Francisco Gómez Maza
• Los consumidores pagaran 20 por ciento más
• Si no es inflacionario, mi perrito es huevoncito
Pero sí que son tercos los encargados de construir la política económica del gobierno neoliberal, demagogo y populista, instaurado en México desde mediados de los 90. Bueno.
O son tercos en su afán de modelar una economía casino, o son malas gentes obsesionadas por joder a México, a cambio de que las clases poderosas sigan creciendo a costa de las masas de trabajadores, destrabajadores, campesinos desclasados, indios vueltos locos con el celular.
Yo creo que es lo segundo, pues son de los meros neoliberales, cuyo último objetivo es convertirse en vendedores de la nación, ni siquiera al mejor postor, como ya lo han hecho con el petróleo y Pemex y la Comisión Federal de Electricidad.
Ya les dijimos, en entrega anterior, y lo dijeron economistas expertos en economía, estos si, que tengan cuidado – Peña Nieto – con los aumentos a los combustibles, concretamente a las gasolinas, porque dicho aumento eleva la inflación en la economía, ya que todo el aparato productivo utiliza gasolina para operar y un aumento de precios encarecerá todo, principalmente los alimentos perecederos de primerísima necesidad para todos los mexicanos, y no voy a hablar de que les parte la madre a los pobres, a los millones de trabajadores, que apenas subsisten con el sueldito pinchurriento que les pagan los patronos.
El gobierno, los burócratas del Banco de México, de la secretaría de hacienda, del INEGI, insisten en que hay que cuidar los aumentos al salario mínimo porque son inflacionarios, pero no dicen que lo que atiza con fuego, fuerte fuego, la carrera de los precios hacia arriba son los precios de la gasolina. Pero les tiene sin cuidado. Que a ellos les hace lo que al viento a Juárez que suban los precios de los alimentos o de los medicamentos, o de la industria textil porque ellos tienen no sólo para vivir sino principalmente para divertirse, para chupar fino, para mantener las mujeres que les gusten, si es que éstas son tontas y sólo buscan relacionarse para obtener dinero.
Torpes economistas que más que economistas son concesionarios de estaciones expendedoras de gasolina, sin ton ni son, advierte que, si no existe un alza en los precios de los combustibles, se frenarían inversiones en gasolineras e infraestructura. Uy. Qué miedo. Si fueran congruentes, si amaran a la Patria como dicen, los achichincles de Peña Nieto verían que la advertencia es un sofisma, una mentira. El precio debe de moverse de acuerdo a la demanda y la oferta. No aumentarlo por decreto. ¿No vivimos pues en un país de leyes? Y la ley de la oferta y la demanda no tiene ideología. Se aplica en Estados Unidos y en Vietnam o en Cuba, o en Venezuela, o en la misma China comunista.
Mi querido Noé Cruz Serrano, experto en asuntos del petróleo y los energéticos en general, calcula que el aumento sería del 20 por ciento (qué bárbaros; estos señores de Los Pinos o de Palacio no tienen ni idea de lo que es la Ciencia Económica. Por supuesto que los gasolineros chillan, como changos hamrbientos: Pablo González, presidente de la Asociación Mexicana de Empresarios Gasolineros (Amegas), le dijo a Noé que los precios de la gasolina y el petróleo se han incrementado en los mercados internacionales y las importaciones que realiza México son más caras.
El representante de la Amegas comentó que, además, las autoridades hacendarias “han mantenido, por razones políticas y no económicas, artificialmente los precios”. El precio de la gasolina Magna hoy es de 16.76 pesos por litro, el de la Premium 18.50 y dísel 17.66. De darse el alza de 20% que prevé la Amegas, las cotizaciones el 1 de enero serían 20.11 pesos, la verde; 22.20 pesos, la roja, y 21.19 pesos, el dísel.
González argumentó falsamente que, de acuerdo con la Base de Datos Institucional de Pemex, el precio de barril de petróleo crudo, en el caso de la mezcla mexicana, ha aumentado de 45.3 dólares en enero a 52.62 dólares (dato al 15 de noviembre); el precio promedio del barril de gasolinas de importación subió de 73.11 a 76.47 dólares entre enero y septiembre. Pero quien les manda regalarle el petróleo a las grandes refinerías estadounidenses con el pretexto de que no es negocio para Pemex refinar el crudo para sacar gasolinas. Mejor la importan al precio que sea, teniéndoles sin cuidado los impactos, fuertes impactos inflacionarios, que en un engaño se los achacan a los aumentos de los salarios mínimos, cuando ya hemos visto que tales aumentos son una vergüenza y una burla para los trabajadores.
El sueldo de los encargados de calcular los salarios mínimos es estratosférico. O sea que se hacen ricos a costa de joder a los trabajadores. ¿Verdad, Presidente?
La US Energy Information Administration informó que el precio de la gasolina en el mercado estadounidense subió de 2.35 dólares el galón en enero a 2.50 dólares en octubre. Y se espera que pueda llegar a 2.57 dólares en junio de 2018.
En México, y por 11 meses, el precio de la gasolina Magna aumentó cinco centavos, la Premium un centavo y el dísel entre 10 y 11 centavos; es decir, “los combustibles en el país se han ajustado marginalmente”. Pero, impulsada por esos ajustes marginales, la inflación se ha ido para arriba y ya anda en alrededor de un 7 por ciento y con el próximo aumento, por decreto, y no por las leyes económicas, la inflación se desatará en un año eminentemente electoral cuando lo que menos les importa a los gobernantes es si sube o si sube la inflación. Estarán luchando porque suba su candidato a la presidencia que, por lo visto, será el del PRI con trampas y todo.
A Pemex y a las autoridades hacendarias, el gasolinazo del 1 de enero de 2017 les permitió obtener una bolsa de recursos suficientes – 600 millones de pesos diarios – para evitar aumentos, “pero este colchón se les está acabando”, precisó el presidente de Amegas; se les está acabando no porque lo estén invirtiendo en Pemex, sino porque lo están malgastando y eso ya no es responsabilidad de los consumidores. Por qué éstos tienen que pagar los platos rotos. Siempre son los que financian los caprichos de la clase dominante y me refiero a la clase política.
Por esas razones y ante un escenario de libre mercado – advierte el amigo Noé Cruz -, la posibilidad de que cerca de 32 millones de consumidores amanezcan el primer día del próximo año con precios de la gasolina Magna de casi 20 pesos el litro y la Premium hasta poco más de 21 pesos, es más que evidente.