Francisco Gómez Maza
• Se compran votos como se venden algas
• Un PRI integrado por puros sinvergüenzas
Lo mañosos no se los ha podido quitar nadie. Son transas, tramposos, chanchulleros, gandallas. Recuerdo hace años, cuando aún vivía el pediatra (mi hermano Gilberto), fue candidato a quién sabe si gobernador o diputado. El hecho es que, el día de la jornada electoral, se presentó a la casilla acompañado de su mujer y uno de sus cuatro hijos. Votaron los tres y se fueron a desayunar con los compas de la familia.
Por la tarde, a eso de las 18 horas, los funcionarios de la casilla ya habían contado los votos y estaban poniendo el acta pegada en la pared para que la viera la gente. Llegó don Gilberto y vio que en la lista de votación no había anotado un solo voto a su favor. Todos los votos eran a favor del PRI. El tricolor arrasó en esa casilla. Mi hermano reclamó al presidente de la casilla, ante un nutrido grupo de reporteros, unos profesionales, otros a modo de los intereses del chayote.
Por lo menos tendrían que haber anotado mi voto, les advirtió el doctor. Yo no sé por quién votaron mi esposa y mi hijo, porque el sufragio es secreto. Pero yo voté por mí. Mi boleta la crucé a mi favor. Por lo menos mi voto tendría que estar anotado en el acta y no hay ninguno a mi favor.
Excuso decirles que entre los votantes de esa casilla el PRI, sus repartidores de limosnas, de dádivas, se gastaron un buen de billetes entre láminas para techo, tinacos para casas en donde no había agua, tabiques en donde los indígenas levantaban su habitación de otate, de carrizo, de caña brava y techo de palma, lo más interesante fue la repartidera de cajas con algo de comida, de esas que llaman despensas, monederos electrónicos hinchados de billetes bajo la firma de Banorte, y toda una suerte de dádivas a cambio del voto mexiquense para el priísta Alfredo del Mazo Maza. Así quien no gana. Y lo más chingón es que los priístas son juez y parte.
Los repartidores son priístas y son funcionarios de gobierno. Peña Nieto con sus asuntos federales y el carita rosita de Eruviel con sus repartidores localones. Este miércoles alguien había contabilizado ya que el costo de las limosnas ascendía ya a unos 500 millones de pesos y además habían inaugurado obras, seguro que muchas sin terminar, por alrededor de seis mil millones de pesos.
Así se las gasta el PRI y el gobierno federal y el estatal, o los demás donde habrá “elecciones” como Veracruz, Nayarit, Coahuila. Todo lo compran los priístas. Y los ciudadanos hambrientos todo lo venden. Hasta la dignidad.
Y las instancias jurisdiccionales como la Fepade no mueven un dedo para castigar tales delitos electorales. El INE ni se inmuta.
Así que a los candidatos opositores el único derecho que les queda de presumir es el derecho del pataleo. En los hechos de la vida diaria van por delante del PRI. Delfina Gómez Álvarez o Josefina Vázquez Mota. El PRI va en la cola. Pero a la hora de contar los votos, los tricolores salen con la inmensa mayoría. Y es un asunto sin remedio. La mayoría de los votantes son pobres, muy pobres, y no les cae nada mal una tarjeta electrónica con la cantidad de dinero que sea. Dicen que son 3 mil pesos lo que cuesta el voto a favor del PRI. Bueno, eso costó el voto que muchos le dieron a Peña Nieto en el 2012 para que saliera presidente y retornara a Los Pinos.
Y van a ver si no tengo razón. En Veracruz, los veracruzanos soportaron un gobernador ratero. Estaban hasta el gorro con el PRI. Votaron por un ex priista que ahora imagina que es panista. Miguel Ángel Yunes Linares. En el fondo, este personaje sigue respondiendo a los intereses del PRI y de su santa madrina, la profesora Elba Esther Gordillo Morales, que desde su prisión continúa gobernando a sus pupilos, a sus ahijados. Cuenta con el poder que da el dinero para hacerlo.
Pues les diré que los candidatos priístas a las presidencias municipales veracruzanas son los que se llevarán el triunfo. Por el mismo método. Reparto de dádivas. Ya ni decir qué vergüenza. Los mexicanos no conocen esa palabra ni su significado. Lo mismo, no saben qué significa el vocablo “dignidad”. Sólo sienten hambre. Recuerdo que en las elecciones en las que “ganó” Manuel Velasco Coello en Chiapas, muchos pobrecitos vendieron su voto por una sopa Maruchan. ¿Puede usted creerlo? Yo sí. Los entrevistaron en la televisión. Qué vergüenza de mexicanos. Los Agachados del maestro Ríus.
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