Francisco Gómez Maza
• El pleito de comadres distrae de los graves problemas
• Economía lisiada, burlesque trumpiano y la gran inflación
El proceso electoral ha pasado a ser, en estos momentos, el mejor distractor para que los “consumidores”, que son los ciudadanos con derecho de elegir a quien los va a sojuzgar por otros seis años, no reparen en el hecho de que están siendo las víctimas propiciatorias de una economía diseñada para beneficiar a los detentadores del capital, productores, distribuidores, comerciantes, sistema financiero, entre otros.
El escenario o, mejor dicho, los escenarios apuntan a una gran crisis, a un estruendoso rompimiento de la débil relación entre los factores de la economía, y las autoridades hacendarias, crediticias, cambiarias y monetarias dan gracias al dios Pluto por la celebración del proceso electoral y de las elecciones, proceso en el cual se inició la escalada de la guerra sucia, ahora aparentemente en contra del PAN, no obstante que este partido y el partido oficial yo diría que son hermanos siameses con diferente vestidura, pero con idénticos objetivos.
Esta crisis, ya prevista desde mediados de 2016 (¿Lo recuerdas, Amigón?) refluye en torno al descontrol del comportamiento de los índices de precios de la economía, que en lugar de seguir los deseos de los banqueros centrales, se han rebelado siguiendo los perversos estiras y aflojas de una guerra sucia de la oferta de bienes y servicios contra la demanda. Es decir, ante la indiferencia de las autoridades, se ha declarado la rebelión de los dueños contra los pobres.
Los adoradores de Pluto, el dios griego del dinero, prácticamente con la anuencia de las autoridades políticas, en manos del neoliberalismo tricolor, han tomado las riendas de la economía, descaradamente apoyados por las autoridades. Y la inflación, que es el impuesto que pagan los pobres, se ha disparado opacada por los escándalos de corrupción de los candidatos del PRI y el PAN, José Antonio Meade y Ricardo Anaya, protagonistas de un desmadre que a nadie beneficia.
Dice el Banco de México que ha tenido que reforzar lucha contra la inflación, procurando estabilidad para evitar daño al bolsillo, pero con la política de dejar hacer, dejar pasar, nunca los banqueros centrales han logrado su declarado objetivo de controlar el comportamiento de la curva de Gini. Cada año dicen que al año siguiente quedará controlada la inflación pero esto no ocurre.
La nueva Junta de Gobierno del Banxico, integrada por los subgobernadores Irene Espinosa Cantellano, Roberto del Cueto Legaspi, Manuel Ramos Francia, Javier Eduardo Guzmán Calafell, y el gobernador Alejandro Díaz, declaró que el instituto bancario central no replanteará su meta de 3%, pese a que con 2018 serán dos años consecutivos que no la cumplirá. Por el contrario, la reforzarán para que la estabilidad de precios se refleje en el bolsillo de los mexicanos y que la inflación no sea un impuesto que dañe a los que menos tienen, porque el combate a la pobreza es de largo aliento. Palabras huecas pronunciadas únicamente para salir al paso.
La verdad sea dicha, ni el director del Banco central ni nadie está interesado en el comportamiento de la economía y menos en el bienestar de los pobres. Y me temo que los candidatos a la presidencia en lo único que están interesados es en el poder que da la Silla.
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