Francisco Gómez Maza
• El príncipe Carlos y Camila, de visita en La Habana
• Un impulso a México y un espaldarazo a Venezuela
Un desafío al imperio estadounidense, la visita del príncipe Carlos y su esposa Camila a la Habana, en tiempos de fascismo proteccionista y agresivo, impulsado por el presidente de los Estados Unidos, Donald J. Trump, y su odio a todo lo que huela a comunismo, tanto que echó para abajo los avances impulsados por el demócrata Barack Obama con el ex presidente Raúl Castro Ruz, quienes comenzaron a normalizar sus relaciones diplomáticas.
Impactante, la visita real también en México, sobre todo para los sectores tradicionalistas, en momentos en que se reestructuran y normalizan las relaciones del gobierno de México con el gobierno cubano, hasta antes de la entronización de los gobiernos conservadores (Miguel de la Madrid-Peña Nieto) el único Estado americano que apoyó incondicionalmente a la isla caribeña que había instaurado un régimen de economía planificada.
Cuentan los medios de información y obviamente destacan visita real tan significativa a un país satanizado por el gobierno estadounidense y sus aliados, en lo que, durante la gran guerra fría, era calificado por la prensa conservadora Mundo Libre.
Obviamente que la visita real británica es una cachetada con guante blanco en la cara de Trump, a quien se le derrama la bilis, y un espaldarazo al gobierno de Nicolás Maduro, en Venezuela, asediada y boicoteada por el gobierno ultraconservador de la Casa Blanca, y a los pro socialistas de América Latina.
La visita de Carlos y Camila a La Habana es también un impulso al gobierno de México, que no se ha declarado más que nacionalista, pero que trata de equilibrar sus filias y sus fobias, tanto con los sectores populares, a quienes dice representar, como con las clases dominantes, particularmente con los capitanes del sector financiero.
Al clausurar la 82 convención bancaria, el presidente López Obrador se congració con la alta burocracia de la usura, encabezada por Luis Niño de Rivera Lajous, presidente del Consejo de Administración de Banco Azteca, ahora presidente de la Asociación de Bancos de México, y la institución bancaria elegida por el mandatario morenista para ser el eje bancario para derramar los apoyos a ll sectores más desprotegidos de la sociedad mexicana.
Las visitas reales en el extranjero siempre atraen una gran cantidad de escrutinio, pero ninguno en la memoria reciente ha sido tan sensible políticamente y potencialmente inflamatorio para el aliado más cercano del Reino Unido que ésta, escribió, este domingo 24 de marzo, David Wilkinson en la página digital de la cadena CNN.
La del príncipe Carlos de Inglaterra y su esposa Camila, duquesa de Cornwall, es la primera visita oficial que realizan miembros de la corona británica a la isla caribeña, y un viaje que desde antes de su inicio ha sido controversial y ya ha sido blanco de severas críticas. Un sinnúmero de países ha denunciado el rol de Cuba en la actual crisis política y humanitaria que se desarrolla en Venezuela, su íntima socia socialista.
Es un viaje que hubiera parecido imposible hace solo unos pocos años, antes de que Barack Obama, expresidente de Estados Unidos, y Raúl Castro, expresidente de Cuba, descongelaran más de medio siglo de tensas relaciones entre los vecinos de América del Norte y sus aliados. Pero desde ese avance de 2016, el mundo es un lugar muy diferente.
El presidente Donald Trump ha revertido muchas de las políticas de la era de Obama hacia Cuba, restableciendo las restricciones comerciales y de viaje. Su aguda retórica se ha vuelto más agresiva desde que se desarrolló la crisis presidencial en Venezuela. El papel de los asesores militares y de inteligencia cubanos al servicio del régimen en disputa del presidente Nicolás Maduro es una de las principales preocupaciones de la administración estadounidense y sus aliados.
Sin embargo, la visita del príncipe británico introduce cambios trascendentales en el statu quo de la guerra fría que sostiene Washington contra Venezuela y Cuba.
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