Francisco Gómez Maza
• José Antonio aceptó revivir a un enfermo terminal
• Pesan corrupción, impunidad, simulación y cinismo
José Antonio Meade Kuribreña nunca supo que se ponía una camisa de once varas, al aceptar la candidatura de un partido político en plena decadencia, odiado por las mayorías, porque las mayorías lo vieron, y así fue, como el nido de la hidra de la gran corrupción que asoló el Erario durante el mandato del presidente Peña:
La Casa Blanca, la Casa de Campo de Malinalco, los contratos de OHL, la complicidad con una de las contratistas más corruptoras del mundo, la brasileña Odebretch, La Estafa Maestra, la triangulación de dinero para beneficiar al PRI, en Chihuahua, el robo en despoblado en Sedesol de Rosario Robles, los desvíos atribuidos a Meade, todo investigado por la Auditoría Superior de la Federación. Y 16 gobernadores presos, procesados y prófugos por rateros.Todo este endemoniado galimatías, por un lado.
Por el otro, los crímenes inconfesables de las desapariciones forzadas, que el gobierno de Peña no logró desentrañar, aunque al principio de su gobierno la secretaría de gobernación prometió buscar uno por uno a los desaparecidos, que sólo aparecía en fosas clandestinas de las que está sembrado todo el territorio nacional.
La patética desaparición de los 43 estudiantes normalistas de la escuela normal rural de Ayotzinapa, y contando, como los tres estudiantes de cine asesinados y disueltos en ácido en Jaliso, los seis desaparecidos en Oaxac, y una serie de actos criminales perpetrados, más que por sicarios de la llamada delincuencia organizada, por escuadrones especializados – escuadrones de la muerte – prohijados por las fuerzas de seguridad del estado para limpieza social y formal combate a las bandas del narcotráfico, casos que no caben en este espacio que se volvería libro.
La infografía de violencia y el crimen fue y es dramática, horrorosa, deplorable e interminable. 42 periodistas fueron asesinados, acumulando una cifra estratosférica de 115 asesinados en casi dos décadas, la mayoría de los cuales permanecen impunes.
La economía, a cuya debacle contribuyó el mismo Meade, como secretario de Hacienda, por el afán enfermizo de aplicar el recetario cantinflesco del Fondo Monetario Internacional, sólo beneficiando a sectores muy especializados como la industria automotriz que, no cubre ni con creces a la mayoría de los mexicanos que, caminan a veces andando y a veces a pie.
Se le fueron las patas a José Antonio Meade. Nunca sopesó el desmadre que le está heredando su amiguito Peña Nieto. Y así y todo aceptó una candidatura a la presidencia de la república que nació muerta. No creo que estén dadas las condiciones para que se repitan los grandes fraudes de 2006 y 2012, o el que puso en la gubernatura del Estado de México, a Alfredo del Mazo.
Las condiciones son totalmente diferentes. Hoy no sólo hay malestar social, Hay, como lo han dicho muchos analistas, un profundo encabronamiento popular con Peña Nieto, con el PRI y con todo lo que huela a corrupción, impunidad, simulación y cinismo, por lo que la figura de Andrés López Obrador, satanizado por los defensores del capital y del capitalismo, los periodistas a modo, los intelectuales seudo izquierdistas, ha crecido como la espuma entre los sectores de las clases medias y sobre todo populares, en todo el país, inclusive en las regiones del norte donde en elecciones pasadas no era bien visto por aquello de que era un peligro para México. Actualmente nadie se traga esa propaganda de miedo.
Anoche me encontré con un furibundo lopezobradorista, o pejezombie, como les dicen los enemigos del tabasqueño, y lo primero que me respondió, cuando le dije que qué opinaba de la frase del peligro para México, a otro perro con ese hueso. Y así piensan todos.
Pero a Meade le pasó de noche toda esta situación, como les pasa de noche a los intelectuales orgánicos, los periodistas a modo, que cobran con las dos manos y los políticos que sueñan en que van a seguir pegados a las tetas del Erario nacional.
Hace algún tiempo a advertí que había llegado la hora de la jubilación del PRI. Pero como están las cosas, el partido fundado por el pillo de Plutarco Elías Calles está en etapa terminal, salvo que, a René Juárez Cisneros, que vino a sustituir al inútil de Enrique Ochoa Reza, sea taumaturgo y se le ocurra caminar sobre el agua para convencer a los mexicanos que van a votar por López Obrador, a quien pueden tachar hasta de soberbio hasta de populista, pero nadie podrá acusarlo de corrupto, ni de simulador, ni de cínico.
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