Francisco Gómez Maza
• Y los ricos mueren de miedo ante “el señor López”
• Los desheredados tienen hambre y sed de justicia
Da vergüenza que los mexicanos seamos tan desidiosos y que nos hayamos convertido en cómplices de quienes nos usan para afianzarse en el poder político y económico, para enriquecerse mientras la pobreza hace presa de millones de personas, que incluso bendicen la miseria en que viven porque confían en dios.
Y a los detentadores de los grandes medios de producción no les importa el destino de los trabajadores, sino que sus intereses no vayan a verse comprometidos si llegase a ganar Andrés Manuel López Obrador. No les preocupa el equilibrio entre el capital y la fuerza de trabajo, no obstante que no hay capital sin la fuerza de trabajo.
Estos próceres le tienen pánico a los cambios, no obstante que el modelo económico, que no es el capitalismo clásico, sino una economía casino, una economía del agandalle, ya le quedó chico a las naciones, cuantimás a los plutócratas mexicanos y a los piratas que se aprovechan de los recursos naturales, con el respectivo moche para las autoridades gubernamentales- El modelo ya no le sirve a nadie.
Es un modelo fundamentado en la corrupción, en la impunidad, en la simulación y en el cinismo, igual que la política politiquera de los miembros de la clase política, entre la cual quien tiene menos cola que le pisen es el tabasqueño. De todo se le puede acusar menos de facineroso ladrón.
Y ahora el ya no tan joven Peña no puede presumir de que hay menos pobres, como lo presumió hace algún tiempo diciendo que había dos millones de pobres menos. En los últimos ocho años, 3.9 millones de mexicanos se sumaron a las filas de la pobreza. De los 49.5 millones de pobres que había en 2008, la cifra aumentó a 53.4 millones en el año 2016, como lo acaba de informar el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval).
Y a Peña ya se le acabó el tiempo para rectificar, si es que le importara no pasar a la historia como el presidente que más daño le ha hecho a la nación. Cuántas trastadas fueron cometidas, bajo la égida de Rosario Robles Berlanga y José Antonio Meade, con los multimillonarios programas de amas de ayuda social.
Nadie habla ya de la Estafa Maestra, por ejemplo. Y por ello, algunos, incluyendo a los funcionarios antes mencionados, deberían de estar en la cárcel o haber renunciado, como lo ha hecho el presidente de Perú.
Esperamos que cambie el estado de cosas quien se siente en la Silla el venidero primero de diciembre. El Coneval advierte que es fundamental una revisión “crítica” de 6 mil 491 programas sociales que hacen ricos a los funcionarios encargados de ejercerlos. El Coneval consideró que la crisis financiera mundial de 2008 afectó la economía mexicana y redujo el poder adquisitivo de los hogares; también impactó la inflación en los precios de la canasta básica, lo que hizo que las familias cayeran en pobreza. “En consecuencia, la desigualdad en la distribución del ingreso se ha mantenido elevada y no se observan factores económicos, como una mejora en la productividad, que permitan suponer un cambio en esta tendencia”, indicó.
El Coneval encontró que Chiapas es la entidad que encabeza la lista de entidades con mayor porcentaje de pobres en el país: ocho de cada 10 personas se encontraban en situación de pobreza en aquella entidad, seguida de Oaxaca, Guerrero, Veracruz y Puebla, y son estos estados los que concentran la mayor cantidad de personas en este rubro. De los 53 millones de pobres que hay en el país 24 millones viven en estas entidades; es decir, más de 45% del total.
El consejo define como pobreza cuando una persona tiene al menos una carencia social entre los seis indicadores, que son rezago educativo, acceso a servicios de salud, de seguridad social, calidad y espacios de la vivienda, así como servicios básicos en la vivienda y acceso a la alimentación, y su ingreso es insuficiente para adquirir los bienes y servicios que requiere para satisfacer sus necesidades.
A quienes presentan carencias de más de tres de esos rubros, el consejo los define como pobres extremos.