Francisco Gómez Maza
• Van tres colegas asesinados en los primeros dos meses
• En 19 años, el recuento es de 122 periodistas caídos
Llegó el momento en que el presidente de la república, Andrés Manuel López Obrador, dé dar un manotazo sobre el escritorio para provocar un hecho mediático, que conmueva positivamente a la opinión pública y les tape la boca a sus enemigos (no sus adversarios, señor presidente). No se entiende que la justicia haya amparado al cacique sindical de los petroleros, cuando tiene sobre si diversas denuncias y demandas relacionadas con una presunta corrupción. Nadie acepta el “punto final” que ha proclamado el mandatario. La gente de a pie espera que se haga justicia. La lucha contra la corrupción exige que los corruptos respondan ante la justicia, que los asesinos sean encarcelados bajo penas muy duras. Que los violadores y feminicidas, lo mismo, y los ladrones de gasolina, todos, sean refundidos en una celda sin derecho a libertad provisional. Y así con todos los delincuentes.
Los asesinatos en México aumentaron en un tercio a más de 33,000 el año pasado, alcanzando un récord aproximadamente una década después del inicio de una campaña dirigida por los militares para combatir el narcotráfico. ¿Punto final para tanta sangre derramada; para tanto llanto de los familiares de las víctimas? ¿Punto final para los secuestradores que han desaparecido como 40,000 personas, que han venido apareciendo, desde que Calderón le declaró la guerra al narcotráfico, en fosas clandestinas?
No, señor presidente. Los mexicanos no están de acuerdo con esa política. A este escribidor le vaciaron la casa, mientras estaba fuera, trabajando. Hay imágenes grabadas en video de los ladrones (entregadas al Ministerio Público) que no sólo se llevaron objetos de valor incalculable, sino que revolvieron y regaron por el piso archivos periodísticos, documentos con información valiosísima.
Hay una denuncia ante la Fiscalía Desconcentrada en Investigación en la Alcaldía de Benito Juárez, documentada en la Carpeta de Investigación No: CI-FBJ/BJ-5/UI-2 S/D/00108/01-209. Los ladrones le causaron un gran daño a este escribidor.
¿Punto final para los autores de este robo, sospechoso, porque no sólo se llevaron objetos de valor, sino que hurgaron archivos físicos y se llevaron el equipo de cómputo con un importante y abultado archivo de información valiosa?
¿Punto final no sólo para este crimen, sino para todos los criminales, no sólo del orden común, sino de cuello blanco enquistados en la superestructura oficial?
No, amigo López Obrador. Nadie está de acuerdo en el punto final. Y menos los familiares de los asesinados, de los desaparecidos, de las niñas violentadas sexualmente y muertas.
En cuanto al periodismo, la organización defensora de los derechos humanos de este gremio tan vulnerable, Artículo 19, que defiende la libertad de expresión y el acceso a la información, documentó el asesinato de 122 periodistas en México desde 2000. Y en lo que va del gobierno de Morena han sido asesinados 3 periodistas y, creo, dos defensores de derechos humanos.
Hace unos días el radio periodista, Jesús Eugenio Ramos, murió en un hospital en el municipio tabasqueño de Emiliano Zapata debido a las heridas de bala que le propinaron asesinos desconocidos. El asesinato fue perpetrado el sábado 9 de febrero, lo que marca el segundo asesinato de periodistas este año mientras los mexicanos lidian con una violencia sin precedentes que se ha cobrado la vida de numerosos reporteros.
Ramos desayunaba en un hotel cerca de la estación de radio donde trabajaba cuando le dispararon. Su muerte fue la tercera en ocurrir desde que el presidente Andrés Manuel López Obrador asumió el cargo el 1 de diciembre. Periodistas locales de todo el país han sido víctimas de la violencia, lo que ha llevado al Comité para la Protección de los Periodistas a clasificar a México como el país más peligroso en el hemisferio occidental para los trabajadores de los medios, una verdad que ningún periodista se cansará de repetir mientras no cambie el estado de cosas.
analisisafondo@gmx.com