Francisco Gómez Maza
• Delfina puede ser la sucesora de Eruviel
• La morenista, con la simpatía mexiquense
En una de éstas el primo se puede ir al caño de la política electoral por la fuerza de empuje de La Maestrita, quien no cae ni porque le digan corrupta, ni porque la acusen de los peores delitos electorales. Lleva temple independientemente de que sea la candidata del cuestionable Andrés Manuel, el cae mal entre priístas y perredistas.
No soy muy ducho en ese arte de levantar encuestas, y menos de poner toda mi fe en sus resultados, pero ya me están sonando ciertas, verídicas, las cuentas que hacen los encuestadores. A La Maestrita tiene rato que no la mueven, ni siquiera las estrategias más duras de Los Pinos, ni el reparto de cochupos, billetes, donativos, igualas, chayotes, ante la vista gorda de los consejeros electorales, a todas luces impulsores del primazo.
De todos los ejercicios de consulta en torno a las preferencias electorales, me llama la atención los que levanta el periódico Reforma, medio informativo que sirve a intereses muy concretos de Monterrey, específicamente de la familia Junco. Pues las encuestas del diario regio mantienen a Delfina Gómez Álvarez por arriba de Del Mazo. O sea, un estira y afloja entre el primito y la maestrita.
Es muy posible que las mayorías mexiquenses estén ya hartas del caciquil grupo Atlacomulco. Estén descepcionadas del presidente Peña y de su sucesor, Eruviel Ávila, que sólo han destacado con obras de relumbrón que no sacan a la gente de la ancestral pobreza en que sobrevive. Por años, el gobierno del estado sólo ha servido para hacer más ricos a los pocos ricos que nacieron en pañales de seda y con estrella y se han dedicado a empobrecer a los mexiquenses que nacieron estrellados.
Esta es la única explicación que encuentro para entender el porqué la candidata de Morena se mantiene en la cúspide y puede arrebatarle las riendas del caballo a los riquillos de Atlacomulco (atracomucho), a pesar de que pongan en práctica, el día de la elección (4 de junio), dentro de once días, los más inimaginables métodos del chanchullo y el fraude electoral, desplegando legiones de mapaches.
Decía esta mañana de miércoles Carlos Puig, en su columna Duda Razonable, de Milenio, que el PRI no debe ganar en el Estado de México. Y este escribidor, viendo lo que está aconteciendo, y analizando el fenómeno Delfina, opina que el PRI no puede ganar. Está perdido. digan lo que digan los demás. Pero los priístas nunca pierden y si pierden arrebatan, aunque nunca había habido tal malestar social, ni en los gobiernos del PAN, como lo hay ahora con el decepcionante papel que está jugando Peña en su calidad de jefe del poder ejecutivo, que a toda costa pretende presentarse como el salvador de México y de la economía.
Por lo que respecta a la elección mexiquense, hay que estar atentos a todos los movimientos que se den de ahora al 4 de junio, la recta final de un proceso que puede dar grandes sorpresas al grupo Atlacomulco, la mafia en el poder como le llama el tabasqueño.
Pareciera que hoy por hoy sólo quedan dos opciones para que los mexiquenses elijan: o el primo, o la maestrita. Ya no hay más. Están perdidos PAN, PRD y el resto, que sólo participan para tratar de socavar la fuerza de Morena, que muy a pesar de López Obrador ha logrado posicionarse en las preferencias de los votantes.
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