Francisco Gómez Maza
• Además, algo está muy podrido en el proceso
• Por un modelo más cercano a los trabajadores
Era lógico y esperado que a los grandes inversionistas en la obra del NAICM, en Texcoco, y a los empresarios de pipa y guante, les incomodara la decisión de López Obrador de cancelar el proyecto, luego de que tome posesión como presidente de la república, el primero de diciembre. Razones tendrá de sobras. Algo está podrido en el proceso de construcción de la terminal aérea. El presidente Peña Nieto no fue tan radical en su reacción pública ante el anuncio de la suspensión como los miembros de la Confederación Patronal, a la que siguió la de las corredurías del exterior.
Era lógico también que las grandes calificadoras de deuda reaccionaran y pusieran algo así como en un buró de crédito a México, particularmente al gobierno, porque tampoco les gustó la decisión del presidente electo. Han estado acostumbradas a la confianza – complicidad – que les dan los grandes inversionistas nacionales y extranjeros aposentados en México. Sólo responden a la naturaleza del dinero apátrida.
Pero todo es cuestión de posiciones de filosofía política, de geometría política, de la división internacional del trabajo en el hemisferio occidental. En esta parte del mundo, las clases dominantes se guían por los conceptos capitalistas, y muchos, entre ellos México hasta el 30 de noviembre próximo, obviamente para defender sus intereses personales, y por ello los gobiernos otrora de la revolución se plegaron a ellos plenamente desde el sexenio de Miguel de La Madrid Hurtado, volteando los ojos únicamente hacia el norte, al búnquer del imperio. No ocurrió así con los gobiernos de países del sur como Venezuela, Ecuador, Brasil, Argentina, Bolivia, Paraguay, Chile, que eligieron gobiernos nacionalistas bastante confrontados con el capitalismo estadounidense, pero que se pudieron del lado de la sociedad.
En México, las élites del poder político y económico voltearon los ojos de la realidad de las mayorías y se acostumbraron a que las grandes decisiones fueran tomadas entre ellos y el gobierno federal, que inclusive se autocalificó de centro derecha.
Curioso pero Andrés Manuel se reunió la mañana del miércoles con los directores de Hermes Infraestructura, Alberto Pérez Jácome, y de ICA, Guadalupe Philips, empresas que participan como contratistas en la obra del Nuevo Aeropuerto Internacional de Ciudad de México (NAICM) en Texcoco. A su salida de la casa de transición, Guadalupe Philips, directora general de ICA, informó a periodistas que la reunión que se tuvo con el presidente electo fue buena. Cuestionada por los medios sobre las implicaciones de la cancelación de Texcoco, refirió que se apoyará la decisión de López Obrador.
El empresario regiomontano Alfonso Romo reveló que el presidente electo le instruyó formar una comisión para ver las implicaciones financieras de cambiar la construcción de Texcoco por la de Santa Lucía, y que se negocie, a partir de este miércoles, con los empresarios e inversionistas para que el cambio ocurra “con tranquilidad”.
Otro de los que tendrá que aplacar y apaciguar a los inversionistas, pero en este caso a los extranjeros, es el futuro titular de la Secretaría de Relaciones Exteriores, Marcelo Ebrard, quien también recibió esa instrucción de parte de Andrés Manuel.
El presidente electo tiene ahora que contentar a los hombres del dinero grande, por lo que emprende el “control de daños” enviando a su equipo “más pesado”. Sus futuros secretarios de Hacienda y Comunicaciones y Transportes, así como su eventual jefe de oficina de la Presidencia para explicar, argumentar y convencer a los afectados por la decisión sobre el proyecto de nuevo aeropuerto en Texcoco: lo fundamental es reconstruir nexos y puentes.
Fue el propio Alfonso Romo quien reveló que el presidente electo le instruyó formar una comisión para ver las implicaciones financieras de cambiar la construcción de Texcoco por la de Santa Lucía, y que se negocie, a partir de este miércoles, con los empresarios e inversionistas para que el cambio ocurra “con tranquilidad”.
Carlos Urzúa, próximo secretario de Hacienda, está dispuesto a explicar con números, cifra por cifra, los efectos positivos de girar al proyecto de Santa Lucía para convencer de sus bondades económicas; quien tiene “un tramo más complicado” es Javier Jiménez Espriú, futuro titular de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes (SCT), pues deberá redondear todavía más los aspectos técnicos, de aeronáutica y viabilidad para hacer una realidad la triada AICM-Santa Lucía-Toluca.
Este miércoles se anunció que ya está en la página https://bit.ly/2O3z6V9 , el estudio completo de NavBleu, que confirma la viabilidad de la operación simultánea de Santa Lucía y el AICM.
Los empresarios, y los comentadores anti peje de la radio y la televisión, y de lo que queda de los periódicos impresos, tendrán que aceptar que el proyecto de López Obrador es diametralmente opuesto al de Enrique Peña Nieto, el PRI y el PAN (Partidos que ya no son los interlocutores de Morena, porque quedaron sumamente rebasados por el voto popular y si no desaparecieron fue por un milagro realizado por parte de su voto duro). Pero como les he dicho siempre, no sean solemnes, no se tomen tan en serio porque no saldrán vivos de este mundo, ni volando porque donde irán no hay aeropuerto, sino con los pies por delante.
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