Francisco Gómez Maza
• Entre terremotos, populismo y demagogia de derecha
• 2 meses de que cayó mi casa y vivimos a la intemperie
Los grandes terremotos de septiembre ocurrieron, el primero, el día 7, que asoló principalmente a Chiapas y Oaxaca; el segundo, como homenaje de la naturaleza a los terremotos de 1985, el día 19, como unas dos horas después de haberse celebrado un simulacro en todo el país, en memoria de los sismos que devastaron Ciudad de México hace 32 años.
En ambas ocasiones, las autoridades han llegado tarde y los encargados del rescate de sobrevivientes y cadáveres ha estado a cargo de organizaciones civiles, ciudadanas, como Los Topos, que desgraciadamente fueron maltratadas cuando los soldados tomaron el control de la “seguridad” en las zonas y sitios colapsados. Los políticos sólo recorrieron las zonas dañadas para tomarse la foto.
Peña Nieto lo hizo para recuperar una popularidad, que estaba por los suelos; de su partido, el PRI, ha emigrado al odiado Morena, del enemigo número uno de los Quiques, más o menos un millón de priistas inconformes con la política aplicada por los chicos del IPADE, o de la Anáhuac, en la forma de “gobernar” este país, o hacer negocios, que para ellos es la política.
Ellos no tienen sensibilidad para condolerse, para compadecerse de los demás. Como nunca les ha tocado el alma una gran desgracia. Como nunca les han secuestrado a un familiar, a un hijo, a una hija. Ni se han quedado a media calle porque su casa se acabó por la acción de un terremoto.
Como es costumbre de los pueblos civilizados, humanizados, muchos gobiernos y sociedades privadas enviaron ayuda a México. Muchos países enviaron recursos, y volvieron a enviar, Y quién va a dar cuenta de esos millonarios recursos en dinero y en especie porque muchos damnificados se están quejando de que el gobierno no les ha dado nada, ni siquiera ofrecido, para reconstruir su vivienda, vivienda pobre como la mayoría de las colapsadas por los sismos.
En Ciudad de México los colapsos de edificios y casas nos transportaron a aquella mañanita del 19 de septiembre de 1985, cuando el gobierno de Miguel de La Madrid se quedó paralizado, sin saber qué hacer, y brigadas de la sociedad civil asumieron las tareas de rescate de sobrevivientes y cadáveres. Fueron miles los muertos. El cálculo más creíble es el der 20 mil ya que el terremoto del 19, totalmente destructor, fue seguido por al día siguiente por una réplica tan devastadora como el sismo mismo,
Ahora, ya han transcurrido dos meses de que ocurrieron los malditos temblores y no se nota que haya reconstrucción. La sospecha de los damnificados es que las autoridades se van a clavar el dinero recibido como apoyo. El mismo jefe de Gobierno de Ciudad de México se ha quejado que no le llegan los recursos del Fonden (para desastres naturales) y que en esas condiciones no se puede apoyar a los damnificados. Los recursos del gobierno de la ciudad son materialmente insuficientes.
Diariamente, a los que caminamos por las calles, edificios a punto de caerse, casas caídas, montones de cascajo nos recuerdan la tragedia, una tragedia que es cíclica en la ciudad de México, y eso que no hablamos ahora de otras regiones del país, como Morelos, Oaxaca, Chiapas, en donde la naturaleza también fue muy cruel con los seres humanos, ¿o se cobró todo el daño que le hemos hecho?
Y la gente está muy molesta con el gobierno sobre todo de Peña Nieto, aunque a éste lo tiene sin cuidado. Igual, él y su familia no saben lo que es que se caiga el techo de la casa o se cuarteen los muros, o se caiga una barda, o se hundan los cimientos de la vivienda. Ellos no padecen de nada. No van a morir. Van a ser eternos. Uf, debe de ser muy aburrido ser eterno, como lo dijo un día el amigo Pepe Saramago, comentando, en una sobremesa, su novela sobre este asunto que no gusta a nadie, Las intermitencias de la muerte, escrita por el Premio Nobel de Literatura 1998.Esta novela fue publicada en 2005.
Pero no se ve que las autoridades federales, comandados por Peña Nieto, hagan algo más que manifestar olvido, abandono, de quienes se quedaron con una mano atrás y otra adelante. No se ve nada. A dos meses ya debería notarse un gran avance en la reconstrucción de la Ciudad de México, o Morelos, o Oaxaca y Chiapas. Todo es tan lento en este país. Hasta el derrumbe de un edificio dañado. Lo hace a golpe de marros, muchos marros, cuando desde hace muchísimos años hay una técnica para hacer explotar un rascacielos sin que los edificios contiguos sufran siquiera un rasguño. Qué atrasados estamos los mexicanos.
Y a los damnificados que se organizan los amenazan, los engañan, como el grupo del 19-S que retiraron bloqueos para reunirse con autoridades Los inconformes liberaron la circulación en la calzada de Tlalpan y avenidas como Cuauhtémoc, Pacífico, División del Norte y Avenida del Taller, entre otras. Debían de reunirse a las 17:00 horas de este jueves 9 de noviembre con las autoridades, para establecer mesas de diálogo, según informó la ombudsperson local, Nashieli Ramírez.
Vecinos del Multifamiliar Tlalpan retiraron el bloqueo intermitente que mantenían sobre la avenida del mismo nombre entre las estaciones Las Torres y Ciudad Jardín del Tren Ligero. Al hacer un balance, una comisión de manifestantes informó que no hubo incidentes en este ni en otros cierres simultáneos que se realizaron en las delegaciones Benito Juárez y Tlalpan con una demanda en común, que la Cámara de Diputados asigne una partida de 50 mil millones de pesos en el presupuesto de Egresos 2018 para la reconstrucción de la Ciudad de México, en especial de inmuebles colapsados y desalojados de clase media. Sí, Chucha. Ya estoy viendo a los legisladores haciendo caso a los damnificados. Para ellos, las prioridades son las que les marca el poder ejecutivo, la orden de una u otra medida presupuestal viene de Hacienda por órdenes de Los Pinacates.
Claro que hay recursos suficientes para la reconstrucción, y no necesitan decirlo los vecinos del edifico los Girasoles que resultó afectado. La prensa publicó que damnificados de 15 inmuebles de la zona de Coapa, en la delegación Coyoacán, que se quedaron sin vivienda, o continúan desalojados tras el sismo del 19 de septiembre, exigieron al gobierno capitalino crear un plan para que, con recursos públicos, se haga la reconstrucción y reparación de sus hogares.
En el parque Allende, sobre Miramontes, los vecinos estimaron que 2 mil 300 personas que vivían en dichos inmuebles de las colonias
Los Girasoles 1, 2 y 3 siguen sin vivienda, sin dictámenes estructurales listos o a la espera de proyectos que elaborarán especialistas para definir si sus edificios se pueden reparar. Se inconformaron con el plan de créditos “blandos”, planteado el gobierno, a quienes perdieron sus casas, pues dijeron que sí hay dinero público suficiente para cubrir la reconstrucción y en cambio, para ellos representa una deuda “impagable”.
La situación, ya olvidada por Peña Nieto y gavilla, es el viacrucis para esta gente de clase media que no le queda más que aceptar los créditos blandos, pero a quien le presten 2 millones de pesos va a tener que pagar 15 mil pesos mensuales.
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