Francisco Gómez Maza
• 53 millones de trabajadores, a merced del capitalismo de cuates
• Bajos salarios, inestabilidad, mañosa contratación por terceros
Las caprichosas reformas estructurales forman un horripilante reguero de vergonzantes decisiones cupulares, pero destaca una que, hoy por hoy, Día Internacional del Trabajo, es la vergüenza nacional.
Mientras, los genios del neoliberalismo no cejan de privilegiar a los detentadores de los grandes medios de producción (el capital), han dejado a su suerte a los 52 865 845 de personas con ocupación en la economía que no remunerados con justicia.
Los senadores concluyeron su periodo ordinario de sesiones y les valió sorbete la situación en la que viven millones de personas, que forman el dúo dinámico de la economía: Capital y Trabajo. No puede existir el uno sin el otro. Ni cuenta se dan, los senadores en este caso, de que sin la fuerza de trabajo el capital moriría. Y los senadores culparon a la renegociación del TLC, a la figura del outsourcing o tercerización de las fuentes de trabajo, así como a la creación del Instituto de Conciliación y Registro Laborales, que usaron como pretexto para incumplir el plazo para la aprobación de la reforma, que había vencido el 26 de febrero pasado.
Así que los trabajadores no tuvieron ningún motivo para festejar en el Día del Trabajo. Y a los senadores – dos de ellos cetemistas- les tiene sin cuidado que las relaciones obrero-patronales estén regidas por la injusticia. El día internacional del trabajo transcurrió con pena para los trabajadores. Carlos Aceves del Olmo, secretario general de la Confederación de Trabajadores de México (CTM), aseguró que la reforma laboral murió y que los senadores que la propusieron no dieron los datos como deberían, lo cual generó que hiciera escándalo.
“No habrá la reforma laboral que tanto se estaba cantando, murió la reforma en la materia; dos senadores nuestros (cetemistas), que ojalá ya no lo sean, fueron los que empujaron para que se hiciera escándalo, y por poco la aprueban, por no haber dado los datos como debería haber sido. Ojalá ahorita ni salgan a la calle porque les va a dar vergüenza lo que les vamos a decir cada vez que los veamos”, dijo Aceves del Olmo.
El proyecto legislativo plantea continuar con un modelo de bajos salarios a través de la flexibilización de la figura del outsourcing, además de que propone continuar con los contratos de protección, lo que “vulnera los derechos de los trabajadores”, de acuerdo con investigadores como Manuel Fuentes Muñiz, de la UAM.
La creación del Instituto de Conciliación y Registro Laborales es una “aberración”, ya que este organismo concentrará las funciones de conciliación de conflictos, así como de registro de sindicatos, para lo cual no se cuenta con los recursos suficientes para el funcionamiento de esta área. “El paquete que se planteó ofrece mantener el dumping en el ámbito salarial, con pagos miserables, que no es equitativo, continúa reproduciendo ese modelo de malas condiciones laborales, de bajos salarios, restando estabilidad al empleo”, de acuerdo con el académico. Explicó que, al incumplirse el plazo para la aprobación de las leyes secundarias en materia de justicia laboral, las juntas de Conciliación y Arbitraje continuarán operando hasta que no se apruebe la legislación en la que se establece el procedimiento de transición al nuevo modelo.
Estados Unidos y Canadá han insistido en que es necesario realizar en México una reforma laboral que garantice mejores condiciones de trabajo para los obreros, porque los bajos salarios, derivados de los contratos de protección, y la ausencia de una verdadera representación sindical constituyen una competencia desleal.
¿Quién podrá salvarnos de esta cavernícola indiferencia de los políticos (senadores, líderes obreros, gobernantes) hacia la situación depauperada que afrontan los trabajadores mexicanos? Yo creo que nadie del poder, ni siquiera los líderes de la llamada izquierda (López Obrador y compañía; vaya, ni siquiera los zapatistas con toda la dedicación que le ponen a las causas populares). Tenemos que salvarnos nosotros mismos a nosotros mismos; convertirnos en nuestros propios redentores. Volvernos rebeldes en una sociedad que hace pedazos a los trabajadores, que los pisotea, que los desprecia, no obstante que, como lo he dicho setenta veces siete, sin el factor trabajo los capitalistas no podrían gozar de la lujuria que les da el dinero.
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