Francisco Gómez Maza
• Una población acicateada por la violencia
• Lo que pasa en México no ocurre ni en Siria
Mi hija siempre se queja con una queja ultra justificada. Dice con dolor: Tengo un país atravesado. Y cómo no. Un país en el cual la inmensa mayoría son pobres, muchos son miserables, y muchos son indigentes. Sólo una pequeña porción goza lujuriosamente de las riquezas. Bueno. Ni las llamadas clases medias – ¿ya resurgieron? – pueden decir con sinceridad que no son pobres, porque – muchos ni cuenta se dan – viven endeudadas; deben la casa, deben el automóvil, le deben a los once mil bancos y muchos hasta viven encarcelados en el Buró de Crédito, que es un mecanismo de los banqueros usureros en donde inscriben a todos aquellos que o pagan sus deudas. Y entonces los clientes no son sujetos de crédito. Cómo vive. Qui lo sat. Se arriman con la madre, con el padre, con los hermanos, por lo menos para comer una vez al día. Ah, pero no son pobres. Usan ropa de marca, perfumes, lociones de lujo, etc….
Eso duele ciertamente. Duele a los mexicanos conscientes, a los que no dilapidan el salario, a los que no consideran buena vida vivir de prestado. A los que no consumen las tonterías, las bagatelas, que los pobres que se creen ricos consideran que dan buena vida.
Pero lo que más duele es la violencia que se entronizó entre los mexicanos particularmente desde la época del supremo comandante Calderón, quien le declaró la guerra a los empresarios del narco y provocó una matanza descomunal entre los cuales muchos fueron muertos por error. Y de ahí pa’l real. La violencia no para y la inseguridad ha hecho presa a millones de mexicanos. Tanto que los niños mexicanos sobreviven más peligrosamente que en Siria, un país horriblemente violentado por las potencias occidentales, especialmente por Estados Unidos.
El Instituto dio a conocer que, en 2018, uno de cada tres hogares en México fue víctima de algún delito. ¿Se da cuenta? Uno de cada tres hogares en México fue víctima de algún delito. Ya ni en Siria, que está en guerra y en la guerra, los invasores dicen que se vale de todo. El INEGI presentó a los medios informativos la Encuesta Nacional de Victimización y Percepción sobre Seguridad Pública (ENVIPE) detallando detalló que, durante el año referido, 33.9% de los hogares tuvo, al menos, una víctima de delito. Gravísimo. Esto significa una tasa de concentración de 1.3 delitos por víctima, prácticamente el mismo nivel registrado en 2017.
La encuesta refiere que los estados federados donde hubo mayor número de delitos son CDMX y el Estado de México, con tasas de 42 y 41 por ciento, cada uno. Las entidades con tasas reducidas fueron Chiapas y Veracruz, con 16 por ciento de prevalencia delictiva en ambos casos. Mire. Veracruz, estado al que le hacen propaganda los enemigos de Cuitláhuac García de ser sumamente violento.
El INEGI informó que la ENVIPE revela aquellos delitos que afectan directamente a los hogares y sus integrantes y que se consideran “cifra negra”, pues no se denuncian. Revela también que, en 2018, se cometieron 33 millones de delitos del fuero común, siendo los más frecuentes el robo o asalto en la calle o transporte público (9.4 millones) y la extorsión (5.7 millones). Hay, por tanto, una tasa de concentración de 1.3 delitos por víctima, prácticamente el mismo nivel registrado en 2017.
Ahora, hablando de billetes, de acuerdo con los cálculos del INEGI, el costo total por la inseguridad y los delitos en los hogares ascendió a 286.3 mil millones de pesos, el 1.54 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB). Qué podría usted hacer con esa enorme cantidad de dinero. Habrá qué preguntárselo a Carlos Slim, quien es el mexicano más poderoso entre los poquísimos poderosos del mundo.
La violencia en México es imparable en cualquier administración, del signo que sea. Con Calderón se contabilizaron por lo menos cien mil ejecuciones. Con Peña Nieto, otras por lo menos 150 mil y ahora, en los casi diez meses de la administración de Andrés Manuel, aunque éste declinó seguir la política de los dos cretinos anteriores, de hacer la guerra a las bandas criminales, no hay día en que no se sepa de ejecuciones y, con mucha frecuencia, de asesinatos en masa.