Francisco Gómez Maza
• Desempobrecido por decreto
• El ínclito Coneval y Tío Lolo
Miles de programas sociales han servido para maldita sea la cosa. Dicen en el Coneval, y lo celebran los enanos, que disminuyó la pobreza extrema, pero los paupérrimos, los más pobres de los pobres, siguen sobreviviendo, mal alimentados, si es que se alimentan, muriendo diariamente por enfermedades curables, sobre todo los niños.
La pobreza extrema se resiste a pesar de los apoyos sociales, lo que comprueba que a los pobres no hay que regalarles recursos, sino principalmente enseñarles a vivir, enseñarles a leer y escribir, a educarse, a enseñarles a trabajar, no regalarles el pescado sino enseñarles a pescar, como dice el axioma oriental.
La política de caridad, asistencialista, no conduce a ningún lado. La pobreza se acaba con pleno empleo y salarios justos, lo que no se ha dado ni se dará en este país encadenado al capitalismo salvaje, al capitalismo de casino, al capitalismo de palenque de gallos.
Llevamos toda la historia con altos, altísimos, niveles de desempleo. Históricamente hay desempleo y los empleos son precarios; los salarios no le alcanzan al trabajador más que para subsistir medianamente él y su familia, y menos para hacer un fondo de ahorro para contingencias familiares, para una enfermedad, para un parto, para los útiles escolares, y, lo más importante, para la alimentación cotidiana.
No necesita usted del Coneval para medir la pobreza. Simplemente súbase a un transporte público en cualquier ciudad del país y al ver a los pasajeros concluirá que todos son pobres, el cien por ciento de los usuarios del metro de la ciudad de México va mal vestido y va comiendo una bagatela a la hora de los alimentos. La mayoría de los automovilistas, pregúnteles, no son dueños de su auto. Lo deben. Lo están pagando mensualmente con enormes dificultades. Y los miembros del 5% del total de la población (¿unos 130 millones) no se transportan en autobuses urbanos, en el metro, y mucho menos en los destartalados camioncitos citadinos, donde los oídos recientan por el volumen del ruido que produce el aparato de radio del conductor.
Sería interesante ver las estadísticas de los mexicanos que tienen capacidad para el descanso, para el turismo, para viajar a países extraños, para el entretenimiento. La mayoría de los trabajadores no pueden ir un fin de semana al balneario más cercano para descansar unas horas de la esclavitud del empleo depauperado, injustamente más pagado.
Y muy pocos pueden endeudarse para comprar una casa sola; otros, generalmente quienes están uncidos al Estado o al Seguro Social, al Infonavit, tienen derecho a una vivienda cuando mucho de 40 metros cuadrados y que tienen que pagar en tres lustros, para lo cual les descuentan por lo menos la tercera parte del salario líquido que reciben cada quincena. No la tienen fácil. Un doctor del Seguro pasa limitaciones graves que no sufren los mandos superiores, que ganan más que el presidente de la república.
Este método seguramente no es un método científico para hacer mediciones, pero es infinitamente más realista para saber, para conocer la pobreza y la riqueza. Ésta no necesita metodologías porque, como dice el adagio, el amor y el dinero no pueden ocultarse ni ante los desconocidos.
El Coneval dice que la pobreza extrema disminuyó en la última década y que la pobreza general también. Sin embargo, en realidad no se ven esas disminuciones. Este escribidor lleva más de 50 años escribiendo la realidad de este país y ve, a esa distancia, un México más pobre y una gran concentración de la riqueza, una concentración que clama venganza.
Y los pobres. Los pobres se pierden en las calles de las ciudades, en los pueblos, en las comunidades. Los más pobres andan hurgando basureros o lavando parabrisas en las esquinas de las calles, o vendiendo chicles entre los automóviles, poniendo en peligro su vida. Y los pobres de los más pobres, los pueblos originarios, en su mayoría viven como extranjeros en su propio país; subsisten de milagro. Y mueren porque no tienen un médico ni medicamentos para curar sus padecimientos.
Así que medir la pobreza con la metodología del Coneval es hacerse tonto. Cómo puede vivir dignamente una familia de papá, mamá y por lo menos un hijo con 2,500 o 3,000 pesos mensuales… Principio del formulario.
La política social, pública y privada, así, ha sido un rotundo fracaso en los últimos 10 años y en los últimos 30 y en los últimos….
@analisisafondo
@AFDiario