Francisco Gómez Maza
• La terapia anti peje resulta saludable
Me decía una amiga hace ya muchos años, cuando las llamadas redes sociales aún no tenían la popularidad de que gozan en la actualidad, que participar en ellas era como ir al siquiatra; eran el único lugar en donde la libertad de expresarse era total, rayana en el libertinaje. Imagine, si eso ocurría hace una década o más, que no ocurrirá ahora. En la actualidad, son el centro neurálgico en donde se hace catarsis de todo sobre todo de cuestiones personales que no le importan a nadie más que a quien las padece. Y más en los terrenos políticos y sociales. En ellas se despedazan honras con todo el odio y la impunidad de que es capaz de expresar y gozar el llamado internauta.
Me recuerda a los lugares en la china maoísta en las que había miles de lugares especiales, sobre todo en los centros de trabajo, en donde colgaban un pushing bag de la figura del gran Mao Tse Tung, y los trabajadores iban a desfogarse golpeando con sus manos cubiertas con guantes de boxeo y le pegaban al gran líder. Buena sugerencia para Andrés Manuel López Obrador. Mandar a fabricar esos pushing bag para regalárselos a sus enemigos, que no adversarios políticos para que se lo cuelguen en el cielo raso de su habitación y en ellos sacien su afán asesino, porque no dudo que haya muchos, sobre todo periodistas e intelectuales y algunos de la clase media aspirante a alta que quisieran hacer mierda al presidente.
En China, la figura de Mao sobrevivió hasta su desaparición física, gracias a los pushing bags. La gente, los chinitos, antimao se saciaban de madrear el pushing bag hasta que quedaban rendidos y volvían al trabajo con mansas palomas a construir el socialismo y luego el comunismo chino. Esta, la del pushing bag sería la mejor terapia en lugar de andar alicaído, alimentando el odio, el rencor a la autoridad del momento.
Lo mismo lo alimentaron en contra de las pasadas autoridades, en contra de Peña Nieto, en contra de Felipe Calderón, en contra de Vicente Fox, principalmente, los presidentes, junto con López Obrador, más que polémicos, objetos del odio y el rencor no sólo popular sino principalmente de intelectuales y periodistas que no recibían ningún trato especial de las oficinas de prensa, aunque los había críticos por convicción, por conciencia social, como los hay ahora. Pero ahora, divulgar un meme ridiculizando al presidente, vistiéndolo de sacerdotes de iglesia mexicana o de santo es verdaderamente indigno de un gran periodista que está echando a perder su gran trayectoria profesional con tales idioteces.
Pero mucho de positivo está saliendo de esta experiencia de cambio de régimen. Se están dando a conocer muchos que, en el sexenio de Peña Nieto, vivían agazapados, o eran entusiastas defensores que hicieron el negocio de su vida con lo que luego se convirtió en vituperio hacia el mandatario, a quien debo de reconocer que ha aguantado estoicamente, – o ¿inconscientemente? – la andanada crítica en su contra.
Y hablando de este aguante, habrá que tomar en cuenta, quienes denostamos, que a López Obrador le tiene sin cuidado que le mienten la madre. Tiene la enorme ventaja de untarse de manteca el alma para que le resbalen todos los acres cuestionamientos de colegas que con razón o sin ella se lanzan en su contra, porque hay colegas que lo cuestionan con mucha razón y no me refiero a aquellos que hacen mofa de su figura o de su vejez. Esos no tienen la mejor importancia. Me refiero a los críticos serios. A los que vale leer. Y un servidor lee a esos críticos, con quien muchas veces está de acuerdo.
Así que, colegas antipejes. Sigan aprovechando los espacios y los tiempos de los medios de información y propaganda para seguir madreando a López Obrador, que a él le hace más bien la crítica que el elogio que luego se convierte en vituperio. Una cosa deben de aceptar, No es el pendejo que muchos dicen que es. Porfiado si es y siempre consigue, al final de un día de lucha, lo que él quiere conseguir.
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