Francisco Gómez Maza
• La Ley de la Industria Eléctrica, suspendida
• El Poder Legislativo vale así un cacahuate
Este escribidor no es experto en leyes ni en enjuagues de jueces corruptos o incorruptibles, que los sigue habiendo, pero sospecha que el juez segundo de distrito en materia administrativa, especializado en competencia económica, radiodifusión y telecomunicaciones, Juan Pablo Gómez Fierro, se ha aliado personalmente, no como miembro colegiado del poder judicial, con lo más abyecto de lo que hace 50 años llamábamos oligarquía.
Gómez Fierro se puso abiertamente, y argumentando con la ley, en manos de dos empresas generadoras de energía eléctrica, llamadas Eoliatec del Pacífico y Zuma Energía, favorecidas por los gobiernos de la contrarrevolución, y les concedió amparos ante las reformas a la Ley de la Industria Eléctrica (LIE), que dictaminaron las cámaras legislativas, resolviendo la suspensión provisional de la misma.
Excuso decirles que un solo hombre, aduciendo la ley, hizo pedazos el trabajo del Congreso de la Unión (500 diputados y 128 senadores), el poder que tiene a su cargo la creación del aparato legal que norma las relaciones políticas, económicas, sociales de los mexicanos.
Por supuesto que la ley suspendida por este defensor del status quo del viejo régimen, como el mismo lo reconoce, modifica la manera en que operaba el sector eléctrico. De eso se trataba. De retomar el espíritu nacionalista que le imprimió a la industria eléctrica, mexicanizándola, nacionalizándola, el presidente priista Adolfo López Mateos, uno de los grandes presidentes nacionalistas de la historia moderna de México.
Pero el juez de marras avaló el reclamo de Eoliatec del Pacífico y Zuma Energía, y les concedió amparos frente a las reformas a la Ley Eléctrica (LIE) resolviendo la suspensión provisional de la misma. O sea que resulta más poderosa la acción personalísima de un juez (entiendo que un juez para ser un poder tiene que estar colegiado con el Poder Judicial, cuya cabeza es la Suprema Corte de Justicia de la Nación.)
Así como un diputado individual no hace el Poder legislativo, un juez en solitario no hace el poder judicial. O que me lo explique el presidente de ese Poder, el Ministro Presidente Arturo Zaldívar Lelo de Larrea.
Pero sea lo que fuere, el juez Gómez Fierro alega cuestiones posibles, no reales, eventuales, que podrían ocurrir, asuntos que indudablemente los legisladores del Poder Legislativo sopesaron, primero en Comisiones, y luego en el pleno de ambas cámaras. Prolongadas discusiones entre los defensores de las reformas y los que están en contra tuvieron que darse en los plenos para, al final del día, concluir en la aprobación de las reformas.
Obviamente que, a los beneficiarios del viejo régimen, privatizador en beneficio de compadres, familiares, amigos, benefactores, transas, grupos de capitalistas extranjeros, de aquí, allá y acullá, obviamente no complugo la reforma, pues ésta refuerza el papel empresarial de la Comisión Federal de Electricidad, a la que los calderones y los peñas pretendía desaparecer en beneficio de sus compadres y patrones.
Ahora, aparentemente la reforma eléctrica está suspendida. No aparentemente. Está suspendida por la acción de un juez a modo de los capitalistas que se apoderaron de la economía nacional al amparo de gobernantes defensores de la plutocracia.
Es hora de que el Congreso, diputados y senadores, vayan ideando una reforma a fondo del poder judicial en comunión con el pleno de la Suprema Corte de Justicia de la Nación. No es posible que defensores de las clases dominantes, miembros ellos mismos de éstas con toga y birrete, argumenten con la ley retorcida su apoyo total a los enemigos de la nación.