• En La Montaña, la tragedia invisible
• Los asentamientos, negocios sucios
Por si no ha tomado conciencia de la gravedad de la situación nacional, causada por Ingrid y Manuel, de la mano de funcionarios corruptos:
Hasta este jueves, 81 personas muertas, más las que se acumulen en las próximas horas, más las que están invisibles en La Montaña de Guerrero, donde pegó Manuel; 22 estados afectados, y que siguen siendo afectados. 330 municipios dañados. 50 mil personas desalojadas de sus lugares de origen, en albergues.
Datos sólo de lo que ven las autoridades federales y estatales. Pero lo que no se ve, o no quieren ver, es aún más trágico. Guerrero es el más golpeado.
De lo que más o menos ven las autoridades: En La Pintada, en Guerrero, se desgajó el cerro y sigue en peligro de continuar desgajándose: De 400 habitantes, no aparecen 58. Las casas, según el relato de la propia comunidad, desaparecieron. Hasta la iglesia, que era más o menos alta, ya no aparece en el paisaje.
Los funcionarios federales alegan que no se puede ir en helicóptero porque, al llegar a los sitios siniestrados, es imposible aterrizar por el mal tiempo. Pero según los reportes del Centro de Derechos Humanos de La Montaña, Tlachinollan, hay en Guerrero, cientos de comunidades indígenas incomunicadas. Los estragos causados por las lluvias son incuantificables; no se han logrado precisar los fallecimientos y accidentes, y la cosecha de maíz para el autoconsumo está perdida.
Al menos siete municipios de La Montaña permanecen invisibles a los ojos de las autoridades estatales y federales. Son cientos de comunidades indígenas que están incomunicadas y abandonadas a su suerte. Comunidades de los municipios de Malinaltepec, Atlamajalcingo del Monte, Iliatenco, Cochoapa el Grande, Metlatónoc, Tlacoapa, Acatepec y Copanatoyac. En el municipio de San Luis Acatlán también se desgajó un cerro y hubo muchos muertos.
En Huehuetepec, municipio de Atlamajalcingo del Monte, el Cerro del Ixtle ha empezado a desgajarse y sus pobladores han salido de sus viviendas para refugiarse en los cerros aledaños; unas 70 familias enfrentan el grave riesgo de que sus viviendas sean sepultadas.
Hasta este jueves, la respuesta estatal no había llegado a La Montaña. Las autoridades tradicionales se topan con la indiferencia y el trato discriminatorio de los funcionarios. Hay una descoordinación de los tres niveles de gobierno y no existe una representación política que atienda con presteza los planteamientos y demandas de los damnificados.
En la cabecera de Tlapa la situación comienza a ser preocupante, ya que está incomunicada con los municipios de Chilpancingo, Puebla y Marquelia, y eso provoca que haya escasez de gasolina y alimentos, al tiempo que varias colonias siguen sin teléfono y sin luz. Los damnificados de La Montaña no reciben suficiente atención de las instancias gubernamentales, siendo que en la población en extrema pobreza de la región recaen las peores consecuencias de estos desastres naturales.
El presidente de la Cruz Roja en Chilpancingo, Humberto Díaz Salgado, junto con algunos empresarios, denunció la falta de eficacia de las autoridades federal y estatal, que no brindan ayuda a las comunidades de la región Centro y de la Montaña. Tan sólo en Tlacoapa medio pueblo desapareció.
El drama es inconmensurable en Guerrero. Y lo más indignante es que, de la mano de Manuel va la corrupción. El propio gobernador, Ángel Aguirre, lo ha denunciado: “…ha habido inversiones; ha habido situaciones irregulares en este tipo de asentamientos, muchas veces producto de negocios políticos, pero también hay que decirlo, y hay que decirlo con mucho acento, es en buena medida de actos de corrupción que se han dado en una serie de unidades habitacionales, y de vivienda, que nunca se apegaron a un reglamento, ni a un plan; hay que decirlo con sus letras…”
Miguel Ángel Osorio Chong, el secretario de Gobernación a la cabeza del operativo de salvamento de damnificados en todo el país, también lo reconoce: “desafortunadamente, la mayoría de estos eventos negativos ocurren por asentamientos irregulares, por lugares en donde no debió de haberse autorizado ningún asentamiento. Antier, cuando el Presidente recorría Chilpancingo, veíamos que el cauce del río tenía casas atravesadas.
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