Francisco Gómez Maza
• Los espías, como Pedro por su casa
• Y la simulación, la moral de los políticos
Todo este jaloneo del espionaje, de los espías, les hizo recordar a los veteranos, o nos hizo recordar a los viejitos, que el espionaje y los espías son parte de la Ética de los gobernantes, de los usos y costumbres del Gran Cacique, del Tlatoani en turno.
Lauris (Laura Elena Medina), una solidaria compañera en Excélsior y en Proceso, lo dijo sin ambages y yo lo repliqué en mi perfil del feisbuc, porque me pareció buena materia para la reflexión, para el debate, para el intercambio de criterios, práctica que se ha ido desvaneciendo por responsabilidad del ajetreo cotidiano y por culpa de la cibernética. Los entrometidos Celulares.
Escribió Laurita: Los “periodistas” espiados demuestran que nunca pisaron una redacción donde “las orejas de gobernación” andaban como por la sala de su casa. Por cierto, amables y simpáticos.
Y así era exactamente. Muchas veces hasta servían de huesos, de ayudantes, de mandaderos para ir a comprar la torta, los tacos, las carnitas, o inclusive traer un caballito doble de tequila del güero de
La Mundial a la redacción para calmar la sed etílica. Pero tenían que reportar al coronel Carrillo todo lo que habían visto y oído; en qué andaba el Manotas, qué decía Seyde, o Paco Fe Álvarez, o don Manuel Becerra Acosta, o Julio Scherer, o el Venado, o el Conejo., o Juan de las Pitas.
Todos pues. Porque todos éramos muy peligrosos para el sistema, para el Presidente. No éramos “prensa vendida”, sino destapadores de cloacas. Éramos sus enemigos y nos trataban con pincitas. Nos trataban bien, pero por detrás mandaban a sus “orejas” “antenas” a espiarnos, a escucharnos, a ver que decíamos.
Feo. La verdad. Pero nos la llevábamos tranquilos. A veces aprovechábamos a sus orejas para mandarles mensajes muy importantes; advertencias; e inclusive amenazas periodísticas. Jejejeje. Creo que practicábamos aquello tan sano de “no te tomes tan en serio”.
Por supuesto que el Malware Pegasus aún estaba en panteón de los tatarabuelos de la informática. No, si nosotros éramos de tecnología eficaz y eficiente. Cuatro o cinco cuartillas dobladas en cuatro eran nuestra libreta de notas. Una Uher pesadísima, que colgaba del hombro izquierdo, nuestra caja de pruebas de que fulano o zutano había declarado lo publicado al día siguiente.
No había espías digitales, cibernéticos, bots que se pusieran a escudriñar los celulares, los smartphones o las tablets. Así que los espías se colaban y se hacían pasar como periodistas, en la redacción del periódico, en las conferencias de prensa, en las sesiones del congreso, en las del senado, hasta en la Presidencia. Sólo que en las grandes empresas públicas – Congreso, Palacio etc., ya pensaban en colocar cámaras fotográficas y micrófonos para ver todo lo que pasara, se hiciera y se dijera. En la cámara, por ejemplo, no le puedes dar un beso a una compañera o a un compañero porque el delicioso hecho queda grabado y puede ser usado en tu contra. Las paredes y los techos oyen y ven.
¿Y eso lo hace normal, Paco? ¿Que haya sido tolerado y/o permitido (o aún lo sea) por medios y colegas lo vuelve inevitable? ¿Hay que resignarse a la mierda, nomás porque siempre ha estado ahí? Yo digo que no. ¿Y tú?, intervino el gran Gerardo Albarrán, gran compañero en Proceso y El Financiero.
En México, mi Ger – respondí – todo lo ilegal e ilegítimo es “normal”. Hasta los presidentes de la república pueden ser ilegales e ilegítimos. Y son normales. Actúan como si de veras fueran presidentes.
Y de estos hay emblemáticos ejemplos como El Chupacabras.
Los gobernantes siempre han espiado a quienes consideran un peligro para su seguridad, que ellos llaman la seguridad del estado. Y la CIA, el FBI, la NSA, la KGB (cuando existía la URSS) los espía a ellos, en una cadena interminable de espionaje. Tú me espías, ellos me espían, a ti te espían, una conjugación bastante rara.
No es legal, no es justificable, el espionaje. El que siempre haya existido no lo hace legal ni legítimo. Es deplorable, indignante, condenable. De acuerdo total contigo, Ger. Muy peligroso. La gente termina por no creerle nada de lo que dice al presidente.
Y creo que el asunto no habla de resignación.
En lo que toca al gremio periodístico, habría que empezar por la unidad, la solidaridad entre periodistas. Somos el sector más desunido, envidioso, egoísta. Y por lo mismo, el más vulnerable. Hasta nos espiamos entre nosotros mismos. Te podría contar dos que tres casos corroborados, No le encuentro la cuadratura al círculo. Ah, y también es cultural. Peña Nieto dixit que la corrupción es una cuestión cultural. Válgame la virgen choncha.
Y el gran remate de Gerardo:
Con profesionalismo, Paco. Profesionalismo y ética, que son parte de lo mismo. Ah, y con belleza. Mi querido Ger, Háblales de profesionalismo y ética a los dueños y no te entienden. Creen que les estás hablando en alemán.
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