grave es que, como se ha visto, dudoso, medroso, el señor Peña Nieto acepte pagar la construcción del muro para congraciarse con Trump. Y México no tiene por qué pagar algo que no es de su incumbencia. El muro, el odio racial, las deportaciones, la desaparición del Tratado de Libre Comercio son “derechos” de Trump. No nos deben afectar emocionalmente a los mexicanos. Con que expulsemos a las empresas gringas, o nadie le compre a Wal-Mart ni compre automóviles de marcas estadounidenses. E importemos lo más posible de Canadá, porque, además, el ejecutivo estadounidense está preparando un impuesto de 20 por ciento a las exportaciones mexicanas, para juntar el dinero que va a costar la construcción del muro.
Los cubanos han sufrido un bloqueo económico durante poco más de 50 años. El único país en el mundo que lo cuestionó cuando el gobierno estadounidense lo impuso fue México. Ahí tiene que aprender el gobierno de Peña Nieto, que se ha mostrado amistoso con la Revolución Cubana. Si los cubanos, en medio de la pobreza, han logrado hacer frente a las penurias que les ha causado el gobierno estadounidense, México, con más recursos, con mayores posibilidades de diversificar sus mercados (y por qué no los diversificó antes; quien iba a saber que su principal cómplice lo iba a traicionar al final del día), lo puede hacer mejor.
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