Francisco Gómez Maza
• Laboratorios y radiología, mercados del moche
• Una mafia siempre ha controlado los servicios
Platicando con un amigo periodista por medio de la aplicación de Whats
App, me enteré de prácticas que perduran en los tiempos de la llamada 4a. Transformación, relacionadas directamente con esa práctica muy mexicana del entre o del moche, pero que son herencia del viejo régimen, que los franceses llamaban, porque creo que ahora están muy felices con la falacia de la democracia, el ancien régimen.
Son rémoras o estorbos entorpecedores de los avances de una sociedad, sumergida en la más profunda desigualdad social y económica; prácticas de corrupción que, en este país llamado México, se ven con mucha normalidad por quienes defienden ese perverso sofisma de que quien no transa no avanza.
(Voy a creer lo que decía el corrupto sobre la corrupción. Que era parte de la cultura mexicana, lo que es falso de toda falsedad, sino una enfermedad mental que se ha dado en llamar cleptomanía, la que entronizó, en esta falsa democracia mexicana, la cleptocracia, que se constituyó en sistema “democrático” y en “instituciones”. (Razón tenía el porfiado de López Obrador cuando mandó al diablo a “sus” instituciones.)
Y el ideador de la 4ª tendrá que bregar en serio y duro para enfrentarse a los corruptos, porque estos son muy vivos y se las ingenian siempre para evadir la ley de transparencia, o la de rendición de cuentas, o la del cuarto mandamiento, que el patriarca Moisés, aquel que guió a las 12 tribus de Israel de Egipto a Palestina, que dice “No robarás”.
Mi amigo periodista, que conversaba conmigo por el WhatsApp, me contó lo que todo el mundo sabe, pero calla porque no le conviene que se sepa, porque es socio del sucio negocio, o porque es autoridad que recibe beneficios mal habidos.
Pero para no darle más vueltas al asunto, se trata de la corrupción que, desde que tengo memoria periodística, se ha enseñoreado en un sector fundamental, como el del cuidado de la salud, corrupción que por afectar la salud debería ser merecedora de cadena perpetua.
Fíjese, Gómez Maza que, en el hospital donde estuvo internada mi hija, y que es recién inaugurado, pasan cosas que, por dios, no caben en mi concepto del servicio de la salud. En el área de laboratorio, que está aislada del área hospitalaria, no es la primera vez que la gente se queja de que no hay reactivos para los estudios de laboratorio y en parte cierto. Pero ahora llegó una señora de escasos recursos a preguntar por unos estudios de rutina y resulta que, en urgencias, le dijeron que no podían hacerle los estudios y la mandaron al laboratorio del sobrino del ex gobernador, un químico particular que tiene su laboratorio frente al hospital, que opera como laboratorista de la institución, pero los pacientes tienen que pagarle y caro.
Es absolutamente falso que no haya en el hospital los materiales de laboratorio necesarios para hacer estudios de rutina. La señora fue al laboratorio transa, pero como fue domingo, estaba cerrado. Regresó al laboratorio del hospital y los químicos descubrieron que sí podían practicarle los estudios porque en realidad no faltan los reactivos.
Como ven, queridos lectores, hasta la salud es pretexto para enriquecerse de manera ilícita, transando, robando. Hay – la verdad es que siempre ha habido- una gran mafia que desgasta a los pacientes. Otro tanto ocurre en radiología. Y son trabajadoras sociales las que les dicen a los pacientes que las placas no se pueden hacer en el hospital, y las mandan con el radiólogo particular, a quien le tienen que pagar. Y las mandadoras reciben su moche.
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