Francisco Gómez Maza
• No hay gurupera que les venga
• Y sólo promueven el ateísmo político
A los analistas, a los críticos, a sus enemigos, a los inocentes, a los de la extrema derecha, a los que odian a Maduro, a los amigos de Donald Trump, a los amigos de la pareja de Calderón y Calderona, a los admiradores del copete de Peña, a los adoradores de Wall Street, no hay gurupera que les venga, aclarando que la gurupera es la correa sujeta a la silla de montar, o a la albardilla que pasa por debajo de la cola del caballo o la yegua.
Ya nadie podrá convencerlos aunque el mismo autor de la frase ahora se desdiga. Para ellos, Andrés Manuel López Obrador es y seguirá siendo un peligro para México, y es que tienen pánico de que, si el tabasqueño llega a Los Pinos, les vaya a despojar de sus prebendas, de sus pingües pensiones presidenciales.
Es de dar risa para un periodista que no tiene partido, pero que ve que algunas formaciones partidistas están llenas de idiotas muriendo de pánico, pánico que comparten hasta los lectores de noticias de la televisión, que se supone son personas inteligentes, ya no digamos los locutores, los columnistas, los articulistas, los reporteros a modo.
Y son más agudas sus críticas, sus ofensas a una persona que, con todo el derecho constitucional, aspira a la presidencia de la república con un programa de gobierno totalmente diferente al del resto.
Eso es muy peligroso para quienes detentan el poder, para quienes están al servicio de Washington, quienes privilegian a los detentadores del capital por encima de los intereses de los trabajadores. Mataron los principios rectores del nacionalismo revolucionario, basado en el axioma de Revolución y Justicia Social y se entregaron de nalgas a los neoliberales, de Margaret Tatcher, George Bush padre, el golpista Augusto Pinochet, inspirados por los muchachos de Chicago y los apátridas del Consenso de Washington, integrado por los siameses, el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial.
Estos próceres han adoptado un modelo que privilegia a los capitalistas y desprecia a los trabajadores, cuyo capital es sólo su fuerza de trabajo, de sus manos o de su mente, pero que nunca llegarán, por consigna del neoliberalismo, a poder gozar de unas vacaciones paradisiacas porque éstas son sólo para los dueños, los amos. Una moderna esclavitud que clama venganza al cielo.
Por ello, los genios del neoliberalismo y sus corifeos, los medios de información y propaganda, particularmente los medios masivos (los mass media) atacan a quienes buscan otra vía, ante el fracaso del capitalismo, porque la salvaje concentración de la riqueza en muy pocas manos, producto de la explotación de la mano de obra de los pobres, es, y no me diga lo contrario señor Samuelson, el fracaso del capitalismo, uno de cuyos principios es acumular primero para distribuir después, cosa que nunca han hecho los dueños.
Y viene un loco como Andrés Manuel López Obrador, cuyo programa ni siquiera está inspirado en el marxismo, y habla de justicia para los trabajadores, inmediatamente pegan el grito en el cielo los adoradores del becerro de oro, como el Rico McPato, que mantiene en la miseria hasta su familia en Patolandia.
Miren. Se los dice alguien políticamente ateo, que después de muchos años de mentiras, de engaños, de atole con el dedo para los mexicanos, ya no cree en la política, que ve a ésta como sinónimo de corrupción, de negocio fácil, de latrocinios escandalosos Los partidos políticos, por ejemplo, sólo son negocios familiares que se enriquecen a costa del Erario.
Hace falta una gran revolución cultural como la que realizaron los chinos con Mao para lograr la construcción de una nueva sociedad, aunque en honor a la verdad, como dice Herman Hess, para construir un nuevo mundo nuevo hay que destruir el anterior, sin necesidad de armas de fuego. Mientras ello no ocurra, los próceres a modo de los negocios fáciles, del enriquecimiento muy explicable, de las transas con los proveedores, del robo, de la dilapidación de los recursos públicos, continuarán explotando a los mexicanos.
Y lo más difícil de entender es que están convencidos de que robarle a la nación no es un delito. Como aquel político, si mal no recuerdo le decían El Alazán Tostao, que advertía que vivir fuera del presupuesto es vivir en el error.
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