Francisco Gómez Maza
• Servirse del poder, el eterno mandato del PRI
• Eso distingue a los priistas; hace la diferencia
A los neopriistas les está fallando la máquina, la vetusta aplanadora.
El ciudadano Meade, ciudadano empanizado, empriizado, y dispuesto a cohabitar con quien pague con creces su amor aventurero, no encuentra el camino hacia la cima.
Deberá de leer el cincuentón los consejos de Henri Ford. Sí, Ford, el de los motores. Para salir del pozo pútrido en el que se está ahogando.
Se vé, se siente que no le interesa ganar la presidencia. Se ve que la quiere agandallada, en bandeja de plata. No importa que no gane. Que los ingenieros, los brujos tricolores, los repartidores de felicidad servida en una sopa maruchan, los otrora matraqueros, lo llevarán victorioso a cruzarse la banda tricolor porque así está escrito en las tablas de la ley de Huitzilopochtli, el dios diabólico (no hablo de satanás, por supuesto; que satanás trabaja en Chiapas y su retoño, el Diablito, está intentando también hacerse de la sillita de encomendero en Tuxtla) al que los mexicanos han adorado siempre por el miedo. Así. Miedo sin calificativos.
Miedo por el miedo, miedo al miedo. Miedo a perder su pobreza, su miseria, su mezquindad. Pobrecitos mexicanitos. En España nos dicen prietos. Y no vayamos hasta el confín del Gran Charco. Aquí mismo, para el prieto de Enriquito, el de Michoacán, no el de Los Pinos, los mexicanos que adoran al Chontal, son prietos que no aprietan.
No nos metemos a escudriñar los antecedentes, que dieron gran experiencia a Meade en el arte de manejar los recursos del Estado. Esos que creamos los contribuyentes, los acogotados por el fisco. No. Esos ya los denunció la Auditoría Superior de la Federación. De acuerdo con versión confirmada de mi querido colega Jenaro Villamil, en la revista Proceso, mi lejana casa, desde agosto de 2016 –casi un año después de que Rosario Robles dejó la Secretaría de Desarrollo Social (Sedesol) en medio de señalamientos sobre presuntos desvíos de fondos en esa dependencia–, el equipo de José Antonio Meade respondió a la Auditoría Superior de la Federación (ASF) que “se desconocía” la documentación de los quebrantos millonarios al erario federal por la firma de convenios con la Universidad Autónoma del Estado de Morelos (UAEM): uno por 2 mil 435 millones de pesos, otro por 77 millones y un tercero por casi 23 millones. No los vio Meade. Una línea de investigación para los fisgones, que andamos de metidos.
Pero la conciencia de Meade es diáfana y pura, tranquila, serena como la de un ánima rondante en El Palacio de la Locura, la vieja Castañeda, y vive en un mundo aparte, en un mundo feliz, como el conejo de Alicia, o como Alicia misma. No se da cuenta de que, como dicen los que manejan el idioma popular, se pone de pechito….
No necesitan tener mucho seso, amigos, para darse cuenta de la ternura, de la inocencia y, por qué no decirlo, de la melilotez del candidato. Este miércoles 28 con el que termina febrero, el mes más loco de este gran hospital de locos que es el mundo, a las siete de la mañana (a esta hora está fechado el tuit), Meade subió un mensaje de esos de 140 caracteres, que a la letra dice. Léanlo. No tiene desperdicio:
@joseameadek: Hay una gran diferencia entre servir con el poder y servirse del poder. Eso nos distingue y hará la diferencia al final de la contienda. Que conste. “yomero.
De verdad que no tiene desperdicio el llamado tuit. Se clavó solito. Ah qué don José Antonio. ¿Va a seguir el camino de su jefe Peña? Y yo no voy a agregar ningún comentario. Ya lo hizo Denisse Dresser, en su respectiva cuenta de Twitter: “Lo dice el candidato del partido cuyo modus operandi ha sido servirse del poder. Y tiene razón. Eso es lo que distingue al PRI y hará la diferencia en la contienda. Perderán. #niunvotoalpri. Tan tan.
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