Francisco Gómez Maza
• Cuando se podrá reabrir las escuelas
• Ante los brotes y rebrotes de Covid-19
Una cuestión que me planteo diariamente, desde que nos encerraron en casa por temor a la pandemia, es si ésta no baja su agresividad para con la sociedad, cuándo será el día en que podamos, las familias, vernos de cerca, abrazarnos, besarnos, hablar sin ningún temor al contagio, como lo habíamos hecho siempre. Y los niños, retornar a la escuela.
Y mi pregunta aún no me resuelve la ansiedad de no poder acercarme a mi nieta de 5 años y muero por abrazarla, besarla y jugar con ella, como lo hacíamos antes de esta desgracia, cuando su madre tenía trabajo y la pequeña se quedaba conmigo en el apartamiento, donde éramos muy felices jugando nieta y papá abuelito.
Claro que ella, a sus 5 añitos, ya maneja a la perfección la computadora, la táblet o el Iphone y ha tomado cuanto curso académico, matemáticas, inglés, música, pintura entre otros y ha crecido emocional, espiritual e intelectualmente, estando solamente con su madre. Mi relación con ella es a través de una videollamada. Desayunamos juntos, comemos juntos, y cuando me queda tiempo de sobra hasta nos ponemos a jugar. Ya se “graduó” de preescolar en uno de esos maravillosos Cendics que hay en la ciudad y en donde los niños son tratados con amor, con compresión y las educadoras hacen el papel, sinceramente, de verdaderas mamás. Y ya se graduó también del primer grado de inglés.
Si embargo, el otro día, la pequeña de 5 años, que ha madurado quizá demasiado para su edad, le confió a su madre: Mamá. Tengo miedo de que abuelito muera y ya no lo vuelva a ver. Aunque yo sé que, cuando tiene que salir a la calle, lo hace bien protegido. Bueno. A los cinco años de edad ya empieza a preocuparse por la muerte, que es “cuando ya no estás aquí y te has ido al cielo”.
Y así como mi nieta hay en el mundo millones de niños sagasez, precoces, que tienen que recibir el apoyo de sus padres, de la sociedad y de los responsables del sistema escolarizado. Claro, aprenden horrores quienes tienen padres dedicados a ellos y tienen los medios económicos y tecnológicos, como una computadora conectada a la www. Estos niños absorven toda clase de conocimientos como una esponja absorbe los líquidos. No se pierden de nada. Hasta de lo que no les conviene saber a cierta edad. Con estos niños no hay problemas. Es muy posible que aprendan más jugando en con un ordenador o una tablet que en el salón de clases.
Pero hay millones de niños que no tienen esas ventajas comparativas: una computadora conectada a la red mundial y menos una tablet o un buen celular. Estos niños han sufrido grandes rezagos en el aprendizaje desde que dejaron de ir a la escuela por la pandemia de coronavirus. Y ahora a medio año de confinamiento, están aún más rezagados. Hay una enorme disparidad entre ellos y los niños que tienen los medios electrónicos y los padres que, robándole tiempo a sus workshops, se dedican a guiar a sus hijos en el manejo de las Técnicas de la Información y la Comunicación.
Por lo mismo, inquieta a muchos el cuándo van a reabrirse los centros escolares. El portal healthychildren.org ha presentado las alternativas a partir de la gran interrogante que afrontan muchos padres de familia de cómo los estudiantes pueden regresar con seguridad a la escuela durante el COVID-19.
La más reciente recomendación de la American Academy of Pediatrics (AAP) dice que, para volver a la escuela en persona, se deben establecer ciertas medidas para mantener seguros a los estudiantes y al personal.
Lo ideal sería que los líderes locales, expertos en salud pública, educadores y padres de familia puedan trabajar juntos para decidir cómo y cuándo iniciar la reapertura de las escuelas.
Estas decisiones deberán tener en cuenta la propagación del COVID-19 en la comunidad, así como si las escuelas pueden hacer que el aprendizaje en persona sea seguro.
Las escuelas y las familias también deben estar preparadas para revertir al aprendizaje por internet si los casos del COVID aumentan en la comunidad. A esto me refería cuando dije que muchos no disponen de medios electrónicos para tomar las clases a distancia. Quedarían muy rezagados del resto. En esto las autoridades educativas tienen que reparar y encontrarle una solución.
Las directrices de la AAP están basadas en lo que los pediatras y especialistas en enfermedades infecciosas saben sobre el COVID-19 y los niños. Hasta ahora la evidencia sugiere que los niños y los adolescentes son menos propensos a tener síntomas o enfermarse de gravedad de la infección. También parece que son menos propensos a infectarse o a propagar el virus.
Las escuelas brindan más que estudios académicos a los niños y a los adolescentes. Además de lectura, escritura y matemáticas, los niños aprenden habilidades sociales y emocionales, hacen ejercicio y tienen acceso a servicios de ayuda para la salud mental y otras cosas que no se pueden ofrecer por medio del aprendizaje en internet. Para muchas familias, la escuela es donde los niños reciben alimentos saludables, tienen acceso al internet y otros servicios vitales.
Pero no obstante las ventajas de los niños y adolescentes frente al Covid-19, no es por demás implantar protocolos rígidos para evitar contagios, como el distanciamiento físico. Los maestros y el personal, que probablemente corren mayor riesgo de contagiarse del COVID-19 de otros adultos, que de los niños en la escuela, deben mantenerse a una distancia de por lo menos 2 metros entre sí y de los estudiantes lo más posible. Los profesores y el personal también deben usar cubre boca y limitar reuniones en persona con otros adultos.
En lo posible, debe hacerse uso de espacios exteriores para la instrucción y las comidas. Los estudiantes también deben disponer de suficiente espacio para mantenerse a distancia durante el ejercicio y otras actividades como el canto/coros, así como, además de la protección de boca, nariz y ojos mediante cubre boca y caretas, lavarse las manos con frecuencia con agua y jabón.
El cubre bocas es igual de importante para todos los adultos. A los estudiantes de preescolar y de primaria les puede servir usar mascarillas si no se tocan mucho la boca y la nariz. Los estudiantes de escuela media/secundaria deben usar mascarillas o tapabocas, especialmente si no pueden mantenerse a una distancia sana.
Para ayudar a limitar el contacto fuera del salón de clases, las escuelas pueden:
Hacer que los profesores/maestros cambien de salones de clases, en lugar de que los estudiantes se congreguen en los pasillos entre periodos/clases.
Dejar que los estudiantes almuercen en los pupitres o en grupos pequeños al aire libre en lugar de comedores abarrotados/concurridos.
Dejar las puertas de los salones de clases abiertas para ayudar a evitar el uso de las perillas y superficies de alto contacto.
Hacer pruebas del COVID-19 a todos los estudiantes puede no ser posible en la mayoría de las escuelas. Tomarles la temperatura a los estudiantes en la escuela no siempre es posible. Las escuelas deben establecer maneras para identificar a los estudiantes que tengan fiebre u otros síntomas de enfermedad. También pueden recordarles a los estudiantes, profesores y personal que se queden en casa si tienen fiebre de más de 38 grados Celsius o algún síntoma de enfermedad.
Limpieza y desinfección. Las escuelas deben estar preparadas para cumplir con las pautas de los responsables de la salud para en la limpieza y desinfección de forma correcta los salones de clases y las áreas comunes.
En los autobuses, vestíbulos y pasillos, en los comedores y patios de recreo, habrá que designar asientos a los que viajan en bus y pedirles que usen cubre bocas en el trasporte escolar. Las escuelas deben recomendar a los estudiantes que pueden llegar a las escuelas por otros medios a que tomen esas opciones.
Marcar los pasillos y escaleras con flechas en el piso que indiquen el sentido/dirección para caminar para disminuir las aglomeraciones en los pasillos.
Se deben impulsar las actividades al aire libre, así que se les debe permitir a los estudiantes el uso del patio de recreo en grupos pequeños.
Hay otras muchas medidas de protección, pero el espacio no nos permite seguir bordando el protocolo para que la vuela a la escuela sea segura, además de que las anotadas son las más inmediatas.